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Autor
Miguel Ángel Criado

Las vacunas contra el coronavirus salvaron 20 millones de vidas en su primer año

La mayoría de las muertes evitadas fueron en los países más ricos, según un estudio que ha modelado el mundo con y sin la vacuna

Margaret Keenan, una británica de 90 años, recibió la primera vacuna contra el coronavirus fuera de los ensayos clínicos. Fue el 8 de diciembre de 2020, tras una acelerada carrera nunca vista en la historia por tener una defensa eficaz frente a un virus. Un estudio publicado ahora en la revista médica The Lancet ha modelado qué hubiera pasado en el mundo si no hubiera sido por las vacunas o, mejor, cuántas vidas han salvado: 19,8 millones de personas, tantas como si la covid se hubiera llevado por delante toda la población de Ecuador o a la mitad de los argentinos. El trabajo también confirma la desigualdad en el reparto de los inoculados entre países pobres y ricos.

No es fácil determinar el impacto de las vacunas contra la covid. Los ensayos mostraron que tenían entre un 60% y un 90% (según la formulación) de eficacia, entendida como reducción del riesgo de sufrir una covid de las graves. Pero, ¿cuántas muertes han evitado? No es sencillo saberlo. Para eso habría que imaginar dos mundos paralelos, uno con vacunados y otros sin vacunar, y ver dónde moría más gente por covid. Como tal comparación es imposible, hay que recurrir a las matemáticas y los modelos. Es lo que han hecho investigadores del Imperial College de Londres (ICL). Con los datos demográficos, incluyendo comorbilidades, de 185 países, infraestructura sanitaria, tasa de contagio previa, ritmo de vacunación y hasta tipos de vacunas, modelaron su impacto en el mundo desde que se vacunó a Margaret Keenan hasta el 8 de diciembre de 2021, justo un año después.

Si el modelo se apoya en las estadísticas de fallecidos por covid, las vacunas habrían evitado la muerte de 14,4 millones de personas en los 185 países estudiados. Pero no en todos sitios hay datos oficiales fiables. Ni siquiera en los países con avanzados sistemas de registro, como demostró el caso de España, las cifras reflejaban el número real de muertos por coronavirus. Por eso, se introdujo otra forma de contarlos. Se contabilizaron los fallecidos por todas las causas en 2020 o 2021 y se compararon con los decesos en los años prepandemia. Así, el exceso de mortalidad se podría adjudicar al virus. Sobre esta base, Oliver Watson, investigador del Centro para el Análisis Global de las Enfermedades Infecciosas del ICL y principal autor del estudio, lo tiene claro: “Estimamos que casi 20 millones de personas habrían muerto en un mundo sin vacunas”.

Según el modelo, la gran mayoría de las muertes evitadas lo fueron por impacto directo de la vacuna, es decir, por estar inmunizado. El resto se debería a los efectos indirectos: inmunidad de rebaño y descenso de la sobrecarga del sistema sanitario. El impacto de las distintas vacunas apenas se notó hasta mediados de 2021, cuando en los países más avanzados en la vacunación ya se había completado la doble pauta, pero levantado la mayoría de las restricciones. Esta investigación muestra también las diferencias, a veces enormes, entre unos países y otros.

“De los casi 20 millones de muertes estimadas que se habrían evitado en el primer año tras la llegada de las vacunas, cerca de 7,5 millones lo fueron en países cubiertos por la Iniciativa para el Acceso a la Vacuna contra la Covid (Covax, por sus siglas en inglés)”, dice Watson. Este mecanismo impulsado por la ONU, OMS y la alianza pro vacunas GAVI tenía por misión un acceso y reparto lo más igualitario posible entre los distintos países. Covax se impuso el objetivo de lograr que al menos el 20% de la población del centenar de países más pobres estuviera vacunada al acabar 2021. La OMS fue aún más ambiciosa, elevando ese objetivo al 40%. Pero la realidad ha sido otra. Por ejemplo, la primera vacuna llegó a Burundi 10 meses después que a Estados Unidos. Mientras la potencia americana ya había comprado vacunas suficientes para inocular tres veces a toda su población con la doble pauta antes de que estuvieran disponibles, solo el 0,07% de los habitantes de la República Democrática del Congo habían recibido al menos una dosis a finales de 2021.

El factor tiempo se ha demostrado clave. La vacunación empezó en Europa, Estados Unidos, Canadá y otros países avanzados mucho antes que en el resto del mundo y de forma masiva. “Esto significó que se evitaron más muertes cuando la transmisión fue aumentando en 2021, ya fuera por relajar las intervenciones no farmacéuticas o por la llegada de la variante Delta, más transmisible, en la segunda mitad del año. Si la vacunación se hubiera producido antes y previa a la llegada de esta variante en los países de menos ingresos, se habrían salvado más vidas”, comenta el investigador británico. “Si se hubieran cumplido los objetivos establecidos por la OMS, estimamos que se habría evitado la pérdida de alrededor de una de cada cinco vidas por la covid en los países menos desarrollados”, cifra Watson.

Eficacia de las distintas vacunas

El trabajo también confirma que no todas las vacunas son iguales. En aquellos países donde las basadas en la tecnología del ARN (las de Moderna y Pfizer) llevaron el peso de la vacunación, el número de vidas salvadas ha sido mayor. Además de su mayor eficacia, en especial ante la variante Delta, se trata de vacunas con unas condiciones de conservación y transporte más exigentes, lo que ha hecho que apenas lleguen a muchos países de los ya castigados por el retraso de cualquier vacuna. Pero el modelo también ha detectado una relativa menor disponibilidad a vacunarse en muchos de los países Covax y unas infraestructuras insuficientes para desplegar el esfuerzo de vacunar a sus habitantes.

El profesor Azra Ghani, responsable de epidemiología de enfermedades infecciosas en el Imperial College de Londres, lo destaca en una nota: “Nuestro estudio demuestra el enorme beneficio que tuvieron las vacunas en la reducción de las muertes por covid a nivel mundial. Si bien, el foco sobre la pandemia ha cambiado, es importante que nos aseguremos de que las personas más vulnerables en todas partes del mundo estén protegidas frente a la circulación continua de la enfermedad... Garantizar un acceso equitativo a las vacunas es fundamental, pero requiere algo más que la simple donación de vacunas. Se necesitan mejoras en la infraestructura y la distribución, así como esfuerzos coordinados para combatir la información errónea sobre las vacunas. Solo entonces podremos asegurarnos de que todos tengan la oportunidad de beneficiarse de estas tecnologías que salvan vidas”.

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