Detectar agujeros negros desde el primer momento de su nacimiento, desde el principio de la historia del universo, es uno de los retos de la astrofísica y la tecnología que viene lo va a permitir, señala la astrónoma argentina Gabriela González, para quien las sorpresas y la exploración del universo "necesitan de tiempo, esfuerzo, gente, dinero y paciencia".
Esta científica es una de las portavoces del proyecto LIGO, un observatorio de interferometría láser de ondas gravitacionales en EE.UU., que detectó esta especie de "olas del universo" por primera vez en 2015, después de que Albert Einstein las formulara hace cien años en su Teoría de la Relatividad General. Desde entonces y desde que se hiciera público este hito científico el 11 de febrero de 2016, LIGO ha detectado estas ondas en cinco ocasiones más: cuatro a partir de la fusión de dos agujeros negros, como la primera vez, y una a partir de la colisión de dos estrellas de neutrones, explica González en una entrevista con Efe.
Y es que, la detección de las primeras ondas gravitacionales vino cuando la tecnología de LIGO aún no estaba puesta en marcha al cien por cien y cuando los científicos aún no tenían la experiencia suficiente en la toma de datos; por eso, aunque supieron de ellas el 14 de septiembre de 2015, lo hicieron público meses después. "No sabíamos que tipo de falsos positivos producían estos instrumentos -los dos detectores de LIGO-, por eso tuvimos que reunir muchos datos y probarlo estadísticamente", aclara González.
LIGO, DECISIVO PARA DIBUJAR UN MAPA DE AGUJEROS NEGROS
Los objetos que se mueven en el universo producen ondulaciones en el espacio-tiempo (una especie de tejido en el que se desarrollan todo sus eventos) que se propagan por el espacio; estas son las ondas gravitacionales y, desde que se comprobó su existencia, la comunidad de astrofísicos las comparó con "el sonido" del universo. "En realidad es una metáfora porque son ondas, pero no sonido", y haberlas detectado supone "agregar un sentido al entendimiento del universo": tradicionalmente, el conocimiento del cosmos se realiza a través de la radiación electromagnética (luz), con las que se puede "ver", mientras que con las ondas gravitacionales se puede "oír".
Esto servirá, por ejemplo, para avanzar en la comprensión de los agujeros negros, de los que no puede salir nada, ni siquiera la luz, por eso las ondas electromagnéticas no servirían para detectarlos directamente.
El estudio de todos estos datos del proyecto LIGO será decisivo para empezar a dibujar un mapa de los agujeros negros en el universo, apunta esta investigadora de la Universidad Estatal de Luisiana (EE.UU.), invitada a dar una conferencia esta semana en la sede madrileña del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
González, para quien faltan mujeres en las áreas de física e ingeniería, admite que participar en la detección de las ondas gravitacionales es lo más alucinante que le ha pasado en su carrera científica y si Einstein viviera, ante este anuncio, se lo imagina con una sonrisa: "no sé qué diría, pero me lo imagino sonriendo".
Sobre el por qué este tipo de anuncios calan en los medios de comunicación y la sociedad, además de por su importancia, esta física cree que la astrofísica en general es una ciencia que captura la imaginación de todos porque, en la niñez, todos nos hemos preguntado por ejemplo qué son las estrellas o cómo estas nacen.
CAUTIVAR LA IMAGINACIÓN DE LA GENTE
El hallazgo de las ondas gravitacionales tenía además un cóctel perfecto para su éxito: Einstein y agujeros negros, resume González, para quien también el descubrimiento en su día de la expansión acelerada del universo "captó la imaginación" de los ciudadanos. ¿Y que será lo próximo que cautive esta imaginación? Para esta física, una señal periódica de una estrella de neutrones en nuestra galaxia; sabemos que hay y también que son difíciles de captar. Para esta experta existen muchas ideas y tecnología por desarrollar para seguir avanzando en el conocimiento del universo; por ejemplo, ya hay conceptos para construir instrumentos de interferometría láser diez veces mejores, con los que se podría "observar" el nacimiento de los agujeros negros desde el principio de la historia del universo, hace unos 13.800 millones de años.