Es todo más pequeño
porque es todo más rápido.
La contracción de la materia aumenta
-Lorenz lo sentenció- en la medida
que la velocidad se desarrolla.
¿A qué velocidad esta materia
que soy, va reduciendo su volumen?
Ya sólo quedan restos
sobre huesos diarios,
y la pequeña máquina
alojada en la esfera craneal
registra sus penúltimos mensajes,
y sus postreras codificaciones.
Todo lo que fue grande retrocede
a la escala menor de otros diseños
y ahora ocupa un espacio reducido.
La esperanza: esa casa con jardines
donde proliferaban las florestas,
es un pequeño huerto en que no huele
la rosa vista otrora inevitable.
La ilusión: un camino
cuya blancura hendía la distancia,
senda o penumbra casi.
El amor: ese barco
armado para largas singladuras,
rema una débil barca compañera.
Y aquellas amplias manos que podían
abarcar el espacio
hoy limitan su cuenco
a sostener las pálidas canicas
donde la luz de atardecer se acoge.