El “Canal de Aguas Tranquilas” se encuentra en el Centro de Experiencias Hidrodinámicas que el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) del Ministerio de Defensa tiene en el campus de El Pardo (Madrid), está catalogado como una “Infraestructura Científica y Técnica Singular” por el Ministerio de Ciencia e Innovación
Es la “piscina” más grande de España, aunque no deja de ser un mar en miniatura; y alberga el “Canal de Aguas Tranquilas”, en Madrid, donde desde hace casi cien años se investiga cómo mejorar la eficiencia de los barcos y la protección de los mares.
El canal dirige el foco además a los dos desafíos principales de la navegación: reducir los consumos para recortar las emisiones más contaminantes y rebajar también el ruido submarino y la huella acústica de las embarcaciones.
Sus responsables lo comparan con “el túnel del viento” que la industria del automóvil utiliza para mejorar la aerodinámica de los vehículos, y en sus aguas han sido ya testadas casi 3.000 embarcaciones.
La primera, un bacaladero; pero después todos los barcos de la Armada española; numerosas embarcaciones utilizadas en varios Juegos Olímpicos, los sucesivos “desafío español” con los que España ha acudido a la Copa América de vela; gigantescos trasatlánticos de las principales compañías de cruceros del mundo; o hasta “El Fortuna” que usó durante años la Casa Real.
El “Canal de Aguas Tranquilas” es, con 320 metros de largo, 12,5 de ancho y casi 7 de profundidad, uno de los más grandes del mundo y es requerido por centenares de empresas y gobiernos para testar sus modelos y tratar de conseguir reducir al máximo los consumos y el ruido, además de para mejorar las condiciones de navegabilidad y de maniobrabilidad.
Y lo consiguen replicando (a escala) con exactitud los modelos originales y reproduciendo en este mar en miniatura las condiciones de navegación que se van a encontrar en situaciones reales a lo largo de su vida útil, en una colosal piscina donde las embarcaciones pueden alcanzar aceleraciones de hasta 10 metros por segundo y comprobar la eficiencia de las partes más importantes del barco: desde el bulbo de proa hasta el casco y la hélice.
Un “Canal de Aguas Tranquilas” en Madrid
El “Canal de Aguas Tranquilas” se encuentra en el Centro de Experiencias Hidrodinámicas que el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) del Ministerio de Defensa tiene en el campus de El Pardo (Madrid), está catalogado como una “Infraestructura Científica y Técnica Singular” por el Ministerio de Ciencia y se ha consolidado -según sus responsables- como un referente internacional en el ámbito de la construcción naval.
Eloy Carrillo, responsable del Departamento de Tecnología y Ensayos en este centro, ha precisado que las experimentaciones que están orientadas principalmente a la navegación -civil, comercial y deportiva- pero ha incidido en la relevancia que durante los últimos años tiene la investigación de las energías renovables en el medio marino (eólica y corrientes).
En declaraciones a EFE, Eloy Carrillo ha situado esta instalación como una de las más importantes del mundo en su campo, y ha observado que canales similares sólo existen en los países más avanzados del mundo (cuentan con piscinas similares ocho países europeos, Estados Unidos y Japón).
Dos apuntes históricos y una curiosidad
El “canal” fue “ordenado” por el rey Alfonso XIII en 1928 e inaugurado en 1933, aunque no alcanzó su longitud actual hasta 1955; ha testado algunos de los buques más emblemáticos de la navegación del último siglo -entre ellos el “Tina Onassis”, el petrolero más grande del mundo en los años cincuenta-; y conserva, gracias a unas condiciones ambientales excepcionales, el mismo agua con que se llenó hace casi un siglo.
Integrado en la conferencia internacional que agrupa a los mejores canales de pruebas del mundo, el de El Pardo -han informado a EFE sus principales responsables en sus instalaciones- ha contribuido a mejorar la seguridad de miles de embarcaciones, a ahorrar combustible, a optimizar la resistencia al avance y el rendimiento de sus propulsores, con numerosas pruebas y experimentaciones que incluyen estudios en condiciones extremas del mar.
Trabaja con numerosas universidades, centros de investigación y empresas nacionales e internacionales, y las experimentaciones que realiza en el sector de la navegación se han ampliado durante los últimos años a proyectos de investigación con vehículos no tripulados y programas europeos orientados a reducir el ruido de las hélices y del casco para limitar al máximo las afectaciones a la biodiversidad marina.
Eloy Carrillo ha corroborado que reducir los consumos de los barcos y reducir sus emisiones contaminantes ha sido desde hace décadas una de las principales preocupaciones del sector naval y uno de los propósitos en los que el campus del INTA en El Pardo ha centrado su labor, pero ha incidido en la importancia que ahora se concede a la necesidad de reducir el ruido submarino y la huella acústica.
En el caso de los barcos de guerra -ha explicado- por no delatar la presencia y reducir las posibilidades de ser localizado; en el caso de las embarcaciones comerciales y de pesca para aumentar las capturas; y en el caso de los barcos de carga y de pasajeros para mejorar el confort de las tripulaciones y pasajeros.
Fotografía:
EFE/ZIPI