Con el cambio climático, el ecosistema antártico puede volverse más vulnerable a especies invasoras que lo transformen. Un reciente estudio de la <a href="https://www.urjc.es/" title="Universidad Rey Juan Carlos" alt="Universidad Rey Juan Carlos" target="blank">Universidad Rey Juan Carlos</a> (URJC), en colaboración con el <a href="http://www.mncn.csic.es/Portada_2017_06_06_plantasinvasorasantartida/seccion=1224&idioma=es_ES&id=2017060513240001&activo=12.do" alt="Museo Nacional de Ciencias Naturales" title="Museo Nacional de Ciencias Naturales" target="blank">Museo Nacional de Ciencias Naturales</a> (MNCN) y la <a href="https://www.antarctica.gov.au/" alt="Australian Antarctic Division" title="Australian Antarctic Division" target="blank">Australian Antarctic Division</a> predice los niveles de peligro medioambiental que supone la expansión de pastos europeos a lo largo de la Península Antártica.
Los investigadores de este trabajo, publicado en la revista Global Change Biology, han realizado un modelo de la distribución geográfica de dos especies de gramíneas no nativas del género Poa, Poa pratensis o pasto azul y Poa annua o pasto anual. Ambas especies son frecuentemente empleadas como pasto para céspedes en campos de golf y estadios de futbol como el Santiago Bernabéu, pero su plasticidad ha resultado ser mayor incluso de lo que cabía esperar, ya que las poblaciones de la Antártida se encuentran fuera de su rango climático conocido. "Podemos esperar que las especies de amplio rango de tolerancia climática y una larga historia de coexistencia con el ser humano sean capaces de seguirle donde éste vaya", señala el Dr. Miguel Ángel Olalla-Tarraga, investigador de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), co-autor del trabajo e investigador principal del proyecto ALIENANT.
Esta notable expansión puede deberse, por un lado, a que estas especies podrían haberse ido adaptando a nuevas condiciones. Otra posibilidad es que simplemente este potencial ya era inherente a ellas, pero no se podía dilucidar a partir del rango conocido antes de dichas invasiones. "Las poblaciones antárticas de estos pastos europeos están expuestas a condiciones ambientales distintas a las del resto del mundo, y aun así son capaces de soportarlas", explica el Dr. Pedro Aragón, investigador del Museo de Ciencias Naturales de Madrid y co-participante del trabajo.
En base a las predicciones de cambio climático, los investigadores apuntan a que el ecosistema antártico pueda ser cada vez más vulnerable a nuevas invasiones que lo transformen, alternando los delicados equilibrios fruto de millones de años de aislamiento. El Dr. Luis R. Pertierra, joven investigador que lidera este trabajo, señala que "identificar los lugares más favorables para el establecimiento de especies no nativas nos permite establecer mayores controles en estos puntos de posible entrada y así actuar de manera preventiva para minimizar las alteraciones de los ecosistemas antárticos".
Asimismo, un reciente trabajo del mismo grupo de investigación en la URJC ha registrado la creciente huella humana en el continente blanco. "Seguir construyendo modelos cada vez más eficaces nos permitirá anticipar los cambios, así como identificar los factores de riesgo para desarrollar estrategias para prevenirlos y minimizarlos, y preservar la singularidad estos parajes tan únicos frente a la creciente homogeneización del planeta causada por el hombre", destaca el Dr. Olalla.
Esta investigación publicada a principios de 2017 fue premiada con la beca SCAR-COMNAP 2013-2014 a Luis R. Pertierra, permitiendo desarrollar este trabajo en colaboración con investigadores de la Australian Antarctic Division. La beca, otorgada por el Comité Científico Internacional de la Antártida (SCAR), es la tercera que se otorga a un investigador español.
ESPECIES INVASORAS PRESENTES EN LA ANTÁRTIDA
En la Antártida apenas hay dos plantas vasculares nativas, el pasto y el clavel antárticos. Es un mundo dominado por líquenes y musgos debido a sus duras condiciones ambientales y aislamiento geográfico. No obstante, las gramíneas europeas tienen una larga historia de convivencia con la actividad humana, estando posiblemente pre-adaptadas a beneficiarse de las alteraciones antrópicas, así como dispersarse con la ayuda del ser humano. Por ello, los pastos propios de montañas alpinas pueden ser uno de los más agresivos colonizadores de nuevos ambientes fríos, relativamente vírgenes, en lugares que hasta hoy en día eran de difícil acceso, como la Antártida.
En concreto, la Poa annua es considerada quizás la especie vegetal más invasiva del planeta. "Desde la Antártida hasta los jardines del desierto australiano, allá donde va el hombre, Poa annua le sigue y la podemos encontrar fácilmente creciendo incluso entre las grietas de las aceras de Madrid", apunta el investigador de la URJC. Por otro lado, la Poa pratensis fue erradicada en el marco del proyecto de investigación ALIENANT tras más de 60 años de permanencia en la Antártida. La extrema plasticidad que presentan estas especies hace que se extiendan a todos los continentes en un amplio rango de condiciones.
Referencia bibliográfica:
LR Pertierra, PA Aragón, JD Shaw, DM Bergstrom, Terauds A, Olalla-Tarraga MA. Global thermal niche of two european grasses show high invasion risks in Antarctica. Global Change Biology. doi: 10.1111/gcb.135, 2017.