El hospital madrileño acogió ayer un emotivo homenaje al destacado nefrólogo, catedrático e investigador
Cuando están a punto de cumplirse dos años de su fallecimiento a causa del coronavirus, el Hospital Gregorio Marañón acogió ayer un acto en homenaje al médico, profesor e investigador Alberto Tejedor.
Tras el sentido homenaje, el centro hospitalario ha querido que su Aula Magna lleve a partir de ahora el nombre de este destacado nefrólogo, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón y catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.
Durante el acto, que ha contado con la presencia de su mujer, Amparo Bravo, y sus hijos Alberto y Marta Tejedor, se ha rendido un emocionado homenaje a un compañero admirado y querido por todos los que lo conocieron, desde el propio Gerente del Hospital, Joseba Barroeta, quien destacó sus más de 30 años de vida profesional en el Marañón y sobre todo su calidad humana. “Es un honor que este Aula Magna lleve el nombre del profesor Alberto Tejedor”.
La jefa de servicio de Nefrología, Marian Goicoechea, recordó con cariño como Alberto Tejedor le enseñó la importancia de la escucha a los pacientes y le calificó como uno de los pioneros en humanizar el hospital. “Tu sonrisa y tu pajarita siempre nos acompañarán”, añadió.
También participó en el acto Javier Arias, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid, para quien Alberto Tejedor era un maestro, “hacia fácil lo difícil” apuntó, destacando la confianza, la apertura, la bondad que transmitía.
Para Patrocinio Rodríguez, nefróloga del Marañón, Alberto Tejedor era la generosidad en todas sus facetas, “como compañero sigue siendo mi maestro y amigo”.
Luis Alberto Sánchez, antiguo alumno del Dr. Tejedor y hoy médico adjunto del Servicio de Nefrología, añadió que Tejedor era un verdadero genio de la docencia, irrepetible y único, “enseñaba cosas complejas de manera sencilla”.
Enrique Lledó, jefe de sección de Urología Funcional, Reconstructiva y Andrología, relató como de Alberto Tejedor aprendió medicina, recordó su sentido del humor, su ironía fina y sobre todo “su forma de reír que transmitía felicidad”.
Alberto Lázaro, director del Laboratorio de Fisiopatología Renal del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, explicó emocionado la suerte que tuvo por conocerle y compartir con él 13 años en el laboratorio “donde he aprendido mucho de medicina, de investigación y de la vida”. También se comprometió a terminar el trabajo que iniciaron juntos con el descubrimiento en 2017 de la cilastatina, el primer nefroprotector del mundo.
“Se fue con todo vuestro amor”. Con estas palabras, su mujer Amparo Bravo finalizó los recuerdos y anécdotas que compartió sobre el médico, pero también sobre el hombre. “Le fascinaba la docencia y le hacía feliz poner buenas notas, era cariñoso y se moría de amor por sus hijos, no guardaba rencor a nadie” dijo Amparo Bravo, recordando la vocación, la entrega, el servicio y la humanidad que siempre regían en la vida de Alberto Tejedor.
Para el jefe de servicio de Comunicación, David García, “la grandeza de alguien se mide por lo que deja a los demás y los grandes siempre dejan huella. Gracias Alberto, por hacernos mejores”.
El acto finalizó con la emisión de un video elaborado por el servicio de Comunicación con los testimonios de agradecimiento de muchos de sus compañeros y alumnos, que quisieron destacar su generosidad, su pasión por el conocimiento, por los pacientes y por la investigación.