Miércoles de madrugada. El teléfono suena en casa de Babukar. Alguien quiere un cuerno de rinoceronte, entrega el jueves. Diez horas más tarde, con las últimas luces del día, un helicóptero desciende en un pequeño claro del bosque. Se trata de una zona fronteriza entre Sudáfrica y Mozambique. En las cercanías del Parque Nacional de Kruger, unos desconocidos entregan a Babukar y otros miembros del equipo varios rifles armados con miras telescópicas, gafas de visión nocturna y un número de teléfono. A la mañana siguiente Babukar hace la llamada: "Lo tengo".
En una carretera cercana a Johannesburgo dos coches se detienen. En uno circula el enlace de los furtivos. El otro, que porta matrícula diplomática, recibe la mercancía. Esa misma tarde, un miembro de la tripulación de una de las aerolíneas que operan en Sudáfrica introduce el cuerno en su equipaje. Los pilotos y azafatas no pasan el control de equipajes. Destino final del vuelo: Vietnam. Al día siguiente una de las páginas web del país asiático pone la valiosa pieza en venta. Para contactar tan sólo publican un número de teléfono móvil. Tras el pago y la recogida, el comprador se encargará de reducirlo a polvo y de venderlo a precio de oro en los mercados de todo el país. La creencia de que el cuerno de rinoceronte es un remedio contra la resaca, sirve de afrodisíaco o cura el cáncer es su mejor cliente.
Parece la trama de una película, pero en este caso, la realidad supera con creces a la ficción. Operaciones como ésta se repiten a diario en todo el mundo, desde las taigas del norte de Rusia hasta el Amazonas americano, animales de todos los tamaños y procedencias abastecen los mercados asiáticos, europeos y estadounidenses para dar respuesta a una demanda cada vez más creciente.
Las cifras muestran que la mayor parte del negocio se lleva a cabo en el eje África-Asia. Una conexión mortal proveedor-cliente que está acabando con las especies más demandadas en ambos continentes. Rinocerontes, elefantes y tigres son las mayores víctimas de esta crisis mundial. Y la demanda no sólo está avivada por los mitos de la medicina tradicional china. El mercado del lujo y de mascotas exóticas ha llevado también a situaciones absurdas, como el que exista el doble de tigres en los jardines norteamericanos, que en estado salvaje.
En la década de los 90 la Convención sobre el Comercio de Especies Amenazadas (CITES) acordó la prohibición de todo tipo de comercio internacional con ciertas especies y también con ciertos productos provenientes de esas especies, como el marfil o el cuerno de rinoceronte. Pero esta decisión provocó graves consecuencias. Al convertirse en una mercancía ilegal, su precio se multiplicó. Estos animales habitan, en su gran mayoría, en países pobres cuyos habitantes encuentran pocas fuentes de ingresos, sin leyes específicas que prohíban la caza furtiva y, además, controlados por instituciones corruptas.
Todo este cóctel de factores derivó en un aumento desmedido de la caza furtiva y el establecimiento de decenas de redes de tráfico ilegal. En definitiva, un empujón al mercado negro. Esto supuso unas cifras, nunca antes alcanzadas de matanzas de animales.
Pero el acuerdo alcanzado en CITES sirvió para que decenas de ONG, entre las que se encuentra WWF, se pusieran manos a la obra para ofrecer a los habitantes locales de estos países otra vía de ingresos y de sustento para sus familias que durara en el tiempo: la conservación. En estas tres últimas décadas grandes espacios devastados han vuelto a ver florecer la fauna que a punto estuvo de extinguirse y los antiguos furtivos han cambiado su empleo y protegen los elefantes y los rinocerontes que antes cazaban.
En los últimos tiempos, el enorme desarrollo registrado por los países asiáticos, encabezados por China, ha disparado la demanda de estos productos. Los últimos años han sido testigos de una crisis mundial del furtivismo y un aumento de las redes internacionales de comercio ilegal.
El tráfico ilegal de especies se sitúa ya como el tercer mercado negro en volumen de negocio. Con unos beneficios que superan los 10.000 millones de dólares anuales, esta lucrativa actividad se coloca tan sólo por detrás de las drogas y las armas. Las redes internacionales comparten a menudo varias actividades criminales y utilizan los mismos canales de blanqueo de dinero. Muchos ingresos y muy posos riesgos.
MITOS QUE CUESTAN VIDAS
La demanda de cuerno de rinoceronte, de marfil de elefante o de partes del tigre está en aumento en Asia, en gran medida por las creencias de la medicina tradicional china que la comunidad científica lleva años intentando derribar.
Algunas de las leyendas que circulan es la que atribuye al cuerno de rinoceronte propiedades milagrosas contra la resaca o el cáncer. También se dice que el hueso de tigre es afrodisíaco o que sus bigotes calman el dolor de muelas, si se encajan en el diente afectado.
Ya sean tradiciones ancestrales o nuevas modas, los remedios naturales sin respaldo científico siguen teniendo mucho éxito popular en ciertas culturas.
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Desde las taigas del norte de Rusia hasta el Amazonas americano, animales de todos los tamaños y procedencias abastecen los mercados asiáticos, europeos y estadounidenses para dar respuesta a una demanda cada vez más creciente |
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Pero no se trata tan sólo de productos medicinales. Los dientes para joyería, las pieles para fabricar alfombras, los colmillos para tallar esculturas
El valor de estos productos es tan alto que los sindicatos internacionales del crimen operan por todo el mundo llevando a cada cliente el producto que busca.
LAS CIFRAS DEL HORROR
Los datos son escalofriantes. El comercio ilegal de especies alcanza records históricos en todo el mundo. En lo que llevamos de año han muerto medio millar de rinocerontes africanos, más que en todo el pasado año 2011.
El caso del elefante no es más alentador. Por poner un ejemplo, sólo en la reserva de Ndoki, en el norte del Congo, han sido asesinados 5.000 ejemplares entre 2006 y 2011. Una media de tres al día.
El mes de marzo de 2011 fue uno de los más crueles para el elefante. Más de 300 ejemplares entre jóvenes y adultos fueron masacrados por los furtivos en el parque nacional de Bouba N´Djida, en Camerún. De ellos tan sólo quedó la devastadora imagen de cientos de cadáveres masacrados, con agujeros sangrantes donde antes lucían dos majestuosos colmillos.
El temor a la matanza de rinocerontes y elefantes ha llevado a algunas organizaciones conservacionistas a tomar controvertidas medidas, como la que ha llevado a amputar el cuerno de forma quirúrgica, de manera que dejen de tener interés para los furtivos.
Los tigres en Asia, también están al borde del abismo. Tan sólo quedan 3.200 tigres en libertad, una cifra que puede verse reducida a cero si no se toman urgentes medidas. WWF tiene en marcha desde 2010 el proyecto Tigers x 2, que busca duplicar la cifra de tigres para el año 2022.
UN CRIMEN HIGH-TECH
Atrás quedaron arcos, flechas y lanzas. Hoy en día la caza furtiva es una actividad altamente organizada. Las brigadas multidisciplinares de furtivos está formadas por profesionales altamente cualificados y entrenados que no se detendrán ante nada, animal o humano, para conseguir su propósito.
Los equipos usan las últimas tecnologías en localización de objetivos, transportes, armas y drogas veterinarias. Cazadores, veterinarios, pilotos, policías y funcionarios corruptos, correos, diplomáticos, empleados de las líneas aéreas y, en muchos casos, altos cargos de los gobiernos, forman grupos perfectamente orquestados y coordinados.
CONEXIÓN MORTAL
Varias ciudades costeras de África sirven de puerto de salida para una macabra mercancía destinada a los mercados del lejano Oriente.
WWF publicaba recientemente el ranking de países, según su trabajo en la lucha contra el comercio ilegal de rinoceronte, tigre y elefante. Para ello se evaluó el trabajo de las 23 naciones más involucradas en el tráfico de especies, tanto en la procedencia, como en el tránsito y el consumo.
Entre los peores se encontraba Vietnam, el mayor consumidor de cuerno de rinoceronte del mundo. Este hecho ha causado que los ejemplares del país desaparecieran por completo, y que ahora pongan sus ojos en el continente africano. El último ejemplar de rinoceronte de Java que sobrevivía en Vietnam, aparecía muerto en el Parque Nacional de Cat Tien, a manos de los furtivos, en el otoño de 2011. El cuerpo del animal fue descubierto una mañana con el cuerno arrancado. Se trata de la foto finish de una desesperada carrera por la supervivencia que no terminó bien.
Muchos ciudadanos vietnamitas han sido arrestados en Sudáfrica por adquirir ilegalmente cuernos de rinoceronte, incluyendo miembros del cuerpo diplomático. Las páginas web que anuncian productos derivados del cuerno se cuentas por cientos.
China, otro de los destinos más preocupantes, recientemente ha dado algunos pasos adelante para luchar contra esta lacra. Entre ellas se encuentra el cierre de 628 tiendas online que comercializaban estos productos. En abril de este año, la organización Traffic registraba 3,389 anuncios web ofreciendo hueso de tigre, marfil de elefante y caparazón de tortuga carey.
Tailandia es también una pieza crucial en este tablero del crimen organizado, y no sólo como país de tránsito. Decenas de miles de colmillos de elefante se muestran abiertamente en los escaparates de las tiendas de lujo, aprovechando los vacíos legales del país.
LOS GUARDAS, EN CONTINUO PELIGRO
Los rangers, los guardas que protegen el cumplimiento de las normas, no lo tienen fácil. Plot Chien, un ranger que trabaja en una reserva natural de Cambodia, abandonó su trabajo de cazador furtivo para dedicarse a ser guardabosques de WWF.
Los rangers en África, en ocasiones antiguos furtivos, son personas que conocen perfectamente los movimientos de los animales y el terreno por el que se mueven. Conocimientos y habilidades imprescindibles para realizar su trabajo.
Pero el peligro que corren es tan alto, y las amenazas que reciben ellos y sus familias resultan tan graves, que muchos de ellos son ex soldados, con entrenamiento de combate, por la imperiosa necesidad de estar a la altura del riesgo que corren.
El pasado año un ranger en Camerún fue brutalmente torturado y finalmente asesinado y otro resultó herido en su huída. La razón no fue otra que la de intentar impedir la matanza de un grupo de gorilas de montaña. Algo que los furtivos no aceptaron de buen grado. En 2010, tan sólo en ese parque nacional, morían otros 3 rangers a manos de los furtivos.
La falta de recursos humanos es otro grave obstáculo para lograr frenar la caza furtiva. Por poner un ejemplo, el Parque de Royal Belum, en Malasia, uno de los lugares prioritarios de WWF para la conservación del tigre, 9 rangers trabajan cubriendo un área de 117.500 hectáreas, aproximadamente el doble de la superficie de Singapur.
UN GRAN ESFUERZO A LARGO PLAZO
Los delitos de tráfico ilegal de especies no solo acaban con los animales, también debilitan la autoridad de los gobiernos, causan un caos a los países por la economía sumergida que provocan, inducen a la corrupción, ponen en peligro los recursos futuros de los países matando a la gallina de los huevos de oro -por ejemplo el turismo o el alimento- y arriesgan la vida de los rangers y sus familias.
WWF piensa que no es posible dejar que esto ocurra, y considera el tráfico ilegal como un crimen serio y prioritario. Tan prioritario que ha puesto en marcha una campaña global que busca compromiso y soluciones por parte de todos los sectores implicados: investigadores, gobiernos, empresas, líderes de opinión y ciudadanos.
Crear leyes más estrictas, ponerlas en práctica, destinar fondos y recursos humanos a la investigación, seguimiento y captura de los criminales, evitar la corrupción de oficiales de policía y políticos y llevar a cabo juicios que conlleven penas económicas y de cárcel, son algunas de las medidas más necesarias para acabar con esta lacra.
Pero no todo está perdido. El trabajo que vienen realizando organizaciones como WWF o Traffic ha llevado a conseguir pequeños pasos que sienten las bases para lograr grandes resultados.
Por ejemplo, si nos fijamos en el frente de la vigilancia, el año 2011 supuso un hito por el volumen de marfil confiscado por los agentes en diversas zonas de África. Aunque aún queda mucho camino por recorrer hasta conseguir que estas operaciones conlleven investigaciones criminales, arrestos, juicios y penalizaciones.
El pasado mes de julio, Ali Bongo, presidente de Gabón, era el encargado de prender fuego a todo el marfil confiscado en el país. Hablamos de más de 4 toneladas de marfil entre colmillos al natural y piezas talladas. En total casi 19.000 colmillos fueron auditados y destruidos para evitar un posible comercio con ellos.
Por otra parte, el trabajo de sensibilización pública está reportando sus éxitos. Cada vez son más las personas conscientes de la importancia de no traer souvenirs procedentes del tráfico de animales cuando regresamos de vacaciones en países exóticos. Y esta conciencia, lleva también a muchas personas a denunciar actos delictivos o a informar de comercios dudosos.
También se ha avanzado en la garantía que ya exigen muchos compradores, de que cualquier animal o cualquier producto derivado de éste que adquiramos, ha de tener un certificado CITES que nos asegure que no se trata de un producto procedente del comercio ilegal.
Recientemente, gobernantes de varios países de África central se reunían para acordar nuevas acciones conjuntas que pongan freno a la escalada de furtivismo en sus países. Por su parte, 50 líderes religiosos de las diferentes creencias, procedentes de todo el continente africano, anunciaron el pasado mes de septiembre su unión frente a la matanza de especies amenazadas causadas por el comercio ilegal.
Y en el frente de la conservación, también se han conseguido grandes avances. WWF trabaja desde hace dos décadas restaurando las maltrechas poblaciones de rinocerontes salvajes en África y Asia. La cría en semi-cautividad, el traslado a zonas más seguras o el aporte de nuevos individuos para la cría desde reservas naturales situadas en otros lugares del mundo, ha conseguido recuperar poblaciones que habían sido devastadas por la caza furtiva.
Por su parte, las poblaciones de elefantes del sur y el este del continente africano están creciendo a un ritmo anual del 4% gracias a un programa de conservación y vigilancia, tanto de los animales en sí como de su entorno.
WWF trabaja en 11 países de Asia para doblar el número de tigres en libertad. Sólo en Malasia se han desactivado 150 cepos para tigres en un año. Este trabajo es extremadamente importante. Un tigre puede vivir atrapado en un cepo durante semanas, mientras muere lentamente de sed o a causa de la infección de sus heridas. Se trata de una lucha muy dura, muy lenta y muy complicada. Mientras haya marfil, mientras haya cuernos, mientras haya tigres, mientras continúe la demanda y no exista el temor a las consecuencias
el mercado negro y todo lo que implica, seguirá presente. Pero la intención de WWF es que, un día no muy lejano, Babukar contestará a la llamada de un modo muy diferente. "Lo siento, ahora trabajo vigilando los bosques porque los animales son parte de mi vida, porque no quiero ir a la cárcel y porque este trabajo es el sustento de mi familia para muuuchos años".
Foto de la autora: Miguel Murcia