Un matemático se enamoró locamente
de una joven mujer, atractiva y fascinante.
Para acreditar de sus curvas la perfección,
de ratios armónicas y ángulos se valió,
garabateando jeroglíficos alarmantes.
....
Sea X belleza, e Y buenas maneras,
Z la fortuna, (esto último es esencial).
Sea L la inclinación al amor -enunció-
Entonces, L es una función de X, Y y Z
del tipo que conocemos como Potencial.
Ahora, si se integra L respecto de dt,
(siendo t tiempo y persuasión),
entre límites apropiados, fácil es ver,
que su resultado, el matrimonio debe ser.
(Una muy concisa demostración)
Y proclamó - Si el errante curso de la luna
con el Álgebra puede ser predicho,
los afectos femeninos pronto también lo serán.
Pero ella se fue con un teniente de dragones
dejándole perplejo y afligido.
De Songs and Fables, 1874