En los últimos días estamos asistiendo al comienzo de una erupción en las islas Canarias, justamente cuando están a punto de cumplirse los 40 años de la anterior, la erupción del Teneguía en la isla de La Palma que se inició el 26 de octubre de 1971.
Era conocido que en Canarias, antes de las erupciones, se producían terremotos, que la población los sentía, y que ésta era la primera señal precursora de una futura erupción. En el caso del Teneguía los terremotos empezaron a sentirse seis días antes del comienzo de la erupción y lo mismo había sucedido en 1949 antes de la erupción del San Juan, también en La Palma, o en El Chinyero en Tenerife en 1909. A diferencia de entonces, en la actualidad disponemos de los medios instrumentales que nos permiten seguir el nacimiento del volcán desde mucho antes de su salida al exterior, cuando los terremotos aún no son percibidos por la población.
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En la isla de El Hierro se pueden reconocer más de 500 conos volcánicos formados en erupciones recientes, que se concentran en tres ramas o dorsales que se unen en el centro de la isla como una estrella de tres puntas, y que son las zonas de debilidad cortical que aprovechan los magmas para salir a superficie |
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Existen diferentes signos precursores de una erupción: sismos, gases, deformación del terreno..., y cuando alguno, o varios de ellos aparece, las alarmas se disparan. Así sucedió en el Teide en el año 2004, pero, como sucede en la mayor parte de las ocasiones, al final no hubo erupción.
A mediados de julio surgió una nueva ocasión para seguir el nacimiento de un volcán. El 17 de julio se detectaron en la isla de El Hierro más terremotos de baja magnitud de lo normal. Como estaba previsto, saltaron las alarmas y el Instituto Geográfico Nacional (IGN) desplegó una red sísmica, operativa desde el día 21 de julio, que permite localizar más y mejor los terremotos: el 21 los terremotos diarios pasaron de 100 y el 22 pasaron de 200. La situación corresponde a lo que se denomina semáforo verde, que trae como consecuencia que se activen los mecanismos de seguimiento y vigilancia necesarios para coordinar las acciones de autoprotección civil y de información a la población.
En los siguientes días siguieron los terremotos, aunque su número varió mucho de unos días a otros: bajó su número hacia finales de julio, volvió a subir y bajar la primera quincena de agosto, superó los 400 el 20 y 21 de agosto, para de nuevo bajar, subir y bajar (figura).
La mayor parte de ellos se producían entre los 11 y los 15 km de profundidad y su posición iba variando a lo largo de una banda que atravesaba la isla de norte a sur. En julio estaban bajo la zona central de la isla, a primeros de agosto se situaban bajo el mar, al norte de la isla, pero poco a poco fueron moviéndose hacia el sur, de modo que a finales de septiembre estaban situados bajo el mar, pero al sur de la isla.
Los terremotos raramente superaban una magnitud de 3 y no eran perceptibles por la población. Los producía el magma al intentar abrirse paso entre las rocas, pero no conseguía encontrar una zona de debilidad cortical para salir al exterior.
El 24 de septiembre la situación cambió. Aunque los sismos no aumentaron, si aumentó su magnitud. Desde el comienzo de la crisis ninguno de los 8000 terremotos había sido de magnitud mayor de 3 y poco más de una veintena había alcanzado la magnitud de 2,5. Desde entonces más de 400 han superado 2,5 de magnitud y de ellos más de 100 han sido de magnitud igual o superior a 3. (En la figura los terremotos de magnitud superior a 2 aparecen en rojo y puede apreciarse claramente ese cambio).
Como consecuencia se declaró el semáforo amarillo, que implica prepararse ante una posible evolución desfavorable del fenómeno. Algunos terremotos empezaron a ser sentidos por la población. Sin embargo, los focos eran incluso más profundos que antes y se situaban entre los 14 y los 18 km bajo el mar.
En los primeros días de octubre la profundidad de los terremotos disminuyó poco a poco, al mismo tiempo que cada vez se situaban más próximos a la costa del extremo sur de la isla. El 9 de octubre, la víspera del comienzo de la erupción, la mayor parte de los terremotos se generaban a 10-12km de profundidad y empezó a haber algunos a sólo un par de kilómetros de profundidad. Parecía que el magma se estaba acercando a la superficie.
Poco después de las 5 de la mañana del 10 de octubre comienza a detectarse un tremor continuo que podía ser consecuencia de que el magma había conseguido salir. El tremor continúa hoy (16 de octubre) de forma similar y los terremotos son ahora muy escasos (ver figura).
La erupción era submarina y se desconocía su localización precisa. Se situaba a unos kilómetros del extremo sur de la isla y a bastante profundidad (unos 750m). A esa profundidad la presión impide que haya explosiones y la salida de la lava es tranquila.
En la isla de El Hierro se pueden reconocer más de 500 conos volcánicos formados en erupciones recientes, que se concentran en tres ramas o dorsales que se unen en el centro de la isla como una estrella de tres puntas, y que son las zonas de debilidad cortical que aprovechan los magmas para salir a superficie. En esta ocasión la erupción se estaba produciendo en la dorsal sur, bajo el agua.
Por otra parte, es habitual que en las erupciones de El Hierro el magma no salga por un único punto, sino que tenga un carácter fisural, es decir que salga por varios puntos a lo largo de una fractura, dando lugar a una alineación de conos volcánicos. Si esto sucediera ahora, la erupción podía migrar y acercarse hacia la costa y, si así fuera, la erupción tendría lugar en aguas someras, y podría convertirse en una erupción explosiva (de tipo surteyano) más peligrosa. Ante esta posibilidad se declaró el semáforo rojo para la población de La Restinga, la más próxima a la posible zona de erupción.
Desde el 10 de octubre han aparecido manchas en el agua del mar, peces muertos y finalmente el día 15, fragmentos de rocas humeantes, todo ello prueba que había una erupción y además que cada vez estaba más próxima a la costa y, por ello, era más superficial. Por lo tanto, cada vez existen más posibilidades de que tenga lugar esa erupción explosiva, y, en consecuencia, las medidas de seguridad se han incrementado.
Se desconoce cuál va ser la evolución de la erupción. Cada vez es más posible que se produzca una erupción surtseyana, también lo es el que se forme una pequeña isla y, menos probable, pero también posible, que la erupción llegue a tierra firme. Pero igual de posible es que se detenga. La erupción de Timanfaya en Lanzarote duró varios años, pero en general las erupciones históricas en Canarias han durado poco, de unos días a un par de meses. En El Hierro hemos tenido casi tres meses de actividad precursora, estamos en la primera semana de la erupción y ahora vamos a tener la oportunidad de conocer y estudiar su vida día a día y sacar importantes conclusiones de cara a las erupciones que, sin duda, se seguirán produciendo en Canarias.