En 1908 una explosión en Siberia, probablemente causada por un meteorito, acabó con millones de árboles
El 30 de junio de 1908, un asteroide penetró la atmósfera terrestre y explotó sobre Siberia, causando una devastadora explosión que derribó millones de árboles y provocó incendios forestales. Este evento, conocido como la explosión de Tunguska, fue registrado por sismógrafos a gran distancia, pero debido a la remota ubicación del lugar, no fue investigado científicamente hasta casi 20 años después.
En 1927, el geólogo especialista en meteoritos Leonid Kulik logró llegar hasta el lugar, constatando un área de destrucción enorme, con millones de árboles abatidos. Se estima que destruyó aproximadamente 2.000 kilómetros cuadrados de bosque y es uno de los eventos de impacto más grandes registrados en la historia reciente sin dejar un cráter evidente. Se estima que la explosión liberó una energía equivalente a entre 10 y 15 megatones de TNT, lo que equivale a unas 1.000 veces más potente que la bomba atómica de Hiroshima.
Aunque no se encontró evidencia física del asteroide, se hallaron micropartículas de origen extraterrestre. Inspirado en eventos como Tunguska y el impacto de Chelyabinsk en 2013, la NASA creó la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria (PDCO) para investigar y monitorear Objetos Cercanos a la Tierra (NEOs). Un ejemplo es la misión DART, de la que ya os hemos hablado por aquí en otras ocasiones.