24.02.2009
Resulta estremecedor ver el video del accidente del piloto polaco de Fórmula 1 Robert Kubica en el gran premio de Canadá en el año 2007. Su BMW se eleva por los aires, choca una primera vez con la barrera, da varias vueltas de campana y finalmente se detiene. Increíble, Kubica está vivo y es capaz de hablar con su manager de BMW. El coche ha quedado totalmente destrozado, la pista llena de trozos y astillas de carbono y, únicamente, se atisba la integridad del habitáculo del piloto. Una estructura ligera, resistente y con capacidad de absorción de energía ha sido capaz de mantener vivo al piloto frente a un impacto a 300 Km/h. Hoy en día, las escuderías de F1 diseñan y fabrican con normalidad coches en materiales compuestos, y, de hecho, prácticamente un 80 % del vehículo (carenado, habitáculo, suspensiones, cajas de cambio, etc.) está fabricado con estos materiales quedando el 20 % restante para piezas metálicas (transmisiones, motor y ruedas). El resultado final es un coche diseñado y fabricado con tecnologías más propias de la industria aeronáutica que de la automoción.