La irrupción acelerada de clínicas privadas y públicas donde se investiga/practica (con las mujeres fundamentalmente) las tecnologías de reproducción asistida nos sitúa en una encrucijada discursiva de muchos aspectos.
Por una parte, el avance inaudito de estas investigaciones -inseparable de aspectos económicos (clínicas, industria farmacéutica, etc.); por otra, el discurso oscurantista de la Iglesia Católica, por otra, las necesarias reformas legislativas... y allá en el fondo, la desconsideración de la explotación de los cuerpos de las mujeres que estas biotecnologías conllevan.
Propongo una reflexión teórico/feminista que apunte a desvelar la invisibilización del óvulo. Mi tesis es que los ovocitos:
- constituyen el biomaterial básico para todas estas investigaciones
- pero, a su vez, son un recurso limitado y de difícil acceso: hay que hacer estimulaciones ováricas, y posterior extracción bajo anestesia general para obtener los óvulos que serán empleados para los ciclos FIVTE o bien para investigación...
- y, además, la mirada clínica o mediática ha invisibilizado su uso y ha banalizado las cargas que esto supone para los cuerpos de las mujeres.
Recordemos, brevemente, la utilización de óvulos en estas investigaciones.
*Partimos siempre de una estimulación ovárica: desarrollo y maduración de "varios" folículos (administración de diversas hormonas)
*Extracción de ovocitos (con anestesia general) que se utilizarán para:
- criopreservación - a) futuros ciclos reproductivos
b) investigación
- donación de ovocitos -tráfico nacional e internacional
- fertilización in vitro -a) ciclos FIVTE "normales"
b) diagnóstico preimplantacional (intersección con ingeniería genética)
c) embriones supernumerarios (investigación en células troncales)
*Utilización de ovocitos y embriones en investigación en células troncales embrionarias. Estas investigaciones dependen -en su biomaterial- de los ciclos FIVTE.
1ª fase: investigación: embriones
2ª fase: implementación de las terapias: ovocitos para clonación terapéutica: sea por FIV o por Transferencia Nuclear.
La regulación legal de clínicas y formas de investigación se produce con dos presiones contradictoria: los investigadores -que quieren manos libres, y la conferencia episcopal, que las condena sin ambages en nombre del alma de los embriones. Esta tensión hace que en nuestro país no sean frecuentes las dudas y autocríticas entre los investigadores. Además, no se pueden olvidar los intereses de patentes, industrias farmacéuticas, y de prestigio de los propios investigadores. Oculto, en esa maraña, el cuerpo de las mujeres. La Ley de Reproducción Humana Asistida (Mayo, 2006) hace esfuerzos por controlar el biomaterial que se genera en las clínicas, planteando, por ejemplo, la creación de un muy necesario registro de actividad de los centros que sigue sin cumplirse (hay mujeres que van sin control de unas clínicas a otras a hacer "donación" de ovocitos). Pero la Ley es casi ciega para con los cuerpos de las mujeres: aprueba el diagnóstico preimplantacional -pero sin regular el número de intentos, ni cuántos óvulos se usen para conseguirlo; regula la fecundación de óvulos: aquí sí aparece una consideración del cuerpo de las mujeres, pues, al eliminar el límite impuesto en la ley anterior de un máximo de tres embriones a fecundar in vitro en cada ciclo, se pueden criopreservar para nuevos ciclos FIVTE que serían menos lesivos. En estos momentos, se precisa también una regulación internacional del tráfico de óvulos.
En general, los proyectos de investigación tendrían que esforzarse más por encontrar otras formas de investigación en células troncales y en reproducción asistida que no pase por el uso desenfrenado de ovocitos. Una posibilidad es conseguir óvulos artificiales (por ejemplo, B. Aflatoonian y H. Moore, en la Universidad de Sheffield, Inglaterra).
La banalización del uso de ovocitos, esta es la principal objeción ética que se puede hacer a estas investigaciones.