Seis de cada diez personas con hambre viven en un país en guerra. La inseguridad alimentaria está en el origen de tres de cada cuatro conflictos actuales
El Premio Nobel de la Paz al Programa Mundial de Alimentos ha confirmado ante los ojos del mundo esta realidad: solo un mundo sin hambre podrá traernos un mundo en paz.
Hoy, más que nunca, es necesario romper los vínculos entre el hambre y las guerras, reconociendo el mérito de quienes lo hacen a diario sobre el terreno. Los equipos de Acción contra el Hambre, socio privilegiado del PMA en numerosos países, recogen a diario evidencias de cómo la competencia por recursos alimentarios y naturales escasos desencadenan tensiones que acaban derivando en conflictos, y sobre cómo el hambre es utilizada como una táctica de guerra por las partes en conflicto, contraviniendo todos los principios del Derecho Internacional Humanitario.
En las últimas décadas el mundo había logrado avanzar hacia el fin de la desnutrición. Aunque más lentamente de lo deseado en algunas zonas, las prevalencias de niños y niñas menores de cinco años con desnutrición venían disminuyendo año tras año. El acceso al tratamiento nutricional basado en alimentos terapéuticos listo para su uso había conseguido duplicarse en solo cinco años, las comunidades estaban consiguiendo ser capaces de diagnosticar y tratar la desnutrición y anticipar crisis y los gobiernos estaban avanzando hacia la integración de la nutrición en sus sistemas de salud pública. Hace solo tres años, sin embargo, se quebraba esta tendencia positiva y el hambre volvía a crecer por primera vez en las dos últimas décadas.
Los conflictos volvían a ser señalados por las agencias de Naciones Unidas como una de las principales causas de este cambio de tendencia, provocando hambre masiva. Al tiempo que las guerras aumentan los desplazamientos de población, provocando el mayor número de refugiados desde la II Guerra Mundial, y destruyen mercados, infraestructuras de agua o ganadería y medios de vida, el espacio humanitario se reduce, poniendo de forma peligrosamente creciente la ayuda humanitaria en el blanco de los grupos armados.
Acción contra el Hambre está hoy presente en más de 30 países en conflicto. En muchos de ellos trabajamos junto al Programa Mundial de Alimentos para organizar las distribuciones alimentarias o de transferencias de efectivo, una modalidad de ayuda que se abre paso en el sector humanitario por su efectividad y su poder de reactivación de los mercados locales. El equipo humano de las organizaciones humanitarias provee, desde la más estricta neutralidad, ayuda directa a las víctimas y acompaña la rehabilitación de mercados, tierras y medios de vida tan pronto como las condiciones de seguridad lo permiten. Nuestra sola presencia en determinados contextos tiene una función de protección para miles de personas.
Alimentar para alejar la violencia
Pocas veces se reconoce el papel crucial de la alimentación y la nutrición en la prevención de conflictos y en el mantenimiento de la paz pero lo cierto es que la amplia mayoría de conflictos tiene en su origen factores relacionados con la competencia por los alimentos o recursos productivos como la tierra o el agua. La subida de los precios de los alimentos básicos, la sequía, la tensión por pastos decrecientes o el estrés en las cuencas hidrográficas están entre los factores desencadenantes de numerosos conflictos actuales, entre ellos el de Siria, las primaveras árabes o cuatro de las crisis alimentarias más graves de los últimos años (Yemen, Sudán del Sur, Somalia y Nigeria).
Todos los conflictos y crisis violentas tienen tras de sí la falta de acceso a servicios básicos como la seguridad alimentaria
Garantizar una seguridad alimentaria y nutricional no solo previene la irrupción de conflictos. La producción o comercialización cooperativa de alimentos o la gestión compartida de los recursos naturales son claves de éxito en los programas de generación de paz y un factor decisivo para el mantenimiento de la concordia entre comunidades.
Un Nobel que respalda la resolución 2417 de Naciones Unidas
El 24 de mayo de 2018 se aprobada por unanimidad la Resolución nº2417 de Naciones Unidas en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Este texto, fundamental para romper el círculo entre guerra y hambre, condena, entre otros, el uso del hambre como arma de guerra y considera ilegal negar el acceso humanitario a la población civil que necesita ayuda. Es solo el principio. En este momento es necesario redoblar esfuerzos a todos los niveles para que los gobiernos desarrollen los mecanismos necesarios para hacer realidad esta resolución. Mecanismos que pasan por el aumento de la detección en tiempo real y de la rendición de cuentas sobre los hechos violentos que generan hambre en cada rincón del planeta.
#NOTATARGET: la ayuda humanitaria no es un blanco
En 2019, 125 trabajadores humanitarios perdieron la vida en el ejercicio de su labor, víctimas de ataques en conflictos o de fuego cruzado, entre ellos dos colaboradores de Acción contra el Hambre. En 2006, 17 trabajadores fueron asesinados a sangre fría en las oficinas de Acción contra el Hambre en Muttur (Sri Lanka). En 2019 fueron secuestrados y ejecutados otros cuatro colaboradores y nuestra organización sigue luchando para conseguir la liberación de una joven nutricionista secuestrada desde julio de 2019 por Boko Haram.
La acción humanitaria se está convirtiendo de forma creciente en blanco de los grupos armados en zonas de conflicto. Estos ataques, que contravienen los Convenios de Ginebra, son solo otro ejemplo más del uso del hambre como arma de guerra. Los profesionales humanitarios afrontan dificultades y obstáculos crecientes para hacer llegar la ayuda a las víctimas. En las últimas décadas las organizaciones humanitarias hemos reforzado nuestros protocolos de seguridad, la resistencia a la tensión de nuestros equipos y el acompañamiento psicológico para conseguir un acceso libre y directo a las víctimas, uno de los principios de la ayuda humanitaria.
Las organizaciones internacionales venimos abogando a través del movimiento #NotATarget contra los ataques directos a la ayuda y pidiendo la recuperación del Derecho Internacional Humanitario.
Un necesario y merecido reconocimiento
Reconocer la labor de promoción de paz mundial de una organización como el Programa Mundial de Alimentos no solo es un justo reconocimiento a su labor diaria. También es una muestra a la sociedad de los estrechos vínculos que unen paz y alimentación, dos derechos básicos inalienables del ser humano.
Reconocer la nutrición y la alimentación como un factor clave para la paz es especialmente importante para la infancia: los cimientos para un mundo en paz solo podrán ser puestos por una generación de niños y niñas bien alimentados.
Todos los conflictos y crisis violentas tienen tras de sí la falta de acceso a servicios básicos como la seguridad alimentaria. Si la guerra es la palanca del hambre, la seguridad alimentaria es la palanca para la paz.