Si el inicio total fuera un latido,
una contracción cardíaca
tras una gran explosión.
Si todo fuera sístole y relajación
de un corazón sideral
lleno de planetas y estrellas,
desde el principio hasta el fin.
Si todo fuera lo mismo
volviéndose total al mismo tiempo
y la misma sustancia giratoria
fuera también sólo energía
volviéndose materia y vida.
Y después de una implosión
volviera el universo entero
al mismo punto originario
para iniciar otro latido
del mismo corazón gigante
sin principio ni final.
Si detrás de estas farolas
aparentemente muertas
hay más luz detrás,
un hilo sideral
convertido en espacio plano
y después en el mismo tiempo
de la misma sustancia que brilla
en el mismo firmamento.
Pues entonces
haría falta pensar profundamente
y muy lejos,
sentirlo todo de golpe
e inventar algo que dijera todo
sin decir nada al mismo tiempo.
Por ejemplo una palabra, sí,
simplemente un concepto
que calmara nuestro asombro
ante tan gran maravilla.
Dos del dos del dos mil dos.
Tan sólo encuentro un sonido:
algo parecido a dios.