Meditación clínica
En la escalera automática, en la playa, en el espejo de afeitar:
por todas partes minusválidos, pacientes, necesitados de
asistencia,
pero nadie es enfermizo o imbécil. Murieron
los achacosos. Ya no se habla
de ahoguíos, emplastos del corazón, ni vapores.
¿Dónde quedó la gangrena,
el sudor inglés y la grapa?
Tampoco las plagas duran eternamente.
Palabras de horror desaparecidas: matalobos,
intertrigo y garrotillo.
Perplejo busca el reactor de la evolución
nuevas soluciones, nuevos flagelos.
También los estragos se mejoran
año tras año. La peste esofágica y la erisipela
no pueden competir
con los agentes patógenos progresistas.
Ninguna lista roja lleva luto por la timpanitis,
el fuego sacro y la escara.
Triunfante la ciencia se inclina
sobre la más blanca de todas las camas
y murmura su oración fúnebre.