Los científicos y los emprendedores no se mezclan. Son la versión profesional del agua y el aceite. Esto responde, en parte, a que ambos tienen objetivos muy diferentes. A los primeros les exigen excelencia investigadora, medida fundamente por el número y calidad de sus publicaciones. A los segundos, sin embargo, les piden resultados económicos. Pero poco a poco, el emprendimiento va calando en las universidades españolas, que animadas por los numerosos casos de éxito en otros países, se dedican a fomentar el espíritu emprendedor a través de todo tipo de actividades.
Muchas de las empresas más importantes no existían cuando cruzamos el umbral del siglo XXI. Empresas que han fundado emprendedores en universidades en los últimos 20 años y que han revolucionado la economía, el empleo e incluso nuestra forma de vida. Estos emprendedores han aprovechado la oportunidad que supone la digitalización de los sectores tradicionales. Pero esto está a punto de cambiar.
Nos acercamos ahora a una nueva etapa en el emprendimiento tecnológico que va más allá de la mera digitalización de los distintos sectores productivos. Esta nueva fase está definida por la comercialización de grandes descubrimientos científicos. Ejemplos recientes de esta transformación son empresas como Vedanta Biosciences, fundada en MIT por el español Bernat Ollé o Life Length de la Directora del CNIO, María Blasco.
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Es necesario un nuevo tipo de emprendimiento que no nazca con el objetivo de vender cuando antes y al mejor precio, sino con la vocación de generar empresas duraderas capaces de convertirse en líderes mundiales en su sector |
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Los emprendedores del futuro serán científicos porque ellos tienen los conocimientos y las habilidades necesarias para resolver los grandes retos a los que nos enfrentamos, desde la generación sostenible y barata de energía a la cura de numerosas enfermedades. Pero tener los conocimientos técnicos, o incluso las soluciones, no es suficiente. Llevar un descubrimiento científico al mercado es una tarea compleja que requiere de un equipo de personas capaces y dedicadas, un plan de negocios sólido y de inversores con los recursos y los contactos necesarios para llevar la empresa a buen puerto. Y es que el valle de la muerte es más seco y más grande para el científico que para alguien que desarrolla una app o una web.
Y por eso el emprendimiento científico requiere de un tipo de colaboración público-privada que no hemos visto hasta ahora; mucho más ambiciosa y ágil. Buena parte de los descubrimientos más importantes se producen en universidades y son financiados con fondos públicos. Pero estos descubrimientos difícilmente llegaran al mercado sin la concurrencia, participación y entrada del sector privado. De esta estrecha colaboración depende el futuro de un nuevo tipo de emprendimiento que genere empleo de calidad y que permita reindustrializar Europa. Es necesario un nuevo tipo de emprendimiento que no nazca con el objetivo de vender cuando antes y al mejor precio, sino con la vocación de generar empresas duraderas capaces de convertirse en líderes mundiales en su sector.
Por lo general, un científico no tiene ni la predisposición ni la formación necesarios para emprender. Pero esto no debe ser un obstáculo, sobre todo si tenemos en cuenta algunos estos consejos para cualquiera que quiera lanzarse a la aventura de comercializar los resultados de su investigación:
- El fundador de una empresa no tiene por qué hacer y saber de todo. Rodéate de personas que complementen tus habilidades y conocimientos, no sólo de tus compañeros de laboratorio. Personas capaces y entusiasmadas por la oportunidad de crear una empresa. Es probable que el CEO de tu propia empresa no seas tú, pero eso no significa que la empresa sea menos tuya.
- Casi ningún científico tiene una formación suficiente en creación y gestión de empresas. No es necesario -y probamente tampoco conveniente- que hagas un MBA en este momento. Hoy en día existe una enorme cantidad de información y cursos de calidad en la red sobre emprendimiento que te pueden ser muy útiles, sobre todo para evitar los errores más comunes y comprender algunos conceptos sencillos pero muy importantes a la hora de organizar tu empresa y defender tus intereses.
- Protege tu tecnología. Los científicos tenemos la ventaja de que las patentes impiden a otros comercializar nuestra tecnología. Otras iniciativas (como apps o páginas web) tienen mucho más complicado protegerse para que no les copien. Aprovecha esta oportunidad y patenta tus descubrimientos antes de publicarlos, pero sólo si realmente los vas a comercializar.
- Después de patentar, cuenta tus planes a cualquiera que quiera escucharte. A los científicos nos educan para que no contemos nuestras ideas por miedo a que nos las roben. Pero si quieres conseguir financiación y que tú proyecto despegue, lo mejor que puedes hacer es contar tu proyecto a aquellas personas que lo pueden hacer realidad y sobre todo escucharles con atención.
- Antes de lanzarte a crear una empresa habla con tantos potenciales clientes como seas capaz de identificar. Pregúntales si realmente pagarían por lo que les ofreces y si dicen que sí, cuanto estarían dispuestos a pagar. Escucha sus necesidades y los problemas que tienen ahora para conseguir lo que necesitan. Involucra al cliente en la creación de tu producto tan pronto como te sea posible. Esto te va a permitir no sólo elaborar un plan de negocios realista y creíble, sino también asegurarte de que en cuanto saques el producto al mercado, vas a conocer potenciales clientes interesados en los que ofreces.
Parque Científico de Madrid. / Foto: mi+d
Fue precisamente la dificultad que experimentan los científicos que deciden emprender fue una de las razones que me animó hace un par de años a fundar Celera (www.acelerame.org). En Celera ayudamos a gente joven, con talento y ganas de comerse el mundo a convertir sus sueños en realidad. A que su impacto en la sociedad sea el máximo posible. Tenemos ya a 20 chavales en el programa, todos con perfiles muy diferentes pero, sin duda, aquellos que combinan una sólida formación con alguna experiencia emprendedora resultan especialmente atractivos. Los científicos emprendedores son hoy en día una rara avis, pero son perfiles cada vez más demandados y los agentes de cambio del futuro. En Celera les ayudamos a que lleven sus resultados de investigación al siguiente nivel. Y hemos observado que no hay mayor satisfacción para un científico que ver que sus años de investigación no se quedan en una publicación, sino que se convierten en una realidad tangible que beneficia a la sociedad.
Vivimos en un mundo globalizado en el que competir por fabricar más barato se ha puesto muy caro. Las empresas con productos de base científica y tecnológica liderarán los modelos productivos de los países más avanzados. Y para que España se suba a este tren, el espíritu emprendedor debe entrar en nuestras aulas y laboratorios, de forma que los excelentes resultados de la investigación que se hace aquí den lugar a empresas tecnológicas capaces de convertirse en líderes mundiales en su sector. Sin duda emprender desde la ciencia es un reto enorme, pero también a la altura de la generación mejor formada de la historia de nuestro país.
* Este artículo cuenta con el consentimiento de su autor. Fue publicado en El Mundo el 9 de enero de 2017.