Los científicos han estado intentando explicar durante más de dos décadas cómo está contaminado el Ártico con el mercurio tóxico. Un nuevo estudio arroja luz sobre el proceso más probable, a la vez que alerta de los peligros para los humanos y el medio ambiente.
Si usted tuviera que elegir una región de la Tierra que pudiera estar protegida de la contaminación derivada de la actividad humana, la tundra ártica, un enorme ecosistema nórdico que rodea al océano Ártico, sería un buen punto de partida. Sin embargo, la zona está contaminada con mercurio muy tóxico que se sabe que se filtra del suelo hacia los ríos y, finalmente, hasta el océano Ártico, contaminando la fauna acuática de la que las comunidades indígenas dependen para sobrevivir.
COMPRENSIÓN DEL CICLO DEL MERCURIO
Los países industrializados y en desarrollo emiten alrededor de 2.000 toneladas de mercurio a la atmósfera cada año. Estas emisiones de mercurio se presentan en distintas formas, como el mercurio oxidado, conocido como Hg(II), y el mercurio elemental gaseoso o Hg(0). El primero tiende a permanecer cerca de la fuente de emisión, mientras que el segundo puede propagarse por todo el mundo.
Los científicos que estudian este fenómeno con aportaciones del proyecto financiado por la Unión Europea (UE) MEROXRE resumieron, en un escrito publicado en la revista Nature el año pasado, cómo recopilan los datos a lo largo de un año utilizando un laboratorio establecido en la tundra. Midiendo los niveles de mercurio y realizando análisis químicos, los investigadores pudieron determinar que el Hg(0) representaba el 70 % del mercurio detectado en el suelo de la tundra, del que el Hg(II) representaba menos de una tercera parte.
Habida cuenta de la capacidad del Hg(0) para propagarse por amplias zonas, los científicos se han quedado perplejos ante los motivos por los que puede haber unas elevadas concentraciones en el Ártico. El profesor Daniel Obrist, uno de los autores del estudio, en un artículo de la revista The Conversation, señala que el Hg(0) de las zonas más soleadas y cálidas tiende a inducir reacciones químicas que hacen que el Hg(0) sea repelido.
Los investigadores sugieren que gran parte del mercurio se absorbe de la atmósfera en las hojas de la vegetación de la tundra, de forma muy semejante al dióxido de carbono, durante el corto espacio de tiempo de crecimiento de las plantas cuando la nieve se derrite. Dado que las plantas vuelven a quedar cubiertas de nieve y hielo durante muchos meses, el mercurio es captado por el suelo, protegido de la luz del sol y el calor que podrían provocar reacciones químicas que propiciarían que volviera a propagarse por el aire.
Cuando las plantas pierden sus hojas o mueren, el mercurio se deposita directamente en el suelo, lo cual explicaría el porqué de la escorrentía del suelo de la tundra hacia el océano Ártico deposita entre la mitad y dos terceras partes de todo el mercurio del océano Ártico. En el océano, el mercurio puede convertirse en metilmercurio orgánico, compuesto muy tóxico que puede pasar a la cadena alimentaria acuática.
La contribución singular del proyecto financiado por la UE MEROXRE consistió en medir los isótopos de mercurio estables, una técnica que permitió que el equipo identificara diversas fuentes de mercurio en la atmósfera, la nieve acumulada, la vegetación y el suelo. Estas mediciones confirmaron, además, el predominio del Hg(0), lo cual lleva a considerar a la tundra ártica como un posible sumidero de mercurio de relevancia mundial.
Las conclusiones del equipo han invalidado en gran medida las teorías de que la contaminación por mercurio se debía a la lluvia y la nieve o de que el ciclo químico del mercurio en la tundra ártica era inducido por la sal marina.
EVITAR LOS DESENCADENANTES DEL CAMBIO CLIMÁTICO
En el Ártico, se han detectado niveles de mercurio elevados en ballenas beluga, osos polares, focas, peces, águilas y otras aves. Esto repercute en las personas, en particular, las comunidades inuit locales que obtienen su alimento de la caza y las prácticas pesqueras tradicionales. Se sabe que unos períodos largos de exposición a niveles elevados de mercurio pueden provocar problemas neurológicos y cardiovasculares.
Si bien el estudio de los posibles efectos del cambio climático quedaba fuera del alcance del proyecto, los investigadores señalan que el calentamiento de la Tierra podría dar lugar a la liberación del mercurio capturado y que actualmente está atrapado en el permafrost, lo cual incrementaría los vertidos de este metal en las aguas del Ártico. El profesor Obrist recuerda que queda más trabajo por hacer para comprender mejor la absorción de Hg(0) de la vegetación y el suelo, así como los efectos sobre el medio ambiente, con el fin de ayudar a las autoridades reguladoras, los responsables de las políticas y las iniciativas como el Convenio de Minamata a reducir los riesgos.