ÚLTIMO LÍMITE<br>
Reseña realizada por Juan Malpartida<br>
Poeta, escritor, ensayista y crítico
Javier Cacho, en su reciente libro Amundsen-Scott: duelo en la Antártida. La carrera al Polo Sur (Fórcola), ha contado, de manera minuciosa y erudita, la conquista del Polo Sur, que tuvo como protagonistas al noruego Roald Amundsen (1872-1928) y al inglés Robert Falcon Scott (1868-1912), quien, como se sabe, falleció con sus compañeros en la Antártida.
La historia de las incursiones del hombre en lo desconocido hay que remontarla a nuestro propio origen: coincide con lo que somos, exploradores. Pero lo somos llevados no solo por la necesidad de encontrar un hábitat favorable, sino por una cualidad que señala Manuel Toharia en el prólogo, la curiosidad. Esta obra de Cacho, gran conocedor de la Antártida, es el resultado de su experiencia científica y de su investigación histórica. No duda Cacho en pensar que ésta fue la última gran exploración que el ser humano podía acometer en nuestro planeta, aunque hay zonas marítimas abisales que aún esperan la tecnología necesaria para ser descubiertas.
Escenario de epopeyas
Desde el capitán Cook (siglo XVIII), la Antártida fue un reto para intrépidos aventureros. De sus peripecias hay una amplia literatura que abarca la ficción y el análisis histórico o el testimonio, además de numerosas películas que han convertido tanto el Polo Sur (Antártida) como el Polo Norte (Ártico) en escenarios de grandes epopeyas en las que la curiosidad científica se vio aliada a un empuje instintivo por alcanzar los últimos límites.
Del Congreso Internacional de Geografía (Londres, 1895) a la muerte de Scott y sus dos compañeros o la consecución de sus aspiraciones y posterior deriva personal en el caso de Amundsen, Cacho nos cuenta de manera paralela la vida de los dos principales protagonistas (y agonistas), pero también de otros científicos (Shackleton, Wilson, Bowers y muchos otros) sin los cuales ni Amundsen ni Scott habrían llevado a cabo sus proyectos.
Cacho narra el desarrollo de los proyectos británico y noruego en la Antártida. Además, detalla con la morosidad de ciertas novelas del XIX las dificultades materiales, las estrategias y rivalidades, las implicaciones gubernamentales, las pequeñas miserias unidas a aspiraciones en el orden del conocimiento y de la pasión por la aventura, por superar las resistencias.
Pies congelados
En el capítulo «Unidos por el destino» asistimos a uno de los momentos más emocionantes gracias a las cartas que Scott dirigió, en marzo de 1912, viéndose atrapado en el hielo y sin posibilidad de subsistir, a las familias de sus compañeros, a su amigo Barrie y a la nación inglesa, con la que se sentía en deuda.
En ese momento extremo, Scott nos dejó un testimonio íntimo de generosidad y consideración: «Estamos muy mal -le escribe a Barrie-: pies congelados... sin embargo se alegraría tu corazón si nos oyeses en nuestra tienda cantando y charlando animadamente».
Pudiendo apenas garabatear las palabras porque la muerte por el frío era inminente, Scott escribe en la carta a su nación: «Si hubiéramos vivido, habría podido contar una historia que hablase de la audacia, la entereza y el coraje de mis compañeros, que habría conmovido el corazón de los ingleses».
Eso que no pudo llevar a cabo Scott lo ha hecho para todos nosotros Javier Cacho en este libro.