Ante la enorme expectación suscitada, los investigadores aseguran que se trataba de una interferencia de satélites geoestacionaros.
El pasado 12 de mayo, un equipo de científicos del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria del Observatorio de Arecibo, en Puerto Rico, detectaba una "extraña señal de radio" procedente de la estrella Ross 128, a solo 11 años luz de distancia. El asunto despertó de inmediato un gran interés, tanto en la comunidad científica como entre el público en general. La falta de una explicación plausible, además, volvió a suscitar la gran pregunta: ¿Estaríamos por fin ante la primera y esperada señal de una civilización extraterrestre?
La respuesta es no. Nuevos datos del mismo equipo de investigadores han confirmado, en efecto, que la emisión detectada es una interferencia procedente de un satélite (humano) situado en una órbita muy alta. Desde el principio, los científicos habían avisado que la "hipótesis extraterrestre", aunque no descartada, ocupaba los últimos lugares de la lista de posibles explicaciones para la señal de radio.
Para los expertos, el verdadero misterio era no haber sido capaces de averiguar desde el principio si las ráfagas de radio se debían a una actividad estelar poco común, a las emisiones de otros objetos del fondo o, como ha sido el caso, a la interferencia de las comunicaciones por satélite. "Sin embargo -escribía en el pasado viernes Abel Méndez, astrobiólogo y director del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo- mucha gente se interesó por nuestras señales como posibles pruebas de la transmisión de una civilización extraterrestre".
Las especulaciones, además, aumentaron cuando el equipo de Arecibo pidió ayuda a los expertos del Instituto SETI (organismo de la Universidad de California en Berkeley cuya misión es, precisamente, la de buscar signos de vida fuera de la Tierra), para que estudiaran la misteriosa señal. Algo que empujó al equipo de Arecibo a intensificar sus trabajos y emitir una conclusión sobre el origen de las emisiones.
"Tras un detallado análisis de las observaciones llevadas a cabo el pasado domingo desde el Observatorio de Arecibo -explica el propio Méndez-, junto a las del Allen Telescope Array y el Green Bank Telescope, del Instituto SETI, ahora estamos seguros de cuál es la fuente de la extraña señal. La mejor explicación es que se trata de transmisiones de uno o varios satélites geoestacionarios".
"Esto explica -prosigue el investigador- por qué las señales estaban dentro de las frecuencias usadas por los satélites y sólo aparecían alrededor de Ross 128: esta estrella está cerca del ecuador celeste, donde hay muchos satélites geoestacionarios".
En su escrito, Méndez publica también los resultados de una encuesta sobre el tema llevada a cabo en la web del Laboratorio de Habitabilidad Planetaria. En ella, se pedía al público que opinara sobre la fuente más probable para las señalas. Los participantes debían, además, aclarar si eran o no científicos versados en la materia.
"El propósito de esta encuesta -aclara Méndez- no fue en modo alguno tratar de resolver el misterio, sino involucrar al público en la emoción de la ciencia en tiempo real".
UNA SEÑAL ALIENÍGENA
En la encuesta se ofrecieron nueve posibles explicaciones: actividad estelar, otras fuentes astronómicas, un satélite, una interferencia local, un problema con los intrumentos, un error en la adquisición de datos, un error en el procesamiento o calibrado de los datos, un patrón de ruido, una señal alienígena y, en una décima posibilidad, otras posibles explicaciones.
"Cerca de 800 personas participaron en la encuesta -escribe Méndez- más de 60 de ellas astrónomos, y el consenso fue que la expliación más probable era una de las dos primeras de la lista. Las interferencias o los fallos instrumentales se consideraban mucho menos probables". Sin embargo, cerca de 200 de los participantes, cifra nada desdeñable, se decantó por la hipótesis extraterrestre.
"Los resultados -afirma el astrobiólogo- reflejan las altas expectativas que el público mantiene de ponerse en contacto con extraterrestres".
Un contacto, por cierto, que ni siquiera el científico se atreve a descartar: "Estadísticamente, la hipótesis extraterrestre es siempre la última consideración, no porque tales civilizaciones sean imposibles, los seres humanos son un ejemplo de ello, sino debido a que otras posibilidades se han podido comprobar con frecuencia, y además no se han detectado aún civilizaciones alienígenas. Sin embargo, los científicos tienen que estar abiertos a todas las posibilidades, y explorarlas".