24.05.2011
En Junio de 1957, el año en que fallecía Miguel Catalán, salía yo del Instituto de San Isidro, en la calle de Toledo en Madrid, apenas a un kilómetro de aquí, con mis quince años, mi título de bachiller bajo el brazo (es un decir pues, en la práctica, el título tardaba bastante más de un año en expedirse), la seguridad de estudiar una carrera de Ciencias y cierta predisposición hacia la Química, tras las enseñanzas que de ella me prodigaron el catedrático, D. Faustino Moreno, que se jubiló ese año, y su ayudante, D. Joaquín Abejer que nos deleitaba con unas estupendas <strong><em>experiencias de cátedra</em></strong> que mostraban el carácter eminentemente experimental de dicha rama de las Ciencias de la Naturaleza.