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Einstein
Diosa, visión de los cielos que me domina
¡...tú que eres mujer y nada más!
(<<Diosa>>, vals carioco)
¿De los cielos desciendo,
Dios mío, yo veo,
En paracaídas?
Una cosa blanca
como una forma
de estatuaria,
tal vez la forma
del hombre primitivo,
una costilla blanca!
Tal vez un seno
desarrugado de la luna,
tal vez el ángel
tutelar cayendo,
tal vez la Venus
desnuda, de clámide,
tal vez la inversa,
blanca pirámide
de pensamiento,
tal vez el trozo
de una columna
de eternidad.
Apasionado,
no sé si indago,
dícenme todos,
ES LA BOMBA ATÓMICA.
Me viene una angustia.
Quisiera tanto
por un momento
tenerla en mis brazos,
y como en el viento
desciendo desnuda
por los espacios,
desciendo blanca,
blanca y serena,
como un espasmo
fría y corrupta
de largo semen
de la Vía Láctea.
Diosa impoluta,
el sexo abrupto,
cubo de plata,
mujer en el cubo
cayendo en los súcubos,
intemerata,
carne tan rica
de armonios vivos,
tan exacerbada
que el simple roce
puede romperla,
en cada átomo
una explosión,
millones de veces
mayor que la fuerza
contenida en el acto
o que la energía
que expulsa el feto
en la hora del parto.