El bisfenol A (BPA) es un plastificante presente en una amplia variedad de productos alimenticios, cosméticos, envases, pastas de dientes o juguetes, entre otros.
Se trata de un químico diferente del resto, ya que se degrada muy rápidamente y el cuerpo lo elimina con facilidad. Pero como la exposición es prácticamente continua, antes de que se haya deshecho ya se consume de nuevo, lo que conlleva que el cuerpo no lo termine de expulsar del todo. El feto, además, tienen un metabolismo diferente, más lento y con la función de degradación menos desarrollada. Esto hace que el bisfenol A se mantenga durante más tiempo en su organismo que en el de los adultos, y comporte más riesgos para la salud.
Varios estudios han demostrado que cuando el bisfenol entra en contacto con el organismo de mujeres embarazadas, puede traspasar la placenta y llegar al feto y la exposición a este tóxico puede tener efectos negativos sobre la fertilidad, el desarrollo del cerebro o cambios conductuales en la etapa adulta, por ejemplo. Hasta ahora, sin embargo, no existía ningún método que permitiera cuantificar la cantidad de compuesto que recibe el feto a través de la madre. Ahora, investigadores del Centro de Tecnología Ambiental Alimentaria y Toxicológica (TecnATox) (España) han creado un modelo matemático para conocer este dato y lo han aplicado a una muestra de 100 mujeres embarazadas para saber cómo se comporta el bisfenol A en el organismo de cada una y qué consecuencias puede tener sobre la salud del bebé en un futuro.
Para hacerlo posible, los investigadores VIkas Kumar y Raju Prasad Sharma, encabezados por Marta Schuhmacher, han desarrollado un modelo farmacocinético llamado P-PBPK, que es como una especie de "traje a medida" para cada persona que forma parte del estudio: detecta en qué momento el bisfenol a entra en contacto con el organismo a través de la ingestión, la inhalación o la piel, por ejemplo. A partir de este momento, el modelo hace un seguimiento y analiza qué efectos provoca durante su viaje a través del organismo hasta que el cuerpo lo elimina.
La reacción del bisfenol A cuando se encuentra dentro del cuerpo es diferente en función de cada persona y depende de múltiples variables (tamaño, edad, tipo de respiración, si está tomando medicación o no, etc.). El modelo que han diseñado en la Universidad Rovira i Virgili (URV) permite tener todos estos datos personalizados y en tiempo real, informa en qué momento el feto está más expuesto a este químico -en este caso, a los seis meses de embarazo. Además, permite afinar mucho más la predicción sobre los efectos que en un futuro tendrá en la salud de cada individuo la la exposición a este compuesto.
Los investigadores hicieron el seguimiento de las mujeres incluidas en el estudio a partir del primer trimestre de embarazo, el parto y continúa durante el periodo de lactancia. De momento, la investigación ha logrado determinar qué cantidad de bisfenol A llega al feto a través de la madre y ahora estudian los efectos que produce en cada caso concreto. Esto permitirá poder hacer sugerencias personalizados sobre cambios de hábitos y de alimentación dirigidos a reducir el impacto de este químico.
Ahora el reto es averiguar qué probabilidades hay de que los pacientes desarrollen en un futuro enfermedades como alteraciones metabólicas, problemas de reproducción, afecciones inmunológicas o enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer, ya que la concentración de este compuesto en el organismo puede llegar a modificar la acción de determinados biomarcadores que predisponen a padecer estas enfermedades.
Esta investigación forma parte del proyecto europeo Heal (Health and Environment-wide Associations vía Large population Surveys), en la que participan 29 institutos y centros de investigación.