Entrevista a Jorge Reñé Espinosa, investigador madrileño que ha recibido una Starting Grant del European Research Council. La Fundación para el Conocimiento madri+d ha acompañado a Jorge en el proceso para la solicitud y gestión de esta importante financiación
¿Cuál ha sido tu camino desde que comienzas tus estudios hasta conseguir esta financiación?
Yo estudié Químicas en la UCM y después de terminar la carrera, en 2013, me matriculé en un máster de Ciencia y Tecnología, también en la Complutense, aplicado a la Nanoquímica. Durante ese máster comencé a tener contacto con la simulación molecular, que luego fue el tema de mi tesis doctoral.
En 2014 empecé mi tesis que está basada fundamentalmente en estudiar, a nivel molecular, la formación del hielo, que puede parecer un proceso razonablemente sencillo, pero realmente hay 19 fases diferentes de hielo. En otras palabras, no es solo el hielo que tenemos en los cubatas, sino que, dependiendo de las condiciones de temperatura y de presión, hay muchas fases con diferente estructura y propiedades.
Todo eso me apasionaba, pero en 2018 llegó el momento de irse fuera, de estancia postdoctoral y me fui a la universidad de Cambridge donde estuve cuatro años y medio. Durante ese tiempo, que fue muy bonito, -aunque luego vino el COVID y eso fue menos idílico-, empecé a entrar en el mundo de las proteínas, los ácidos nucleicos y la compartimentalización celular, que ese ha sido el tema sin duda en el que más me he centrado cuando posteriormente en 2022 volví a España.
Estudié, por ejemplo, como se forman en la célula los orgánulos, que como hemos visto en los libros de biología del colegio, algunos tienen membrana, como la mitocondria, pero hay otros que no, que se forman sin ella y de manera espontánea aparecen y desaparecen. Este descubrimiento fue una revolución en 2009. Yo me dediqué a esto porque esos orgánulos sin membrana que se endurecen progresivamente son también culpables de numerosas enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer.
En 2022, conseguí una beca Ramón y Cajal y conseguí con esa línea de investigación incorporarme a la Universidad Complutense. Precisamente, con esta temática es con la que solicito la ERC, con el objetivo de investigar soluciones o terapias frente a este tipo de enfermedades.
¿Qué aplicaciones puede tener tu investigación y cómo podría mejorar la sociedad?
En la célula tenemos estos orgánulos, que se forman y son fundamentales para funciones biológicas muy variadas y, dependiendo de qué proteína es la que genera una trasformación a un estado tipo sólido, se produce la aparición de estas enfermedades neurodegenerativas.
Lo que hago en mi investigación es intentar, a través de técnicas computacionales que tienen diferentes escalas de resolución, entender cuáles son los mecanismos a nivel molecular y las interacciones que dan lugar a estas transiciones de fase patológicas en proteínas y ácidos nucleicos, ya que a nivel experimental es muy difícil ver qué está pasando exactamente.
Nuestro proyecto intenta ver como ocurre, y llegado el caso, averiguar cómo hacer que estas proteínas implicadas no transicionen hacia la situación que genera el estado patológico. Queremos desarrollar modelos que nos ayuden a entender estos mecanismos y que, además, sean predictivos, fiables, y realistas para que podamos ahorrar muchos experimentos, así como contribuir al desarrollo de terapias a futuro.
¿Cuánto tiempo llevas trabajando en la investigación con la que has conseguido la Starting Grant?
Es un proyecto en el que he ido trabajando a lo largo de muchos años y creo que el punto de inflexión se produjo en una visita al Instituto Max Planck de Dresden, Alemania, donde iba a participar en un seminario. Allí tuve la suerte de comer con uno de los pioneros en este campo, Frank Jülicher, que me dijo que tenía un problema, y era que cuando estudiaban estos condensados se terminaban endureciendo. Entonces me dijo: “Oye, por simulación no podríais vosotros ayudarnos a entender esto porque pasa”. Y ahí empecé a trabajar en esta línea de investigación.
A partir de ahí, fuimos desarrollando algoritmos, que han sido pioneros en 2022 para poder estudiar esto por simulación y en 2023 empiezo a preparar la propuesta para solicitar la ERC.
Desde ese momento ha sido prácticamente un año de trabajo, no a tiempo completo, eso sí, pero un año en definitiva en el que he ido a congresos, he compartido mis ideas con colegas… ha sido producto de muchas personas expertas en el campo que me han ido ayudando a pulir el tópico de la propuesta.
¿Qué significa para ti haber sido elegido para esta financiación? En lo profesional y en lo personal.
De primeras, no sé si estoy en el punto todavía de responder esta pregunta, porque ha sido muy reciente, pero siento una gran responsabilidad de cara a utilizar la financiación de la mejor manera posible y llegar a cumplir todos los puntos de la propuesta.
Siento mucha ilusión por todas las cosas que tengo que hacer, buscar equipo, contactar personas que quieran unirse a mi investigación…
A nivel personal estoy muy contento, encantado, pero con la responsabilidad de llevarlo a buen puerto y que todo el mundo involucrado también disfrute, y que cumplamos los objetivos. Me gustaría que esto no fuera una cosa de aquí a cinco o seis años de proyecto, sino que diera lugar a algo a largo plazo.
¿Cómo te ves en los próximos años? ¿Has iniciado ya la organización del equipo y demás?
Preveo unos años muy ajetreados, con muy poco tiempo para el aburrimiento. Mi grupo de investigación va a crecer, ahora llega el momento de contratar gente nueva, “postdocs” y estudiantes competitivos, que tengan áreas de experiencia complementarias a lo que nosotros ya hacemos. También hay que tener en cuenta el carácter, pensar en personas que vayan a encajar en el equipo, que vayan a dar buen rollo. Este es un paso clave y complicado que ya he empezado a gestionar.
Por otro lado, está la gestión de los equipos técnicos nuevos que vamos a adquirir.
Pero en general, de cara a proyectar estos próximos años, yo creo que va a ser algo muy bonito, gente trabajando en lo que les gusta, intentando aprender y descubrir o generar conocimiento nuevo en una temática que, al menos a mí me apasiona, y que dará lugar, esperemos, a mejorar terapias, y a entender qué es lo que está pasando cuando se producen estas enfermedades a nivel intracelular. Está claro que de esto que podamos averiguar a nivel mecanístico y molecular a que se traslade a la medicina pueden pasar muchos años, pero solo ver que se puede materializar, es muy motivante. Es difícil de explicar, pero es muy bonito.
IA. ¿Qué papel ha tenido la Fundación para el Conocimiento madri+d?
La verdad es que ha sido crucial, porque desde el principio, tanto desde la UCM como de la Fundación para el Conocimiento madri+d, han sido un apoyo continuo. Se han hecho jornadas de lectura de propuestas, preparación de entrevistas… un montón de pasos que no solo te forman, sino que te dan ese ‘apoyo moral’ a lo largo de estos momentos, porque es un proceso muy largo y con muchos pasos. Por eso, para mí ha sido clave el apoyo desde la Comunidad de Madrid para maximizar el éxito de la propuesta.
Yo estoy muy agradecido.
¿Qué le dirías a algún niño o niña que quiera dedicarse a la ciencia o, como en tu caso, a la investigación?
A mí me llegó la vocación un poco tarde. De cara a elegir la carrera, tomé la decisión casi en el último minuto. Tenía varias opciones que me gustaban, pero a su vez completamente dispares: Química, Fisioterapia y Agrónomos, ya solo me faltaba, no sé, ¿Filosofía?
Química fue una carrera que me gustó, pero de alguna manera no era lo que esperaba. No fue hasta el final de la carrera, con el que luego fue mi director de tesis en un curso de dinámica molecular y modelado molecular, cuando realmente hice “click” con la Química. Me sentí muy atraído, porque era más teórico, más abstracto y computacional… Posteriormente, hubo una oportunidad que cambió todo, que fue entrar en el grupo de investigación de este campo con los que fueron mis dos directores de tesis. Estuve en el sitio correcto en el momento adecuado.
Por último, quiero destacar algo muy bonito de la investigación, la cantidad de buenos amigos que haces a lo largo de la carrera científica. Conoces gente, viajas a muchos lugares, aprendes de otras culturas. Tiene cosas duras, porque si lo que se quiere es tener un trabajo fijo tras terminar la carrera, este no es el sitio, o para hacerse rico, probablemente tampoco, pero si lo que buscas es hacer lo que más te gusta y que el trabajo no sea solo trabajo, puede ser la mejor profesión del mundo.