La evaluación intermedia de H2020 es un proceso reglado, previsto en el Artículo 32 del Reglamento de la UE por el que se establece <a href="https://www.horizonteeuropa.es/anteriores-programas/h2020" alt="Horizonte 2020" title="Horizonte 2020" target="blank">Horizonte 2020</a>, el Programa Marco de Investigación e Innovación, 2014-2020. Para llevarla a cabo, la <a href="https://commission.europa.eu/index_es" alt="Comisión Europea" title="Comisión Europea" target="blank">Comisión</a> ha realizado una amplia consulta pública en la que ha habido 3.483 respuestas procedentes de 69 países.
La Comisión ha publicado ya parte de la evaluación intermedia, a falta de las evaluaciones específicas de las asociaciones público-públicas y público-privadas (de los artículos 185 y 187 del TFUE), de las actividades del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) y del Programa Marco Euratom, que publicará en otoño.
La Comisión ha adelantado el trabajo para que la evaluación pueda contribuir a la definición del programa de trabajo para 2018-2020, proporcionar evidencia para el informe del Grupo de Alto Nivel sobre cómo Maximizar el Impacto de los Programas de Investigación e Innovación de la UE (Grupo Lamy), así como para el diseño del próximo programa marco (9PM). Y este último aspecto es crucial.
En octubre la Comisión publicará una Comunicación sobre la evaluación intermedia completa de H2020; sin embargo, aunque el proceso no ha terminado, pueden señalarse algunos de los aspectos horizontales más relevantes de los documentos publicados hasta ahora.
H2020 es el primer programa marco que recoge de forma integrada la investigación junto con la innovación. La excelencia como elemento esencial, gestión centralizada, amplia gama de instrumentos y acciones y simplificación respecto al Séptimo Programa Marco (7PM), son características clave de H2020.
Aunque la tasa de éxito es muy baja, solamente del 11,6% frente a un 18,4% en el 7PM, resulta evidente que H2020 sigue siendo muy atractivo, con 33.000 propuestas al año frente a 20.000 en el 7PM, pero esto ha supuesto un incremento sustancial del coste de la evaluación, que ha pasado de 30 M€ a 65 M€ anuales. Para incrementar su relevancia, habría que ir a un enfoque más orientado el impacto e involucrar más a la sociedad civil. En cuanto a la eficiencia, hay que reforzar la información a los participantes tras la evaluación, incrementar la participación de los países que ingresaron en la Unión en el siglo XXI, mejorar la cooperación internacional, etc.
Sobre la eficacia, si bien el impacto científico (especialmente éste), económico y social son positivos, la Comisión reconoce que se pueden tener mejores resultados.
Hay que racionalizar el panorama de instrumentos de financiación de la I+D+i y mejorar la coherencia interna limitando el número de áreas focales. Se deben reforzar las sinergias con otros programas europeos, como los Fondos Estructurales, y buscar un equilibrio entre niveles de disponibilidad de la tecnología (TRLs).
El valor añadido europeo de H2020 es incuestionable, y no hay evidencia de efecto sustitución entre la financiación nacional y la europea. El 83% de los proyectos no se habrían realizado sin el apoyo de la UE.
Como conclusión, H2020 es un programa atractivo que funciona bien en términos generales, pero está infrafinanciado y se plantean dos áreas claras de mejora: el apoyo a la innovación creadora de mercado y llegar más a la sociedad.
POSICIÓN ESPAÑOLA
España envió a la Comisión un documento de posición sobre la evaluación intermedia de H2020 y con vistas al 9PM, elaborado por la Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación, tras una amplia consulta que ha tenido en cuenta la opinión de instituciones y agentes interesados.
Este documento afirma que la excelencia y la cooperación deben mantenerse y reforzarse como los principales ejes impulsores del programa marco.
Valora positivamente la estructura en tres pilares de H2020, que debería mantenerse en el futuro. No obstante, es necesario asegurar mediante instrumentos específicos la coordinación y complementariedad entre ellos.
Preocupa la coherencia, consistencia y complementariedad de las grandes iniciativas. El panorama debería racionalizarse y las reglas y procedimientos de seguimiento deberían armonizarse.
Las subvenciones deben mantenerse como el principal instrumento para financiar los proyectos colaborativos de I+D+i, aun cuando los nuevos instrumentos financieros puedan tener también un efecto positivo sobre el impacto global del programa. Además, las reglas de H2020 deberían clarificarse para que los Estados miembros puedan utilizar sus instrumentos financieros en las acciones cofinanciadas.
En cuanto al futuro Consejo Europeo de Innovación, anunciado por el comisario Moedas, su misión deber ser triple: en primer lugar, promover la innovación generadora de mercado con una perspectiva de abajo arriba (bottom-up), fomentando la innovación desde niveles de disponibilidad de la tecnología bajos; en segundo lugar, acelerar el camino a la innovación, la difusión y valorización del conocimiento y el emprendimiento, a partir de las actividades de investigación científica, para permitir formas variadas y flexibles de investigación colaborativa; y por último, racionalizar y reducir la complejidad del conjunto de instrumentos de apoyo a la innovación empresarial.
El Instrumento PyME debería mantenerse en su forma actual para evaluar correctamente su impacto.
El papel del Comité de Programa debe reforzarse, en particular en la definición de los programas de trabajo. También debe coordinarse mejor con los comités equivalentes de los instrumentos híbridos (por ejemplo, los de los artículos 185 y 187).
La relación entre tamaño de proyecto, tipo de instrumento e impacto debe ser analizada. Los proyectos extremadamente grandes pueden obstaculizar la competencia y por tanto deberían promoverse sólo en casos muy justificados.
Estas son las recomendaciones clave que se recogen en el documento que contiene también otros aspectos como la baja tasa de éxito, la necesidad de mayor simplificación y de establecer sinergias con la normativa de fondos estructurales y ayudas de estado, entre otros. Todos ellos derivan de la experiencia de la participación española en los sucesivos Programas Marco comunitarios de I+D+i, que ha mejorado considerablemente desde nuestra adhesión a la Unión Europea como Estado miembro en 1986.
No hay que olvidar que la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación, 2013-2020, aprobada con el consenso de los gobiernos regionales, alinea sus objetivos generales con los que establece la Unión Europea para I+D+i y busca incentivar la participación activa de los agentes del sistema español de Ciencia, Tecnología e Innovación en el espacio europeo.