Fecha
Autor
Alfred Comín

La reinvención de la imprenta

El libro digital o e-book no se propone acabar con la galaxia Gutenberg, sino adaptarla a la era del comercio electrónico, es decir, comprar y descargar los libros a través de Internet y leerlos en la pantalla del ordenador.
Muchos escritores decían aborrecer la informática cuando empezaron a proliferar los ordenadores personales pero el procesador de textos terminó siendo su principal herramienta de trabajo. Si este proceso se repite con los recientes e-books, el agitado mercado editorial puede experimentar una transformación que iría mucho más lejos que las que se produjeron al sustituir la tipografía por la fotocomposición y ésta por la informática.

Los cambios que aporta la tecnología de los libros digitales afectan a todo el proceso, desde la creación y distribución de las obras hasta su lectura

Un reciente acuerdo de Grupo Planeta con Microsoft ha hecho posible veintinueve.com, una librería virtual que se autodefine como la tienda de los libros electrónicos. La inauguración de este sede web el 23 de abril de 2001 se ha convertido en un hito importante de la historia del libro electrónico (e-book) en el mercado español. Desde ese día los internautas que visitan la dirección www.veintinueve.com pueden adquirir y descargar en su disco duro hasta un centenar de libros electrónicos en castellano, la mayoría de ellos de literatura, economía, tecnología o márketing. También se pueden descargar clásicos de Rubén Darío o Calderón de la Barca, por ejemplo, que los editores han dispuesto de modo gratuito para familiarizar a los lectores de habla hispana con el nuevo producto.

A finales de este año se espera que el fondo de libros disponible con el nuevo formato se acerque al millar. Con esta iniciativa, la lengua castellana sigue los pasos de la inglesa, que ya contaba con anterioridad con una oferta relativamente amplia de e-books, disponibles en librerías pioneras como Amazon.com o Barnes and Noble, por ejemplo.

Esta incipiente oferta es la punta del iceberg de una actividad que según fabricantes y consultoras especializadas tendrá un importante futuro. La consultora Forrester Research, por ejemplo, espera que en cinco años la actividad de los libros digitales en su conjunto represente el 17,5% de los beneficios de la industria editorial. De este pastel quedarían excluidos los libreros tradicionales, sustituidos en el reparto por los implantadores de esta tecnología, en especial Adobe y Microsoft, desarrolladores de software y de aplicaciones para tratar contenidos.

El funcionamiento de sus tecnologías es similar y se basa en dos tipos de aplicaciones: una para el lector y otra para el editor. La primera es un software gratuito que se descarga desde Internet y que permite la lectura de los libros electrónicos en las pantallas del lector, tanto si utiliza sistemas de sobremesa, portátiles u ordenadores de mano. Pero ambas fórmulas son incompatibles entre sí. Mientras Microsoft utiliza el formato PDF, Adobe emplea el LIT, lo que obliga a los amantes de la lectura en pantalla a cerciorarse de que los libros elegidos estén disponibles para el formato que utilizan. Si no es así, el usuario puede instalar ambos programas lectores, que coexistirán sin problemas en su ordenador.

La segunda aplicación permite la edición y distribución de obras a través de Internet. Está vinculada al software lector correspondiente y se instala en el servidor del editor o de la librería virtual. Microsoft y Adobe utilizan la misma fórmula de comercialización, basada en acuerdos de transferencia de tecnología a sus clientes, lo que incluye la formación, implantación y mantenimiento, a cambio de recibir un porcentaje de participación en los beneficios. Los fabricantes prometen a los editores menores costes de edición, distribución, almacenamiento y conservación que en el caso de los libros tradicionales. A ello ayuda que el archivo digital que contiene una obra ocupe aproximadamente un megabyte de promedio y que el editor pueda reproducirlo todas las veces que sea necesario, lo que de paso terminará con uno de los inconvenientes del formato papel: el concepto de libro agotado. Sin embargo, conviene recordar en este punto que la reproducción de copias y la impresión por parte de los lectores depende de los permisos establecidos por el editor, ya que cada obra queda vinculada al equipo desde el que se adquirió. La razón de ello es que la tecnología e-book ha sido diseñada en pleno síndrome de Napster, la fórmula de distribución gratuita que quita el sueño a la industria discográfica. Para evitar que se repitiera el fenómeno con los contenidos editoriales los fabricantes de este tipo de software han priorizado la salvaguarda de los derechos de autor a costa de la flexibilidad de uso por los usuarios finales.

Era de esperar que este ahorro de costes que promete la nueva tecnología beneficie también a los compradores de los libros. En Barnes and Noble www.bn.com por ejemplo, se pueden encontrar con facilidad títulos por debajo de los 10 dólares. Sin embargo, la consulta al catálogo de la librería virtual española veintinueve.com revela que el precio de los e-books en castellano apenas difiere del que tienen las obras convencionales. ¿Cuáles son pues las armas reales con las que cuenta el e-book para imponerse en nuestro mercado? Por ahora sólo la sofisticación tecnológica. La posibilidad de realizar anotaciones en sus páginas, resaltar selecciones de texto, ampliar los contenidos mediante enlaces a sedes web, la reanudación automática de la lectura en el punto en el que se abandonó la sesión anterior, la búsqueda de palabras y su significado, la facilidad de almacenamiento en disco duro o la posibilidad de reproducir mediante voz los textos seleccionados por el usuario son algunos de sus puntos fuertes.

No parece que basten para inclinar la balanza. La oferta de e-books es prácticamente insignificante frente a los títulos en formato papel y la ergonomía de los volúmenes convencionales sigue siendo superior a la que proporciona la lectura en pantalla. Sin embargo, es muy posible que en un primer estadio la lectura basada en el bit aporte ventajas en el caso de obras que necesiten ser actualizadas a menudo, como libros de consulta, manuales técnicos y publicaciones.

En la actualidad, sustituir con frecuencia los ejemplares obsoletos es una práctica poco rentable, pero esto puede cambiar si la tecnología del e-book recurre a fórmulas similares a las que emplean los desarrolladores de software para actualizar sus productos a través de Internet. El resultado sería un proceso de mejora continua y de actualización capaz de convertir los manuales de referencia en productos de larga vigencia, por lo menos mientras existan personas interesadas en su lectura.

De momento, los millones de lectores amantes del confortable formato papel pueden leer tranquilos: el libro de papel no peligra. Pero mientras que la imprenta cuenta con más de 500 años de existencia, el e-book es apenas un recién nacido y a medida que madure equilibrará la balanza. En los próximos meses, fabricantes como Adobe y Microsoft presentarán nuevas y más potentes versiones de su software para sistemas de sobremesa, portátiles y ordenadores de bolsillo. Las mejoras también se suceden en los ordenadores de bolsillo que utilizan el sistema operativo Pocket PC de Microsoft (como
Compaq, Casio, HP y otros), o los que utilizan el sistema Palm OS, como Palm. Los dispositivos específicos para la lectura de libros electrónicos que utilizan Gemstar o Rocket todavía son raros y caros si bien a medida que aumente su oferta el precio tenderá a disminuir.

Los fabricantes intentan tranquilizar a los profesionales de la galaxia Gutenberg afirmando que la nueva tecnología no se propone terminar con el soporte de papel, sino enriquecer la oferta. Mientras tanto, la eterna polémica entre tecnófilos y tecnófobos ha perdido en esta ocasión mucha virulencia. Y no por falta de argumentos, porque los desafíos que plantea el e-book no son pequeños, empezando por la privacidad.

El software utiliza encriptación pero ¿quién garantiza que la revelación de sus gustos literarios no pueda perjudicar a un acusado? El bajón de respuesta crítica puede deberse a que cada vez es más obvio que la implantación de la tecnología de la información es un camino muy contradictorio. basta comprobar como a medida que arrecian las campañas que prometen la oficina sin papeles su consumo se dispara.

Hace un par de décadas se profetizaba que la tecnología videotex (que en España representaba el servicio Ibertext), acabaría con el soporte papel, pero no hace ni media docena de años que esta tecnología fue arrollada por Internet y hoy apenas se acuerda nadie de ella. Wang, uno de los fabricantes más activos en la implantación de procesadores textos contribuyó a que el bit ganara el pulso a las teclas mecánicas, pero fue devorado a su vez al no saber adaptarse a la eclosión del ordenador personal. Olivetti, el histórico fabricante italiano de máquinas de escribir, acabó adquiriendo Telecom Italia. Contradicciones que demuestran que el oficio de gurú de las tecnologías de la información debería reservarse a las personas de temperamento temerario....

INFORMACION TÉCNICA:

Adobe Acrobat Reader 2.0
Su versión 1 está disponible para sistemas Windows, Mac y Palm y su versión 2.0 ha aparecido para Windows de 32 bits y, en breve, lo hará para para el resto de entornos mencionados. Incluye, opcionalmente, un diccionario en varios idiomas y cuya versión en castellano aparecerá en breve. En su versión para Windows 98, este software ocupa unos 6,6 MB y a través de una línea ADSL tarda en descargarse alrededor de 15 minutos. Utilizado en entornos Windows 2000 puede reproducir mediante voz (aunque de momento sólo en inglés) el texto previamente seleccionado. Descarga gratuita en www.adobe.com/products/ebookreader/main.html#

Funciona en sistemas operativos Windows y en PocketPC (antes Windows CE), la versión de Windows para ordenadores de bolsillo. En este caso no es necesario descargar el software lector porque estos dispostivos lo incluyen de serie. Disponible en inglés, al igual que el diccionario Encarta que incluye. A partir del pasado 23 de abril está también disponible en castellano, aunque la aparición del diccionario puede tardar unos meses. Descarga gratuita en
www.microsoft.es/reader

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