Homenaje a raimundo lulio
Cualquier estupidez sostenida concuerda.
Cualquier sistema es bello; cualquier belleza, cierta.
Cualquier orden provoca disparates y estrellas;
cualquier rueda, si rueda, se destruye a sí misma.
Quizá Raimundo Lulio con su Ars Magna de niño
y las combinaciones de sus falsos prodigios,
lograba, y era ciencia, cierto misterio vivo,
y quizá en lo tonto de su juego, estallidos.
Yo juego con sus ruedas, mecanizo la idea,
y aun sabiéndola falsa, destello lo distinto,
proyecto la mentira, me siento construido,
y hombre por fin montado, aunque con artificio.
A veces cuando juego su juego, yo recuerdo
al prestidigitador que hizo un juego de manos
que él mismo no sabía cómo había logrado,
porque a veces las trampas se nos vuelven milagros.
En las ruedas de Lulio, yo adivino ese espanto:
la mentira real, la luz del sobresalto.
Y juego sin saber si es ciencia o poesía
a la verdad increíble y a lo cierto que es falso.