"Hace más de tres millones y medio de años, dos de los antepasados de la humanidad actual dejaron sus huellas en la arena... Probablemente, pertenecían a un grupo integrado por centenares de personas.... Sólo debido a una notable concatenación de coincidencias, sus huellas se preservaron y hoy podemos verlas. <br /><br />En la actualidad, las huellas de la humanidad son evidentes. La actividad humana ha afectado todos los <a href="https://www.elmundo.es/elmundo/2006/03/10/ciencia/1141947130.html" target="_blank">lugares del planeta</a>, por remotos que sean, y todos los ecosistemas, desde los más simples hasta los más complejos..."
Con estas palabras comienza el informe "El estado de la
población mundial 2001", un profuso y profundo estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), que por su realidad y contundencia merece ser difundido, por lo que aprovecharé este foro para remarcar algunas de las numerosas referencias que el informe contiene respecto a la calidad ambiental y, por lo tanto, a la calidad de vida del ser humano.
La devastación del medio ambiente no es simplemente una dilapidación de los recursos; es una amenaza a las complejas estructuras que sostienen el desarrollo humanoEn un momento dado, se interpretó que "desarrollo" significaba la mejora de los indicadores económicos, entre ellos el producto nacional bruto, las inversiones y otras acciones económicas, efectuadas en gran medida por los países desarrollados. Otros aspectos como el estado de bienestar de los individuos, la condición de la mujer, la calidad de vida, los recursos alimentarios y el estado del medio ambiente, eran considerados secundarias; en cambio hoy, la comunidad internacional reconoce que todos estos factores están intricadamente relacionados entre sí, y que hay que tenerlos muy en cuenta.
Actualmente, hay sectores poblacionales que utilizan más recursos y con más intensidad que en ningún otro momento de la historia humana, sólo hay que recordar que el 10% de la población mundial dispone del 80% de los recursos del planeta y que el 5% de la población utiliza el 40% del mercado farmacéutico, mientras que el 70% de seres que viven en África y en Asia sólo disponen del 10% de los
medicamentos.
Pese a que
la riqueza mundial ha aumentado manifiestamente, y se estima ahora en 24 billones de euros anuales, hay en todo el mundo unos 1.200 millones de personas que viven con menos de un euro diario, situación clasificada como de "extrema pobreza" y caracterizada por el hambre, el analfabetismo, la vulnerabilidad, la enfermedad y la muerte prematura. La mitad de los habitantes del mundo viven con dos euros diarios o menos.
De los 4.400 millones de personas que viven en países en desarrollo, casi un 60% carecen de saneamiento básico, casi un tercio de esas personas no tienen acceso al
abastecimiento de agua no contaminada, un cuarto carece de vivienda adecuada, un 20% no tiene acceso a servicios modernos de salud y un 20% de los niños no asisten a la escuela hasta egresar del quinto grado. En todo el mundo, 1.100 millones de personas están desnutridas y no pueden satisfacer las normas mínimas de consumo energético y proteínico en sus dietas, y en los países en desarrollo casi hay unos 2.000 millones de personas anémicas", y por si fuera poco, la contaminación del aire se cobra cada año, según se estima, entre 2,7 millones y 3,0 millones de vidas, un 90% de ellas en ese tercer mundo al que no se le permite alcanzar su desarrollo.
En 1992 se reunieron en Río de Janeiro 160 Jefes de Estado para deliberar sobre la degradación del medio ambiente, 20 años antes se había celebrado en Estocolmo la primera Cumbre Mundial de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo.
La Conferencia de Río vinculó el medio ambiente y el desarrollo como nunca lo habían hecho antes los acuerdos internacionales. La consigna era "desarrollo sostenible", es decir, desarrollo económico que satisficiera las necesidades de las generaciones actuales sin perjudicar el medio ambiente ni comprometer la capacidad de futuras generaciones de satisfacer sus necesidades.
En la Conferencia también se declaró que tanto la pobreza como la riqueza imponen estrés al medio ambiente, que las sociedades industrializadas deben reducir sus efectos sobre medio ambiente mediante "patrones sostenibles de producción y consumo", y que los países en desarrollo necesitan asistencia para que sus economías fueran respetuosas con el medio natural.
Han pasado dos décadas desde la Cumbre de Río y hoy se sabe que para poder atender a los casi 8.000 millones de personas que poblarán el planeta en el año 2025, será preciso que el mundo duplique la producción alimentaria en comparación con los niveles actuales. Se conoce perfectamente que hay que controlar las emisiones de gases contaminantes causantes del cambio climático, y la importancia que tiene el evitar la descongelación de los hielos polares que amenazan con la elevación de las aguas litorales, mediante la reducción drástica de los gases de efecto invernadero que están aumentando la temperatura del planeta, además de producir cada año medio millón de fallecimientos, principalmente en las grandes ciudades.
En todo el planeta han proliferado las Organizaciones No Gubernamentales que realizan actividades relativas a cuestiones tanto de población como de protección al medio ambiente, e influyen sobre los Gobiernos para que adopten medidas conservacionistas. Los investigadores están tratando de encontrar las conexiones entre diversas variables, como el estrés medioambiental, la fecundidad, migración, estado de salud, el nivel de educación y efectos de atracción y de repulsión ejercidos por las decisiones económicas que conllevan la aplicación de medidas ambientalistas que pudieran ralentizar el desarrollo tecnológico y la industrialización, y los Jefes de Estado y de Gobierno negociaron la Declaración del Milenio, en la que comprometieron a las Naciones Unidas a establecer "una paz justa y duradera en todo el mundo" y a volver a consagrar la Organización al respeto "a la igualdad de derechos de todos, sin distinciones por motivos de raza, sexo, idioma o religión.
Parece que el mundo se sensibiliza ante el posible "ocaso" que está vislumbrándose. Queda mucho camino por delante, pero... ¡cuidado!, ya no estamos en los inicios, sino más bien en el desarrollo del "problema", pues la Naturaleza ya nos está "avisando" de que está alterada y que las formas de comportamiento social que hemos adoptado son tan discriminatorias, que ponen en evidencia la falta de cohesión entre las naciones para la búsqueda de una solución eficaz. Ya son demasiados los intereses y las ambiciones que el ser humano del siglo XXI ha promovido.
Las generaciones actuales no viviremos plenamente el posible desastre que se anuncia, pero ello no debe ser la excusa que nos haga mirar hacia otro lado, pues tenemos en nuestras manos la oportunidad de poner medidas paliativas, a modo de abrazo solidario con las generaciones venideras.