Entrevista a Marta Alarcón. Investigadora del <a href="www.genyo.es/" title="Grupo de Genética de Enfermedades Complejas del Centro de Genómica e Investigaciones Oncológicas" alt="Grupo de Genética de Enfermedades Complejas del Centro de Genómica e Investigaciones Oncológicas" target="_blank">Grupo de Genética de Enfermedades Complejas del Centro de Genómica e Investigaciones Oncológicas</a> (GENYO) de Granada y coordinadora del proyecto europeo <a href="www.precisesads.eu/about-the-project/" title="Preciseads" alt="Preciseads" target="_blank">Preciseads</a>.
A veces, el sistema inmune, como si fuese un ejército que se levanta contra su propio pueblo, daña al organismo que acostumbra a defender. Una de estas enfermedades es el lupus, una enfermedad que puede provocar desde dolores en las articulaciones hasta un fallo letal de los riñones. La mayor parte de las personas afectadas son mujeres que sienten los primeros síntomas en la adolescencia o la juventud. Sin embargo, pueden pasar años hasta que llega un diagnóstico y se les aplica un tratamiento, porque no siempre es fácil de identificar y las señales para detectarlo pueden confundirse con otras dolencias causadas por el sistema inmune como la artritis o la esclerodermia.
Marta Alarcón (Rochester, Minnesota, Estados Unidos, 1962) lleva toda su vida tratando de entender esta enfermedad que afecta a entre el 1 y el 2% de la población, en su gran mayoría mujeres. Esta investigadora, hija de mexicanos, es líder del Grupo de Genética de Enfermedades Complejas del Centro de Genómica e Investigaciones Oncológicas (GENYO) de Granada y coordinadora del proyecto europeo Preciseads, una iniciativa en la que participan 28 entidades internacionales y que cuenta con 22,7 millones de euros de financiación aportados a partes iguales entre los Estados de la UE y las empresas farmacéuticas participantes.
La pasada semana, ha estado en Sevilla para particiar en Biospain 2018, un encuentro internacional de biotecnología organizado por la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO). Allí, habló de los resultados que, después de cinco años de trabajo, está empezando a ofrecer el proyecto.
Ha dicho que entre mujeres latinas o afroamericanas en EE.UU. el lupus es la quinta causa de muerte frente a la decimoprimera para las estadounidenses de origen europeo. La desigualdad es un factor importante en el impacto del lupus.
Hemos hecho un estudio de genética del lupus y hemos visto que cuanto mayor es la herencia indígena, menor es el nivel socioeconómico y educativo, que a su vez está relacionado con la gravedad de la enfermedad. En el caso del lupus, ese agravamiento puede consistir en una inflamación del riñón que provoca una insuficiencia que puede ser mortal.
Hace poco, hablando con una amiga traumatóloga mexicana que estuvo trabajando en Viena seis meses, me contó que las pacientes más pobres, que eran de origen ruso y habían sido víctimas del tráfico de mujeres, eran las que tenían un lupus más grave. Puede ser porque no tienen acceso al sistema de salud, pero también puede haber un problema nutricional. En EE.UU. hemos visto a pacientes de origen afroamericano a las que se cambió la dieta y empezaron a sentirse mejor y a controlar su enfermedad.
¿Por qué afecta más a las mujeres?
Siempre me lo he preguntado. Se ha buscado en las hormonas, se ha buscado en el cromosoma X. Una hipótesis que yo tengo para explicar el lupus puede estar en la menstruación. Son mujeres jóvenes las que desarrollan esta enfermedad. ¿Hasta qué punto están compensando la pérdida de sangre con una alimentación adecuada? Puede que el medio ambiente las esté golpeando de muchas maneras diferentes, con infecciones o encuentros con contaminantes de algún tipo, y en esa situación, responden, porque el sistema inmunológico de la mujer es muy fuerte, pero una vez que el sistema inmunológico salta, se pasa de la raya, y no se puede detener, porque detener un sistema también requiere energía.
¿Hasta ahora se han metido muchas enfermedades en el saco del lupus?
El lupus por sí solo es una enfermedad muy heterogénea. Muchas veces se puede parecer a la artritis o a un escleroderma. Entre estas enfermedades existen solapamientos y la idea de nuestro proyecto es ayudar a identificarlas bien. Nosotros los juntamos todos y después vemos molecularmente cómo se agrupan. Estamos viendo que pacientes con las diferentes enfermedades se meten en estos grupos en proporciones diferentes. En algunos casos diagnosticados con artritis, vuelven a encontrarse una coincidencia, pero algunos van a otro grupo junto a otros que se clasificaban como lupus, por ejemplo.
¿Con estas nuevas agrupaciones se pueden dar tratamientos más eficaces de los que se dan con las agrupaciones clínicas convencionales?
Al menos en un caso, sí. Hay un estudio clínico que ya ha terminado y ha dado unos resultados pésimos en lupus. Pero yo ahora te puedo decir qué porción de esos pacientes creo que podrían ser tratados con este medicamento con éxito si lo probamos en un estudio específico siguiendo el criterio que nos ha dado el análisis molecular.
Uno de los problemas del lupus y de otras enfermedades autoinmunes es que se tarda años en diagnosticar al paciente. Con el sistema molecular, ¿podría mejorar el diagnóstico?
Se trataría de hacer análisis para reagrupar de forma adecuada a los pacientes y mejorar el tratamiento. Una de las cosas que me sorprendió en el reclutamiento para este estudio fue la facilidad con que los médicos reclutaban pacientes con enfermedad no diferenciada, que se quedan sin diagnóstico. Eran muchos. Son pacientes cuyos síntomas no coinciden del todo con los criterios clínicos de clasificación de ninguna de las enfermedades, pero que tienen manifestaciones que coinciden con varias. ¿Qué les dan? Esteroides, que es lo primero que se da a los pacientes con lupus. Y esta es la primera causa para no poder disminuir la mortalidad por esta enfermedad después de diez o quince años porque los mismos esteroides, que es el tratamiento que ha existido contra la enfermedad desde hace cincuenta años, crean tales efectos secundarios que hace que la mortalidad no pueda realmente borrarse.
¿Algún resultado interesante de este proyecto que ya conozcan?
Por ejemplo, hemos encontrado grupos de pacientes de dos enfermedades que son muy diferentes como son la artritis reumatoide y la esclerosis sistémica progresiva que desde el punto de vista molecular se encuentran en un mismo grupo.