Georges Seurat: la fábrica
A Jaceck Walyós
En las montañas, en las lindes del mapa, allí donde la hierba se vuelve insolente y afilada como bayonetas de desertores, se erige una fábrica olvidada.
No sabemos si es el amanecer o el ocaso. Sólo sabemos una cosa: aquí, en este tétrico edificio, nace la luz.
Los esclavos silenciosos de transparentes y angostos rostros de monjes bizantinos hacen girar una enorme dinamo y encienden chispas doradas del amanecer en las partes más remotas del globo. Algunos lloran, otros fuman cigarrillos selectos, ligeros como el respirar de un gorrión. No responderán a ninguna pregunta: les han cortado la lengua.
Justo al lado del muro, allí donde crecen negros hierbajos, se ha escondido la oscuridad. Hay un silencio absoluto. Crece el pelo del mundo.
Incluida en Deseo. El Acantilado, 2005. (Traducción de X. Farré)