Instrumental de limpieza bucal. / succo (PIXABAY)
Fecha
Autor
A. Otero

La realidad virtual ayuda a reducir la ansiedad y el dolor en la silla del dentista

Los pacientes que 'pasean' virtualmente por una playa mientras se someten a un empaste o a una extracción experimentan menos ansiedad y dolor.

Con objeto de mantener una buena salud bucodental y, por ende, una buena salud general, debemos dedicar todos los días unos minutos al cuidado de nuestra cavidad oral. Unos minutos que, además, deben complementarse con visitas periódicas y regulares a la consulta del dentista, para que los especialistas nos confirmen que todo va bien o, en su defecto, solventar los males que aquejan a nuestro dientes y encías y evitar que vayan a peor. Sin embargo, y si bien necesarias, estas visitas a la silla del dentista no son del todo placenteras para muchas personas. Menos aún para para las personas con 'fobia dental', término que más allá del clásico miedo al dentista hace referencia a un trastorno mental tipificado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). Pero, en pleno siglo XXI, ¿no hay nada que se pueda hacer para procurar que esta experiencia sea mucho más agradable? Pues sí. De hecho, como muestra un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de Plymouth (Reino Unido), tan solo hay que recurrir a la realidad virtual –o 'VR'–, cada vez más común en nuestro presente.

Como explica Karin Tanja-Dijkstra, directora de esta investigación publicada en la revista Environment and Behavior, "el uso de la realidad virtual en la práctica clínica es cada vez mayor, pero necesitamos evidencias rigurosas de que realmente mejore las experiencias de los pacientes. Nuestro trabajo demuestra que bajo unas condiciones adecuadas, esta tecnología puede ser empleada para ayudar tanto a los pacientes como a los profesionales".

PASEO POR LA PLAYA

El empleo de dispositivos, por lo general gafas y cascos, de realidad virtual es cada vez más frecuente, por lo general con fines educativos y lúdicos. Sin embargo, y si bien esta VR puede ahorrarnos un viaje al mostrarnos un museo o una ciudad que queríamos visitar, no puede evitarnos el desplazamiento cuando el destino es la silla del dentista. Pero, ¿puede hacer que la visita nos resulta más placentera? O llegado el caso, ¿menos terrorífica?

Para responder a esta pregunta, los autores contaron con la participación de 70 pacientes atendidos en una consulta de Devon (Reino Unido) y que, de acuerdo con un criterio totalmente aleatorio, fueron tratados con el procedimiento habitual –es decir, sin recurrir a la VR– o con la ayuda de unas gafas de realidad virtual en las que se les mostraba, bien un paseo por una playa local, bien una caminata por una ciudad virtual –e 'inexistente'.

Los resultados mostraron que, comparados frente a aquellos tratados con el procedimiento habitual, los pacientes cuya consulta estuvo amenizada por un paseo por la costa experimentaron menores niveles de ansiedad y menor dolor, así como que sus recuerdos de la visita al cabo de una semana eran mucho más positivos. Unos beneficios que, sin embargo, no se lograron con la caminata virtual por un entorno urbano.

Como refiere Mathew White, co-autor de la investigación, "hemos hecho distintos estudios recientemente que sugieren que la gente se muestra más feliz y relajada cuando se encuentran en la costa. Por tanto, nos pareció natural analizar si podíamos 'embotellar' esta experiencia y utilizarla para ayudar a la población en contextos de atención sanitaria potencialmente estresantes".

MÁS QUE UN MERO ENTRETENIMIENTO

Llegados a este punto, ¿por qué el paseo por la ciudad virtual no tuvo ningún impacto positivo? Pues porque según indican los autores, no se trata solo de entretener, sino de reducir la ansiedad y el estrés. Y para ello, nada mejor que entornos naturales.

Como apunta Sabine Pahl, co-autora de la investigación, "el hecho de que caminar por una ciudad virtual no mejorara los resultados muestra que la mera distracción del paciente no es suficiente y que el entorno que se visita debe ser bienvenido y relajante. Sería interesante aplicar este enfoque a otros contextos en los que la gente no pueda acceder fácilmente a la naturaleza, como serían los lugares de trabajo u otras situaciones clínicas".

En definitiva, mejor recurrir a los entornos naturales que a los urbanos. Y ya puestos, mejor un paseo por la playa. Y no hace falta irse a Hawái o al Caribe; basta con caminar virtualmente por una playa nubosa del Canal de la Mancha, como la playa de Wembury 'utilizada' en el estudio.

Como concluye Melissa Auvray, dentista que llevó a cabo los empastes y las extracciones dentales en el estudio, "el nivel de 'feedback' positivo que recibimos de los pacientes que visitaron la playa virtual de Wembury fue fantástico. Por supuesto, como dentistas tenemos que esforzarnos para logara que nuestros pacientes se sientan lo más cómodo posible, pero siempre buscando nuevas vías para mejorar su experiencia".

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