A la gente le interesa la ciencia. O al menos eso dice la última Encuesta sobre la Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología que elabora cada año la <a title="Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología" href="https://icono.fecyt.es/informesypublicaciones/Paginas/Percepcion-Social-de-la-Ciencia.aspx" target="_blank">Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología</a> (FECYT). Este informe dice que el 15% de los encuestados marcó la ciencia y la tecnología como uno de los tres temas que para ellos eran especialmente interesantes.
Pero encontramos otros datos también muy reveladores, como los principales canales a través de los cuales los ciudadanos deciden informarse. La encuesta deja claro que Internet y las redes sociales cada vez son más utilizadas para consumir contenidos científicos.
Para los ciudadanos, Internet es el segundo medio más usado como fuente de información científica (56,7%), sólo superado por la televisión (72,1%). Sin embargo, es el primer canal en el que se piensa. Un 39,8% de los encuestados citó Internet como fuente de información favorita cuando se les pidió que nombraran tres medios de comunicación. En los últimos diez años, Internet ha triplicado su incursión como primera fuente de acceso a la información sobre ciencia y tecnología.
Ahora bien, Internet es muy amplio. Son muchos los canales o plataformas que conviven en la red mundial. Y las redes sociales tienen un hueco importante. Un 30,8% de los españoles tiene las redes sociales como fuente de información científica en Internet. Sólo son superadas por la Wikipedia (32,7%) y por los medios digitales generalistas (31,5%).
Que los ciudadanos consumen información científica a través de Internet y de las redes sociales queda claro, pero ahora falta conocer la otra cara de la moneda: los que generan dicha información. ¿Cómo ven los investigadores y las instituciones científicas la divulgación de ciencia a través de las redes sociales? Un estudio de Nature dice que para los investigadores, las redes sociales generalistas (Facebook, Twitter, LinkedIn...) son útiles para descubrir oportunidades laborales, para conocer y contactar con compañeros, para publicar trabajos propios y compartir los de otros, para discutir y comentar las últimas investigaciones y para seguir debates. Pero las redes sociales dan para mucho más.
No se puede obviar el potencial de las redes sociales. Con ellas, la ciencia encuentra una nueva forma de acercarse a la sociedad y de conseguir que sus contenidos lleguen más lejos. Ahora bien, esta ventaja, que ayuda a mejorar el impacto y la visibilidad de los investigadores y sus trabajos, no es la única ventaja de usar las redes sociales para la comunicación científica. Los científicos pueden, a través de estos canales, difundir sus investigaciones sin intermediarios, de forma asegurada e inmediata. No dependen de una revista científica o de un medio de comunicación que limite o vete lo que no quieren publicar.
Además, gracias a las redes sociales, los investigadores pueden conectar e interactuar con la sociedad, lo que les permitirá recibir feedback para conocer qué piensan de su trabajo e incluso podrían hacerse preguntas básicas sobre sus propios proyectos que quizás no pensaban. Si los científicos consiguen adaptar la información científica para los medios sociales, a pesar de que a veces es espesa y difícil de entender, podrán atraer talento y motivar la pasión por los descubrimientos científicos y por el trabajo de la investigación entre los más jóvenes. Estos canales atraen público joven entre los que estarán los científicos de mañana.
Eso sí, para conseguir buenos resultados en estos nuevos medios, hay que tener en cuenta algunas peculiaridades de la explosiva mezcla: redes sociales y ciencia. En primer lugar, hay que plantear la gestión de las redes sociales con cierto criterio y establecer una estrategia mínima. Si quieres hacer comunicación para conseguir unos resultados, hace falta marcarse claramente qué objetivos persigues, a qué publico te diriges, en qué redes sociales vas a participar, cuál va a ser el estilo de tus mensajes, cómo vas a medir tus acciones, etc. Todo esto te ayudará a saber hacia dónde enfocar tu gestión diaria y será útil para percatarte de si el esfuerzo vale la pena o, por lo contrario, estás perdiendo el tiempo.
En segundo lugar, es muy importante saber adaptar el contenido para ajustarlo al canal. En las redes sociales la gente espera, o prefiere, encontrar mensajes ligeros y de fácil consumo. Pero no te asustes, esto no está reñido con los contenidos más densos y rigurosos que trae la ciencia. Existen diversas formas de convertir un contenido científico en algo más agradable para que llame la atención de la audiencia. Las principales técnicas llevan a saber seleccionar y reducir la información, ya que no todo lo que es importante para el investigador interesa a la gente. Además, debes ser capaz de usar un lenguaje llano y evitar tecnicismos; intenta siempre contextualizar tus contenidos para acercarlos a la sociedad; usa recursos literarios (metáfora, prosopopeya, ejemplificación, comparación, transposición, etc.); despierta la curiosidad (preguntas o datos llamativos); emociona; humaniza la historia y recurre al humor, si se te da bien.
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No se puede obviar el potencial de las redes sociales. Con ellas, la ciencia encuentra una nueva forma de acercarse a la sociedad y de conseguir que sus contenidos lleguen más lejos |
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Pero también es importante pensar en el formato que mejor funciona en las redes sociales. Es cierto que el texto es fundamental, pero aun así, la imagen (vídeos, fotografías, infografías, etc.) es la gran triunfadora. Todas las estadísticas demuestran que los contenidos visuales en las redes sociales tienen más engagement. El 75% de los contenidos publicados y compartidos por las páginas de Facebook son fotos. Y es que son las imágenes las que se llevan un 87% de las interacciones de los seguidores. Y en Twitter pasa exactamente lo mismo. Según un estudio, el 63% de los tuits más retuiteados contenían fotos (35%) o vídeos (28%). Concretamente en España, otro estudio demostró que Twitter se ha convertido en una plataforma ideal para compartir contenidos en vídeo. El 82% de los usuarios consume contenido audiovisual. Además, los vídeos en Twitter casi que multiplican por tres las interacciones.
Y en tercer lugar, es muy importante la actitud y la conducta que hay que tener para encajar en estos nuevos medios. Los usuarios de las redes sociales esperan ver en ti una forma de hacer que no desentone en el canal en el que estás. Tus contenidos científicos llegarán más lejos si escuchas lo que dice tu comunidad, si interactúas con ella, si asumes las críticas, si mantienes una relación positiva y dialogante o si compartes contenidos ajenos y no sólo propios. Además, es adecuado conocer las convenciones y las buenas prácticas en cada red social como por ejemplo usar hashtags, mencionar a otros usuarios, etc.
Todo esto sólo son algunos consejos. Si te interesa divulgar ciencia en las redes sociales, siempre puedes buscar más información que amplíe estos trucos, aunque en realidad no hay demasiada bibliografía que ayude a los investigadores y a los técnicos de comunicación de las instituciones científicas. Por eso me animé a escribir Cómo divulgar ciencia a través de las redes sociales. Se trata de un manual que prepara para divulgar contenidos científicos a través de las redes sociales y los blogs, a la vez que proporciona una visión global y teórica de los principales conceptos de la comunicación científica en los medios sociales. En él hablo de ciencia ciudadana, open access o métricas alternativas, pero también de marca personal, plan de contenidos, realización de vídeos o comunidad online, entre otros aspectos.
El libro aborda todo lo que se necesita saber para comunicar de forma efectiva y conseguir el máximo impacto y visibilidad. Las buenas prácticas, ejemplos y recursos que ofrezco ayudan a llevar a cabo una gestión profesional de las redes sociales optimizando el tiempo al máximo. Además, el libro cuenta con la participación de 27 expertos y divulgadores científicos que aportan su experiencia para que sepas un poco más de la realidad que vive la ciencia en las redes sociales.