...osada,
sedienta de saber la inteligencia,
abarca el universo en su gran vuelo.
Levántase Copérnico hasta el cielo,
que un velo impenetrable antes cubría,
y allí contempla el eternal reposo
del astro luminoso
que da a torrentes su esplendor al día.
Siente bajo su planta Galileo
nuestro globo rodar; la Italia ciega
le da por premio un calabozo impío,
y el globo en tanto sin cesar navega
por el piélago inmenso del vacío.
Y navegan con él impetuosos,
a modo de relámpagos huyendo,
los astros rutilantes; mas lanzado
veloz el genio de Newton tras ellos,
los sigue, los alcanza, y a regular se atreve
el grande impulso que sus orbes mueve.