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Autor
Luis Blanco. Profesor de Investigación del CSIC. Centro de Biología Molecular Severo Ochoa

Margarita, mi madre de Madrid

Margarita Salas ha fallecido, pero no desfalleció nunca a la hora de reivindicar los medios para poder hacer Ciencia básica

Margarita Salas ha fallecido. Pero nunca lo hará su ejemplo y la admiración por ella de toda la comunidad científica nacional e internacional, y de toda la sociedad española. Algunos la conocieron brevemente, pero lo suficiente para sentirse orgullosos de haber sido sus discípulos. Otros, como es mi caso, compartimos con ella décadas de investigación, y disfrutamos de grandes momentos y alegrías científicas. Y una gran mayoría la conocía apenas, pero la admiraba por sus éxitos. Pero hoy, tanto unos como otros, nos sentimos enormemente compungidos por su muerte. Es el vacío de saber que Margarita ya no estará  en su despacho, con su bata puesta, y dispuesta a escucharnos el tiempo que hiciera falta. Y que ya no la veremos en los medios, siempre defendiendo la ciencia y la necesidad social de invertir en ella. Pero nos debe animar saber que la semilla de su legado germinará en los más jóvenes, y que le dedicarán preciosos dibujos los niños y niñas de todos los Institutos que llevan orgullosos su nombre.

Margarita fue mi madre de Madrid, como la he llamado siempre. Ella ha sido sin lugar a dudas la persona que más ha influido en mi vida científica, y quien me ha acompañado siempre a la distancia precisa, y me ha servido de ejemplo y estímulo para mi carrera profesional. Porque nuestra unión ha perdurado la friolera de 35 años, ya sea formando parte de su grupo, colaborando en redes, o compartiendo aventuras empresariales con nuestra gran amiga Cristina Garmendia. Su trabajo encomiable ha merecido todos los premios y galardones científicos, pero quiero significar el que creo que es el mas valioso de todos, el cariño y reconocimiento de todos sus discípulos. La carrera científica es muy larga y es muy dura. Se requiere la convicción y capacidad de sufrimiento de un corredor de fondo, pero aquí la soledad no es ninguna ventaja. Todos sus discípulos científicos le agradeceremos siempre habernos acompañado en nuestras carreras y también en nuestras vidas.

Margarita Salas ha fallecido, pero no desfalleció nunca a la hora de reivindicar los medios para poder hacer Ciencia básica. Lo hacía hablando no solo en su nombre, sino en el de todos sus colegas, y denunciando la penuria de mendigar subvenciones muy parcas, con las que los científicos hemos de hacer milagros para estar a la altura de la investigación internacional.  Aun así, el grupo de Margarita Salas se puede considerar como el mejor ejemplo de productividad científica continuada  y de gran calidad de nuestro país. A lo largo de 50 años de investigación sobre el fago fi29, no ha habido ningún aspecto de la biología de este fago que no haya sido escrutado en detalle, mediante análisis genéticos, estructurales, o enzimáticos, y siempre utilizando las metodologías más innovadoras en cada época. 

Por poner solo unos ejemplos, en 1967 se publica un artículo de Eladio Viñuela que supuso una revolución metodológica: la electroforesis en geles con SDS, que permitía estimar el peso molecular de cadenas polipeptídicas individuales. En el grupo de fi29 se purifica por primera vez el enzima de restricción EcoRI, fundamental para hacer los primeros mapas genómicos,  se utiliza ya la microscopía electrónica, se enseña a secuenciar el DNA por Maxam y Gilbert, se utiliza de forma pionera la mutagénesis dirigida para los análisis estructura función, y hasta se desarrollan nuevos métodos de amplificación de DNA.  Estos métodos, basados en la DNA polimerasa de fi29, fueron la base de la exitosa patente del CSIC por la que Margarita Salas ha sido premiada en Junio de este año por la Oficina Europea de Patentes, en  justo reconocimiento a su excepcional trayectoria científica.

En otros países, los grandes científicos pueden serlo porque disponen de medios suficientes. En el país de Don Quijote, la ciencia no es la excepción, y seguimos enfrentándonos a gigantes con una pequeña lanza. Tan cerca ya de las nuevas elecciones, y en el debate televisado de los 5 candidatos a la presidencia del gobierno, no hubo ni una sola palabra de apoyo a la ciencia. Margarita Salas ha dado su vida por y para la ciencia, y no nos ha pedido nunca su voto.

Muchas gracias Margarita por haber construido el grupo de ø29, y por haber formado a tantos científicos a los que has inculcado el respeto al trabajo, la exigencia y la perseverancia en el esfuerzo, cualidades de enorme utilidad, tanto en la ciencia como en la vida. 

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