La Declaración de Budapest sobre la ciencia (1999) reconoció que hombres y mujeres han tenido desigual oportunidad de contribuir y disfrutar del conocimiento científico (arts. 5 y 24) e insistió en que la igualdad en el acceso a la ciencia es una condición para el desarrollo humano, imprescindible para que las comunidades científicas orienten su trabajo hacía las necesidades de la humanidad (art. 42).
Para desmontar actitudes y prejuicios fuertemente arraigados durante siglos, que con pocas excepciones han mantenido a las mujeres en un bajo nivel de acceso al conocimiento y han estigmatizado a las mujeres inteligentes o cultas, hace falta mucho esfuerzo individual y mucho apoyo colectivo. En la conquista del conocimiento no basta con acceder a las aulas y ejercer después sin trabas una carrera científica. También hay que lograr que la dedicación a la ciencia no arruine la vida privada de las mujeres investigadoras ni les impida desarrollar los múltiples aspectos de su personalidad.
Por eso, para ilustrar este breve comentario, he elegido dos fotografías. La primera es una conocidísima instantánea de Albert Einstein saludando cómicamente a los que le esperaban en el homenaje de su 72 cumpleaños. Su confianza en sí mismo y su empoderamiento era tan grande que podía hacer el payaso sin que se desmoronase su imagen de sabio. Con el cabello gris despeinado y el gesto burlón en la boca, rápidamente se convirtió en un icono popular que consagraba su imagen de científico exitoso, libre y creativo. Incluso la convirtió en tarjeta de felicitación. La otra fotografía corresponde a Alberta Einstein, una heterónima todavía no nacida que copia de él su gesto burlón y su cabello despeinado.
Al verlos juntos, no puedo dejar de preguntarme: ¿Cuánto tiempo tendrá que transcurrir para que exista una científica tan reconocida que pueda mostrarse en público divertida e irónica, sin temor a que eso menoscabe su imagen de compromiso con la ciencia? ¿Y más difícil aún, que se atreva a no censurar ella misma la foto por contradecir una estética obligatoria y la convierta en mensaje de Navidad para sus amigos?
Maria Angeles Duran es doctora en Ciencias Políticas y Económicas por la Universidad Complutense, ha sido catedrática de Sociología, presidenta de la FES, miembro del Executive Committee de la International Sociological Association y directora del Departamento de Análisis Socioeconómico en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, donde permanece en la actualidad como profesora de investigación ad honorem. En 2002 obtuvo el Premio Nacional de Investigación para las Ciencias Sociales, Económicas y Jurídicas Pascual Madoz y en 2018 el Premio Nacional en Sociología y Ciencia Política del CIS. Desde 2017 es miembro de honor del Colegio de Arquitectos de Madrid. Es autora de más de trescientas publicaciones y presentaciones virtuales sobre trabajo no remunerado, situación social de las mujeres, urbanismo, y sociología de la salud. Entre sus artículos más recientes destacan “La otra economía española”, “Mujer arrodillada sobre fondo moderno”, “Sobre ciencia, sabiduría y poder”, “Ciudades que cuidan”, “El cuidado en tiempos de pandemia” y “El malestar del cuidado”.