Carta encontrada en un antiguo baúl abandonado
Querido Andrés:
He conocido a Marie Curie en la bañera de mi hotel.
No, no estoy loco como podría parecer ni tampoco he sufrido una alucinación.
Al abrir la puerta del cuarto de baño me encontré a la señora Curie disponiendo
con toda libertad de mi bañera. Sí, estaba allí desnuda haciendo unos extraños
experimentos con la espuma del jabón.
Lo primero que me llamó la atención fueron unas radioactivas medias rosadas que
se balanceaban como si tuvieran vida en el toallero, de verdad Andrés, te empujaban a
cometer una locura.
Inmediatamente verme me dijo:
- Madame Curie, pero puede llamarme Marie - dudó un instante para luego
agregar Marie Salomea Sklodowska.
Sin salir de mi asombro le pregunté por la temperatura del agua. ¿Qué otra cosa
podría decirle? Parfaite, contestó, es usted muy amable, pero a qué espera, en toda
bañera hay siempre espacio para dos.
Toda una lección, viniendo de tal eminencia.
No lo creerás, pero tuve la serenidad para desnudarme e introducirme tímida y
torpemente en el agua.
Estuvimos horas sumergidos entre las pompas de jabón. Hablamos de todas esas
cosas que una mujer y un desconocido pueden hablar en la bañera de un hotel.
Cuando la conversación llegaba a su fin se levantó y me dijo en polaco algo que no
llegué a entender. Luego se colocó sus maravillosas medias rosadas y desapareció
por la puerta.
Química, pura química mi querido Andrés,
Un abrazo, Blaise.
(trad O.Thomson)