17.06.2014
La circulación atmosférica terrestre puede entenderse en una aproximación sencilla mediante el desequilibrio radiativo que existe entre el Ecuador y los Polos. Si la tierra no rotase sobre sí misma (ocurrencia de días y noches), su eje rotación no estuviese inclinado 23.5˚ con respecto al plano de su órbita (ocurrencia de estaciones), y los continentes no existiesen, la circulación atmosférica estaría compuesta por dos células simples, una en cada hemisferio, con movimientos ascendentes de aire en el Ecuador y descendentes en los Polos. Los vientos en superficie soplarían de los polos al ecuador y serían, por tanto, muy fríos en nuestras latitudes. Sin embargo, nuestra atmósfera es mucho más compleja y existen 3 células de circulación meridional bien diferenciadas en cada Hemisferio: dos de circulación directa en regiones Tropicales [Ecuador-35˚] y Polares [65˚-Polos], en las que el calor se transfiere del foco cálido al foco frío, y una con una circulación indirecta que tiene lugar en latitudes medias [35˚-65˚], donde la transferencia de calor es inversa.