Se está desarrollando una sencilla pero eficaz prótesis retiniana con pigmentos orgánicos baratos y ampliamente disponibles utilizados en tintas de impresión y productos cosméticos.
Consta de diminutos píxeles, como un sensor de cámara digital a escala nanométrica. Sus creadores, de la Universidad de Linköping en Suecia y de la Universidad de Tel Aviv en Israel, esperan que pueda hacer recuperar la vista a algunas personas invidentes.
El equipo internacional de Eric Glowacki, de la Universidad de Linköping, ha desarrollado una diminuta y sencilla película fotoactiva que convierte los impulsos de luz en señales eléctricas. Estas señales estimulan a su vez a las neuronas.
El grupo de investigación ha elegido centrarse en una aplicación particularmente apremiante, retinas artificiales que podrían en el futuro restaurar la visión en algunas personas invidentes. Para optimizar la tecnología, se ha contado también con la colaboración de científicos de Italia y Austria.
El grupo de Yael Hanein en la Universidad de Tel Aviv se ha ocupado de llevar a cabo experimentos de recuperación de la visión. A dicho grupo se le considera líder mundial en la conexión de electrónica con el sistema nervioso.
La retina consta de varias capas delgadas de células. Las neuronas sensibles a la luz en el fondo del ojo convierten la luz incidente en señales eléctricas, mientras que otras células procesan los impulsos nerviosos y los transmiten por el nervio óptico hacia una zona del cerebro llamada "corteza visual". Se podría implantar quirúrgicamente una retina artificial en el ojo de una persona si la capacidad de ver la ha perdido como consecuencia de la degradación de las células sensibles a la luz, un daño que impide su conversión natural en pulsos eléctricos.
La retina artificial consiste en una película circular de material fotoactivo. Su estructura es similar a la de un píxel individual en un sensor de cámara digital. Cada píxel es verdaderamente microscópico: unas 100 veces más delgado que una célula, y posee un diámetro inferior al de un cabello humano. Consta de un pigmento de nanocristales semiconductores. Tales pigmentos son baratos y sin toxicidad, y se emplean habitualmente en productos cosméticos comerciales y en tinta para tatuajes.
La retina artificial actúa sin ningún conector externo, y las células nerviosas se ven activadas directamente, sin retardos.