Un equipo de investigación de la URJC, en colaboración con la Universidad de Madeira y una empresa australiana, evalúa la seguridad de infusiones de hierbas y flores
La novedosa técnica desarrollada ha permitido obtener resultados con una adecuada precisión, exactitud y sensibilidad para la detección de estas sustancias.
En los últimos años se ha visto incrementado el consumo de tés e infusiones de hierbas y flores de manera significativa entre la población. Este hecho puede atribuirse a las propiedades saludables que se atribuyen a estos productos, principalmente gracias a la presencia de compuestos bioactivos con propiedades antioxidantes o antiinflamatorias, entre otras. Sin embargo, el consumo de este tipo de infusiones no está exento de riesgos, dado que en algunas ocasiones pueden encontrarse cantidades relevantes de algunas sustancias tóxicas, como los alcaloides tropánicos y pirrolizidínicos, naturalmente presentes en estas plantas. Así, recientes informes publicados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) han puesto de manifiesto la preocupación que supone la presencia de estas toxinas naturales en los alimentos que habitualmente consumimos. Además, recientes regulaciones sobre los niveles máximos permitidos de alcaloides tropánicos y pirrolizidínicos han sido publicadas al respecto por la Comisión Europea.
Esquema de preparación de muestra por µSPEed con la jeringa digital digiVOL® (E-PREP, Australia).
Para avanzar en el análisis de alcaloides en alimentos, la profesora de la URJC Isabel Sierra apunta que “la aplicación de técnicas micropreparativas ha resultado de gran utilidad, ya que ha permitido desarrollar métodos muy rápidos, sencillos y respetuosos con el medioambiente”. Fruto de estos trabajos, el Grupo de Investigación en Química Analítica aplicada a medioambiente, alimentos y fármacos (GQAA-MAF) de la URJC ha constatado la presencia de niveles importantes de alcaloides como la atropina y la escopolamina, que superaban los límites máximos legislados en infusiones especialmente de menta y té verde, así como diferentes alcaloides pirrolizidínicos en infusiones de caléndula, hibisco y malva.
Uno de los motivos por los que pueden encontrarse estas impurezas en las infusiones es debido a que plantas productoras de alcaloides como el estramonio, mandrágora, belladona, borraja, senecio o la viborera crecen habitualmente como malas hierbas entre los cultivos de plantas utilizadas para la preparación de estas bebidas (menta, manzanilla, tila, etc.). “El problema radica en que, si los niveles de contaminación son elevados, pueden producirse importantes cuadros de intoxicación aguda y toxicidad crónica a largo plazo, lo cual puede afectar principalmente a los grandes consumidores de este tipo de producto”, subraya la Dra. Sierra.
Para el control de estos tóxicos, el equipo de investigación ha recurrido a la novedosa técnica µSPEed (microextracción en fase sólida) que ha permitido con el mínimo uso de disolventes (del orden de microlitros) y de tiempo (un minuto) obtener resultados con una adecuada precisión, exactitud y sensibilidad. Estos trabajos, desarrollados en colaboración con investigadores de la Universidad de Madeira y la empresa australiana E-PREP, han sido publicados recientemente en las revistas Food Chemistry y Journal of Agricultural and Food Chemistry. Estas investigaciones forman parte del trabajo desarrollado en el marco del proyecto EVALKALIM, dirigido por la Dra. Sierra.