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Autor
Fernando J. Prados Mondéjar (Embriólogo. Hospital Universitario de Madrid-Montepríncipe)

Robert Geoffrey Edwards, Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2010

El biólogo británico Robert Geoffrey Edwards ha sido galardonado con el premio Nobel de Fisiología o Medicina 2010 por haber desarrollado la Fecundación <EM>in vitro</EM>. Esta técnica de reproducción asistida consiste en la extracción de ovocitos de la mujer para su fecundación extracorpórea con espermatozoides. Los embriones resultantes de dicha fecundación se depositan en el útero materno para que se implanten y den lugar al embarazo. Se estima que actualmente un 10% de las parejas sufren infertilidad. La reproducción humana asistida se basa en las investigaciones llevadas a cabo hace más de 30 años por Robert Edwards. Este embriólogo nacido el 27 de septiembre de 1925 en Manchester es reconocido unánimemente como el padre de una nueva rama de la medicina.
Las investigaciones de Robert Edwards en la Universidad de Cambridge durante los años 60 comenzaron a dar fruto cuando, en 1969, consiguió la primera fecundación in vitro de un ovocito de mujer. Sin embargo, el embrión resultante sólo evolucionó hasta las dos células. Edwards comprendió que para conseguir embriones viables necesitaba ovocitos de buena calidad extraídos del ovario femenino en una correcta etapa de maduración. Para conseguir estos ovocitos se asoció con Patrick Steptoe (ya fallecido) que estaba desarrollando la técnica de Laparoscopia para permitir el acceso al ovario de una manera mínimamente invasiva. Su colaboración con Steptoe fue fundamental para alcanzar el éxito. Sin duda, este ginecólogo habría compartido este año con Robert Edwards el premio Nobel de Fisiología o Medicina.

La consecución de la fecundación in vitro de ovocitos humanos no fue una labor sencilla. Las presiones de mentalidades reaccionarias hicieron que el Medical Research Council británico les negara la financiación y tuvieran que buscar fondos privados. Desde el punto de vista técnico, la experiencia acumulada en embriología animal resultó a menudo contraproducente debido a las importantes diferencias con la especie humana. Por ejemplo, se pensaba que los ovocitos maduraban en sólo 12 horas; Edwards demostró que necesitaban al menos 25. Los embriones de vaca han de ser transferidos al útero después de 4-5 días en cultivo mientras que en humanos, cultivarlos más de 2-3 días dificulta considerablemente su supervivencia. Fue necesario desarrollar tanto los medios de cultivo para la fecundación y el crecimiento embrionario como el tipo de tratamiento hormonal para la maduración de los ovocitos.

Se considera que alrededor de 4 millones de personas han nacido gracias a la fecundación in vitro. Entre un 1 y un 4% de los bebés nacidos en estos últimos años en países desarrollados se concibieron mediante la técnica desarrollada por Robert Edwards

Desde 1971, se necesitaron más de 40 intentos de transferencia de embriones para conseguir el primer embarazo. El resultado fue desalentador ya que se trató de una gestación ectópica que terminó en aborto. Quizá esto hubiera acabado de desmoralizar a muchos en su lugar, pero Edwards siguió adelante y el segundo embarazo tuvo como consecuencia el nacimiento en 1978 de Louise Joy Brown.

Posteriormente, Edwards y Steptoe fundaron la clínica Bourn Hall en la que continuaron con el desarrollo de la fecundación in vitro. Robert Edwards ha seguido liderando los progresos de la reproducción asistida durante muchos años.

Reproduzco aquí unas palabras referidas a Robert Edwards que me hizo llegar su colaboradora Kay Elder, Senior Research Scientist de la Clínica Bourn Hall: "Su inmenso entusiasmo, calidez y generosidad de espíritu ha inspirado y motivado a generaciones de científicos, clínicos y estudiantes... un legado que permanecerá inmortal. En la historia del premio Nobel, nadie ha sido nunca tan universalmente aclamado y celebrado en todo el mundo. La importancia del legado de Bob nunca podrá ser infravalorada".

Basándose en la obra pionera de Robert Edwards, la fecundación in vitro se ha desarrollado considerablemente. En 1980 otro embriólogo, Alan Trounson, consiguió el primer nacimiento en Australia, país que ha contribuido considerablemente al desarrollo de esta técnica. De hecho, el equipo de Trounson marcó un nuevo hito al lograr el primer éxito con embriones congelados. La primera niña nacida por fecundación in vitro en España fue Victoria Anna en 1984. Un nombre muy simbólico por el éxito que supuso y por la embrióloga implicada, Anna Veiga, del Institut Universitari Dexeus de Barcelona.

En 1991 surgió la "Microinyección espermática" (ICSI) en Bélgica. Esto constituyó otro paso de gigante en la andadura de la fecundación in vitro. Gracias a esta técnica se puede llegar a fecundar ovocitos con esperma de una calidad enormemente comprometida, hasta el punto de lograr éxito con varones con ausencia total de espermatozoides en el eyaculado, pero a los que se consigue extraer espermatozoides testiculares mediante biopsia.

Para realizar una fecundación in vitro, la paciente se somete a un tratamiento hormonal que induce la producción de varios ovocitos en un único ciclo. De este modo se aumenta la probabilidad de conseguir algún ovocito de suficiente calidad para dar lugar al embarazo. Cuando los ovocitos han completado su fase de maduración intraovárica son extraídos para su fecundación. Unas 18 horas después de ponerlos en contacto con los espermatozoides, podemos comprobar qué ovocitos se han transformado en cigotos, la primera etapa del embrión. Normalmente, los embriones se mantienen en cultivo durante uno o dos días más. Cada 18-20 horas completan una división mitótica, de manera que a los dos días de la fecundación nos encontramos con embriones de 4 células y de 8 a los tres días de desarrollo. Es en estos estadios en los que se realiza la selección de los mejores embriones para ser transferidos al útero materno. El resto de los embriones viables se congela para posteriores transferencias embrionarias.

El porcentaje de gestación por ciclo de fecundación in vitro ha pasado de ser inferior al 10% en los años 80 a superar el 30% actualmente. Tanto las técnicas de control del ciclo ovárico como las de fecundación de los ovocitos obtenidos, de cultivo embrionario y de transferencia de los embriones al útero materno continúan avanzando a buen ritmo. Desde hace varios años se dispone de las herramientas diagnósticas para evitar la transmisión de algunas enfermedades genéticas a la descendencia. También ha mejorado sensiblemente la eficacia de la congelación embrionaria superando en muchos casos el 90% de supervivencia. La vitrificación de ovocitos es ya una realidad que permite preservar la fertilidad femenina frente a tratamientos médicos esterilizantes como la radioterapia.

El elevado índice de gestaciones múltiples (más de un 20% del total de embarazos por fecundación in vitro en España son gemelares) es la principal complicación de la fecundación in vitro. Esto se debe a que normalmente se opta por transferir dos embriones por ciclo para maximizar las probabilidades de gestación y ante la dificultad que plantea la selección embrionaria según la morfología del embrión. Actualmente se está trabajando en el desarrollo de métodos más fiables de valoración de la calidad embrionaria. Métodos basados en el estudio del metabolismo embrionario, como la medida del consumo de oxígeno o de aminoácidos, la cuantificación de los metabolitos que el embrión libera al medio de cultivo, etc. Ya se encuentran en marcha incubadores provistos de sistemas ópticos capaces de fotografiar los embriones cada 15 minutos para poder analizar con gran detalle su cinética de división, la cual está relacionada con su capacidad de implantación. El objetivo es transferir los embriones de uno en uno.

Se considera que alrededor de 4 millones de personas han nacido gracias a la fecundación in vitro. Entre un 1 y un 4% de los bebés nacidos en estos últimos años en países desarrollados se concibieron mediante la técnica desarrollada por Robert Edwards. El seguimiento a los niños ha demostrado que se trata de una técnica segura. En España se realizan al año unos 50.000 ciclos de fecundación in vitro, de los cuales el 20% se efectúa en la Comunidad de Madrid.

En el origen de todo esto se encuentra un biólogo entusiasta al que se ha concedido el premio Nobel este año. Personalmente, me siento doblemente agradecido al profesor Edwards, en primer lugar porque él es el padre de la Embriología clínica, mi profesión. En segundo lugar, porque mi hija nació como fruto de un tratamiento de fecundación in vitro. ¡Buen trabajo, Dr. Edwards!

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