Sobre la convulsión
Si los muchachos traviesos
de aguda fiebre están presos
y no pueden defecar,
si no duermen y se aterran,
si sus ojos nunca cierran
para dejar de llorar,
si el color del cuerpo todo
mudan también de tal modo
que unas veces cual carmín
se presenta enrojecido,
y otras de verde teñido,
y otras es lívido en fin:
una convulsión impía
debe temerse a fe mía,
sobre todo si la edad
no han cumplido de siete años,
porque están aquestos daños
más expuestos en verdad.
Conclusión
Y así, si acertadamente
queréis saber si el paciente
ha de morir o sanar,
si la enfermedad amarga
ha de ser muy corta o larga,
aprended a comparar
todas aquellas señales
que en cada cual de los males
os acabo de explicar,
y observad con juicio astuto,
la orina, el pus, el esputo,
y la bilis a la par.