La última década del siglo XX cambió el paradigma por el cual explicamos la primera expansión humana en nuestro continente. La ciencia que hemos generado a partir de entonces es muy distinta a la que se desarrollaba previamente. Hasta 1990 teníamos muy pocos restos, apenas ninguno, de más de un millón de años, y una explicación general y comúnmente aceptada: los humanos habíamos accedido a Europa en un momento relativamente reciente, hace en torno a 800000 años y siempre con una tecnología avanzada, el Modo 2 o Achelense. La ciencia estaba dedicada a hallar los yacimientos que esa hipótesis preveía.
Esta situación se invirtió a partir de una serie de descubrimientos nuevos y la reevaluación de otros preexistentes. Tres conjuntos arqueológicos y paleontológicos han estado en el centro del cambio: Dmanisi (República de Georgia), Atapuerca (Burgos) y Orce (Granada). Desde ese momento el énfasis ya no estaba sólo en hallar los restos de la primitiva humanización de Europa, bien conocidos a partir de entonces, sino que el interés radicaba en explicar el por qué y el cómo se había producido esa expansión, ya que era evidente que la explicación antigua no servía. La investigación es ahora muy distinta: ha cambiado en objetivo e interés.
Copyright: Jordi Mestre-IPHES
En Dmanisi se descubrió a primeros de la década de los 90 una mandíbula humana que fue sólo el primer hallazgo que ha conseguido recuperar un conjunto fósil humano extraordinario con diversos cráneos completos y numerosos huesos postcraneales. Más allá de los fósiles, la datación del conjunto ha sido quizá el dato más destacado: 1,8 millones de años de antigüedad, mucho más de lo que se esperaba en las hipótesis anteriores. En Atapuerca, conocido desde los años 80 por el hallazgo de restos de hasta 28 individuos de la especie Homo heidelbergensis en la Sima de los Huesos, se descubrieron a mediados de los 90 los primeros fósiles de la nueva especie Homo antecessor en el yacimiento de Gran Dolina, con una antigüedad de 800000 años. Este dato se completó al encontrar en 2007 un nuevo resto de la misma especie en el yacimiento de la Sima del Elefante, aquí con una datación de 1,3 millones de años. En todos los casos la tecnología que acompaña los fósiles es de Modo 1, la más primitiva de la historia humana: en ninguno de estos yacimientos tenemos restos de Modo 2 o Achelense.
También en los sitios de Orce, Barranco León y Fuente Nueva 3, los datos han permitido desarrollar el nuevo paradigma. Los dos lugares, conocidos desde los años 80, fueron excavados desde los 90 y se halló en ambos numerosos restos fósiles de grandes herbívoros con presencia antrópica por la aparición importante de herramientas de piedra. Desde inicios de los 2000 se fecharon los dos en torno a 1,3 millones de años de antigüedad, situándose como los más antiguos de la península y del occidente europeo, sirviéndonos para la investigación del por qué y el cómo de la ocupación humana primitiva de Eurasia.
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Los sitios de Orce, Barranco León y Fuente Nueva 3 se fecharon en torno a 1,3 millones de años de antigüedad, situándose como los más antiguos de la península y del occidente europeo |
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Los dos yacimientos con actividad humana de Orce se formaron en el borde del antiguo lago de Baza, una masa de agua salobre que ocupaba toda la región entre Baza y Orce y a la que desembocaban numerosos cursos fluviales del entorno, situados sobre todo en la comarca de Guadix. El entorno rico en agua lo describimos a partir de los sedimentos y, en especial, por la riqueza en moluscos de agua dulce en los yacimientos, un hecho que los relaciona con pequeños cursos que bajaban hacia el lago formando zonas deltaicas en sus playas. La fauna, tanto la micro como la macro, en la que destaca el arvicólido de dientes de crecimiento continuo, Mimomys savini, típico de los entornos ricos en agua de la Europa anterior a los 500000 años de antigüedad, y el Hippopotamus antiquus, otra especie típica de entornos acuáticos, refuerza la conclusión sobre el entorno.
Se trataba de entornos muy ricos, con presencia de numerosos rebaños de grandes herbívoros, como el Mammuthus meridionalis, Stephanorhinus hundsheimensis, Equus altidens, Megaceroides obscurus, junto a los ya citados hipopótamos. Unos entornos en los que diversos carnívoros y carroñeros competían por acceder a los recursos. Entre estos carnívoros destacan el Machairodus y el Homotherium, es decir los tigres de dientes de sable, acompañados por animales omnívoros como el Ursus, y carroñeros como la Pachycrocuta brevirostris. Todos ellos configuran un medio altamente competitivo al que los humanos recién llegados se adaptaron muy bien a tenor de los resultados de las excavaciones llevadas a cabo en los yacimientos de Orce y que se han reemprendido en 2010.
Copyright: Jordi Mestre-IPHES
La tecnología aplicada por los grupos humanos que se introdujeron en la región Bética estaba basada en la talla ortogonal, es decir, en el golpeo de un bloque de sílex con un ángulo de 90º o incluso más, lo cual genera productos pequeños y para nada estandarizados y que convierte el bloque de sílex en un volumen muy cúbico que pronto se agota porque pierde los ángulos sobre los que golpear. Las cadenas operativas de producción y uso de instrumentos eran cortas, se agotaban con la producción de lascas afiladas para menesteres de uso inmediato y abandono rápido. Este extremo lo demuestra la captación de bloques de sílex en el entorno más próximo tal como atestigua el análisis de las rocas utilizadas y que ha sido publicado recientemente. El territorio en el que los humanos hallaban los recursos alimenticios, buscaban las bases para los productos que pudieran satisfacer sus necesidades y en el que llevaban a cabo la extracción de biomasa animal para alimentarse, constituía un espacio muy reducido de pocos miles de metros cuadrados. Su economía era muy básica y de corto alcance.
La excavación arqueológica de 2010 ha sacado a la luz en algunos casos conjuntos restringidos de fósiles de mamíferos, compuestos por algunos huesos, acompañados de industria lítica. Estas evidencias nos muestran actuaciones cortas y puntuales de los humanos que accedieron quizás al cadáver de un rinoceronte, elefante o hipopótamos y del que extrajeron una cantidad relativa de alimento abandonando en el mismo lugar los restos no aprovechados y los instrumentos usados. Los enclaves con presencia humana en estas épocas primitivas parecen estar constituidos por una acumulación más o menos grande de pequeñas acciones a lo largo del tiempo.
A veces se puede atestiguar la competencia directa entre humanos y otros grandes depredadores como la hiena de hocico corto, la Pachycrocuta brevirostris. Es el caso del esqueleto casi entero de elefante excavado entre 2002 y 2003 en Fuente Nueva 3 alrededor del cual se hallaron tanto instrumentos de piedra como coprolitos de hiena que inducen a proponer una competencia por los recursos, una competencia que habrá que analizar más en profundidad a lo largo de los próximos años para confirmarla. En la explicación del cómo los humanos se introdujeron y medraron en los ecosistemas de Europa occidental los datos proporcionados por Orce son clave ya que proporcionan información de cómo conseguían alimento y otros recursos a diario y de cómo los explotaban. Es importante poder demostrar de forma fehaciente si los humanos eran principalmente carroñeros de grandes presas y/o cazadores de pequeños animales y, en cualquier caso, si eran capaces de ser los primeros en acceder a las presas en beneficio propio, en competencia con los otros depredadores y frente a ellos.
Lo que recientemente se ha hallado, después de demostrar que los yacimientos de Fuente Nueva 3 y Barranco León nos permitirán hallar restos en más niveles de los que en un principio se habían detectado, debe abrirnos la puerta a poder ofrecer a la ciencia europea y mundial el cómo los humanos se introdujeron en un entorno mediterráneo completamente nuevo para ellos y muy diverso, con grandes zonas lacustres como Baza-Orce y fluviales y cársticas como las de Atapuerca y consiguieron sobrevivir con la tecnología más básica de la historia humana.
El por qué llegaron tan temprano con una tecnología tan básica requiere la conjunción de todos los datos de Eurasia para dibujar una situación de competencia extrema por los recursos en África lo cual obligó a algunos grupos a buscar nuevas geografías inexploradas y con menor competencia intraespecífica, es decir, con menor población humana. Quizá este fue el escenario de la primera expansión humana por Eurasia y de su llegada a Europa occidental.
Orce nos ha ofrecido muchos datos y nos debe ofrecer aún más para seguir adelante con el nuevo paradigma en el que la ciencia se está dedicando a esclarecer el cómo y el por qué de unos fenómenos que ya son bien evidentes y de los que nadie duda: la existencia de población humana en un lugar, en un momento y con unas características que hace veinte años, cuando estábamos empeñados en hallar los trazos de una humanidad mucho más reciente, nadie hubiera imaginado y muy pocos sospechaban.