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Hay una frase, habitual en los comentarios espirituales de las diferentes culturas, que viene a decir que “los tiempos de Dios siempre se cumplen”.
En la tradición del Islam, se usaba el cuento del que recibe un aviso de que la muerte va a ir al mediodía a buscarle, y galopa a toda velocidad para estar al mediodía lo más lejos posible, y ya descansando bien lejos, al mediodía le encuentra la muerte, y la pregunta, ¿pero tú no ibas a buscarme en mi casa? Sí, le contesta la muerte, a mí también me ha sorprendido encontrarte aquí.
“Las mil y una noches” creo que tiene también algún otro relato con la misma idea. Y la tradición Hindú, y la egipcia.
En mi propio experimentar con la espiritualidad, y la idea de que cada cosa tiene su momento de manifestarse, se produce la paradoja de que, como el propio espíritu se mantiene siempre en la eternidad, -porque la eternidad no puede interrumpirse-, si contactas con el contigo mismo espiritual, que está en el campo cuántico libre del tiempo/espacio, puedes hacer y conocer cosas que, desde el ser de aquí resultan imposibles, como conocer el futuro. Lo habitual del “deja vu” francés.
Lo “ya visto” en sueños, pero que en la realidad todavía no había ocurrido.
La ciencia de la física cuántica ya reconoce, sin margen de dudas, que vivimos en un universo realmente fantástico, producto de nuestros cerebros, porque el universo real es sólo energía, sin formas ni espacio ni tiempo lineal.
Por lo que el futuro es naturalmente cognoscible e incluso modificable.
¡A LO QUE IBA!
Cuando accedes, por “chiripa” o de regalo, “por gracia de Dios” que se decía en la cultura de mi infancia católica, al lugar, sin lugar, del conocimiento, donde todo es cognoscible, te puedes traer de regalo algo útil para todos, como es la tecnología para el uso de la energía infinita de la gravedad, como energía eléctrica.
Y vienes con tu comprensión lleno de alegría, como cuando de niño encontré una piedra de brillante mármol verde en medio del campo, y la arrastré durante varios días, hasta mi casa, creyendo que era una piedra preciosa, que para mí lo era, sin lugar a dudas.
Pero a nadie de mi familia le pareció interesante mi piedra y allí se quedó en el corral, como una piedra más de tantas.
Y con mi tecnología de transformar la infinita ENERGÍA GRAVITATORIA EN ELÉCTRICA, DIRECTAMENTE EN UNA MÁQUINA, que podría acabar con toda la pobreza de la humanidad, que también me costó muchos años de trabajo y todos los ahorros de mi vida, me pasó lo mismo.
A la mayoría de los ricos no les interesaba, porque sin pobres ellos no serían ricos. Y a la mayoría de los pobres tampoco, porque lo que querían era ser ricos.
Y la energía escasa era el gran negocio de los muy muy ricos.
Y a algunos de los países que tenían mucha energía y la habían querido vender barata para ayudar a los pobres, les habían invadido, y matado a sus dirigentes socialistas con otros millones de inocentes que les apoyaron, con lo que implantar mi tecnología habrí

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