¿Cómo son los sueños de los ciegos? ¿Por qué brillan las luciérnagas? ¿Por qué hay ricos y pobres? Son preguntas de niños, las mismas que han encendido en los científicos la pasión para transformar el mundo investigando. A través de las preguntas nos hemos acercado al conocimiento de la realidad, los demás y nosotros mismos; y con preguntas se han creado universidades de los niños en diversos países, estos programas invitan a no perder las ganas por aprender más.
¿Universidad de los niños? Sí, más de 370 programas en el mundo en los que niños y jóvenes habitan los campus universitarios acompañados de docentes y expertos para conocer cómo se hace el conocimiento. Y es que la inmersión en un ambiente universitario no solo les da herramientas para acercarse a la ciencia, también les demuestra que su manera de concebir el mundo es transformadora y que los adultos también quieren aprender de ellos.
Una de estas experiencias está en Medellín, Colombia. En esta ciudad latinoamericana se creó en el año 2005 la Universidad de los niños EAFIT; programa que en más de una década ha consolidado su propia manera para diseñar experiencias de ciencia y movilizar niños y adultos con espíritus curiosos. Su trabajo, basado en el juego, la experimentación, la conversación, y por supuesto, muchas preguntas, fue reconocido este año con el Premio RedPop, otorgado por la Red de Popularización de la Ciencia y la Tecnología en América Latina y el Caribe.
El proyecto inició con la realización de varios talleres anuales que vinculaban a estudiantes de instituciones educativas públicas y privadas de la ciudad en experiencias científicas. El objetivo: resolver preguntas formuladas por los mismos niños de la mano de investigadores universitarios. Con el tiempo, los talleres se ampliaron, la cantidad de participantes se multiplicó y cada vez con más frecuencia se ejecutaron actividades en la ciudad, ampliando el impacto de la iniciativa.
En números, más de 21.000 personas han estado vinculadas al programa de manera esporádica y, de modo más constante, 6.000 niños y jóvenes, 450 maestros escolares, 480 estudiantes universitarios que trabajan como mediadores en los talleres, 371 instituciones de educación básica colombianas y 201 investigadores universitarios que han pasado de sus laboratorios, bibliotecas y oficinas a ser comunicadores de ciencia.
Pero, más que cifras, la Universidad de los niños EAFIT son experiencias y transformaciones. Sara Toro, después de participar por más de 5 años en el programa, cuenta que:
En Medellín, Colombia, se creó en el año 2005 la Universidad de los niños; programa que en más de una década ha consolidado su propia manera para diseñar experiencias de ciencia y movilizar niños y adultos con espíritus curiosos
"La Universidad de los niños siempre ha sido una oportunidad de descubrir, de pensar, de imaginar, de crear y de soñar. A lo largo de los años aprendí a amar los días de encuentros, a descubrir un lugar donde puedo ser feliz [...] Aquí aprendí que hay más de una manera de descubrir las cosas, y que la primera palabra no es siempre la correcta. Aprendí que imaginar es abrir nuevos caminos para descubrir y aprendí que no preguntamos para encontrar una respuesta, sino para encontrar mil preguntas más".
Ahora bien, ¿qué aprenden los adultos? En principio, a escuchar a los niños y jóvenes, pero en el caso de los maestros escolares y estudiantes de pregrado también descubren cómo diseñar experiencias científicas para llevar a sus clases y, por qué no, a sus profesiones. En otras palabras, la Universidad de los niños EAFIT también forma a comunicadores científicos, profesionales capaces de generar conversaciones, de reconocer otras formas de saber y de comunicar el propio.
Aunque es difícil medir el impacto en el sistema educativo, si se pueden tener evidencias de la manera en que se apoyan a las prácticas escolares con este tipo de proyectos. Como maestra del Colegio Santa Leoní Aviat de Medellín, Claudia Rodríguez Saldarriaga afirma que participar en la Universidad de los niños EAFIT "ha significado la posibilidad de cuestionar mis prácticas pedagógicas", un ejercicio que debe ser rutinario para cualquier educador.
Además, también hay grandes retos; uno de ellos es contribuir a la generación de una cultura científica, desafío que propone grandes obstáculos sobre todo en el contexto latinoamericano, pero para el cual las universidades de los niños proponen un esfuerzo de largo aliento y presentan alternativas como la generación de contenidos.
En el caso de la Universidad EAFIT, el programa genera artículos en periódicos, series radiales, videos y otro tipo de contenidos que buscan ampliar la incidencia del programa a través de diversos canales.
Un ejemplo de este tipo de alternativas es la Red de las preguntas. La Red es un espacio digital donde se han recopilado más de 600 preguntas de niños y que se responden con la ayuda de expertos en temas que pueden ir desde el medio ambiente, los asteroides o las bacterias hasta el amor, las redes sociales y las relaciones humanas, todo bajo un permanente abordaje científico.
Curiosidad, preguntas, ganas de aprender y apertura mental son entonces componentes comunes en las universidades de los niños. Así, ellas avivan ese espíritu de explorador incansable y contribuyen a que la sociedad conozca cómo se produce el conocimiento con el cual se toman decisiones que la afectan de modo directo, como la destinación de dinero público, la concepción de políticas para el desarrollo o la implementación de nuevas tecnologías. En últimas, las universidades de los niños ayudan, ¿por qué no?, a vivir. Como decía el poeta Antonin Artaud: "Vivir no es otra cosa que arder en preguntas".