Producción científica en Biomedicina de las universidades españolas y su repercusión social
Hace unos días madri+d recogía la noticia de que un grupo de investigadores españoles del Instituto de Biomedicina de Valencia, había logrado identificar un nuevo gen como causante de una modalidad de Parkinson hereditario. Estas y otras noticias similares demuestran que la producción biomédica española ha crecido cualitativamente en los últimos años.
Un aspecto de gran relevancia en el momento actual, lo constituye la producción científica en Biomedicina de las universidades españolas, que siempre ha sido motivo de controversia. Autores como Segovia de Arana, Soriguer o Cami, han puesto de manifiesto que hay una producción científica grande no sólo en volumen, más de 12.000 publicaciones en el período 1986-89, sino también ya que para ese mismo período el número de publicaciones en el extranjero se había incrementado llegando al 14%, siendo la comunidad que más ha publicado Madrid con el 32%, seguida de Cataluña con el 26%, y la tercera en importancia fue Andalucía con el 10%.
Ahora bien, cuando analizamos lo que sucede en campos concretos como puede ser la pediatría, observamos que los autores españoles afinan más en sus publicaciones. El trabajo de Bonillo y colaboradores, pone de manifiesto que, tras examinar el período de 1996-2001 revisando los 200 artículos aparecidos en PubMed que en esta etapa, se habían incrementado un 37,5% las publicaciones en este terreno, aumentando también el factor de impacto, que fue de 1,776 en 1996 y de 1,823 para el 2001.
Estos datos son similares a los que aporta Delgado y colaboradores en el estudio publicado en la Revista Clínica Española en el 2001, donde se analizan las diferencias de calidad en las publicaciones relativas a la investigación clínica y se ve que, aunque afortunadamente hay mucho camino aun por recorrer, ha mejorado de forma notable el impacto de las publicaciones en nuestro país; es una tendencia que ha mejorado sobre todo en los últimos cinco años.
Lo mismo sucede en el trabajo realizado por Zulueta en el área de cardiovascular, en el que se analizaron 1434 artículos, el 3% de la producción biomédica del período 1990-96. De estos, el 24% eran comunicaciones a congresos y donde se veía nuevamente que las comunicaciones con mayor número de publicaciones precedían de Madrid con el 33% y Cataluña con el 30%. Otro aspecto que pone de manifiesto este trabajo es que el 86% de la producción se concentra en los hospitales, lo que deja en un segundo plano a la investigación en el medio universitario. Aunque aquí hay un problema que nunca queda del todo claro, ya que con frecuencia los hospitales tienen un marcado carácter docente, si bien es cierto que en ellos se acumula un mayor volumen de investigación, mientras que en el ámbito universitario la investigación tiene un enfoque básico que con frecuencia encuentra mayores dificultades para su publicación y comunicación, y con asiduidad recurre a revistas de ámbitos diferentes al biomédico. De hecho, de los trabajos revisados por estos autores, sólo el 22% se realizaron de forma exclusiva en el ámbito de la Universidad.
Estos datos ponen en evidencia una vez más la importancia de formar equipos multidisciplinares que abarquen las diferentes facetas de la investigación y que permitan así una comunicación y publicación más ágiles de los resultados de investigación, siendo este además un compromiso social que la Universidad debe de tener como propio. Ahora bien, parece claro que la Universidad a pesar de su antigüedad es aún joven en cuanto a su tarea científica se refiere; Su actividad se ha centrado en el papel docente y gestor, pero está aún por delimitar y marcar su papel investigador, teniendo en cuenta que ésta será su implicación clave con la sociedad. No en vano los Consejos Sociales de las Universidades asumen la representación de la Sociedad en la Universidad.
Tendremos que trabajar deprisa si no queremos quedarnos atrás en la investigación; si no trabajamos a fondo en ella nos quedaremos anticuados en nuestros planteamientos y difícilmente podremos estar al día ni podremos competir en el marco de convergencia europea o en el denominado espacio europeo de educación superior. Trabajemos por tanto en el marco legislativo vigente; busquemos ese marco de referencia en Europa y potenciemos la investigación en el ámbito universitario.
Para ello surgió, hace ya más de una década, la Comisión Nacional Evaluadora de la Actividad Investigadora (CNEAI) integrada administrativamente en el Ministerio de Educación y más concretamente en la Dirección General de Universidades. Su labor consiste entre otras en realizar la evaluación de la actividad investigadora de los profesores universitarios y del personal de escalas científicas del CSIC, con el objeto de que les sea reconocido un complemento de productividad. La evaluación se lleva a cabo anualmente y, para obtener el complemento de productividad, los investigadores han de someter a evaluación los trabajos realizados durante un período no inferior a 6 años. Para las evaluaciones la CNEAI cuenta con Comités Asesores, formados por expertos que efectúan el estudio técnico de los expedientes. La CNEAI puede nombrar también a otros expertos para actuar en áreas específicas o para otros cometidos. Hasta ahora, de las evaluaciones realizadas, la CNEAI ha evaluado un total de casi cien mil solicitudes y ha concedido un 70% de las ayudas, siendo del 65% en el caso de las Ciencias Biomédicas y destacando el área de biología celular y molecular con el 89%. Falta una representación de otras áreas de conocimiento de la biomedicina que tienen implicaciones sociales muy relevantes.
Estos son los resultados hasta ahora, pero la evaluación en el tiempo de funcionamiento de la CNEAI pone de manifiesto dos aspectos muy importantes que reflejan cómo va a ser el futuro de la investigación en las universidades; el primero, que cada vez hay más solicitudes que se someten a evaluación y el segundo, que cada vez se conceden más tramos de investigación; por tanto hay una clara mejoría en el terreno de la investigación que, aunque no aumenta en cantidad de forma significativa, sí que ha aumentado en calidad.
Tenemos por tanto un futuro por delante que la Universidad debe aprovechar para ocupar el lugar que le corresponde en el ámbito de la investigación y debe intentar que ésta responda a la Sociedad de forma clara, de tal manera que se provoca la transferencia de resultados de investigación a la Sociedad que la respalda y financia.