Obtener en diámetro trescientos
millones de kilómetros, y mucho
más de un millón de años de existencia,
y alrededor mirar las nebulosas,
sucesión de erupciones, expandirse
como nube de gas que por su ritmo
de consumo, tan sólo corresponde
a fugaz apariencia en llamarada.
Brillar cinco millones - casi eterna -
de años y apagarse en estelares
resplandores de treinta magnitudes,
Detector Infrarrojo yo por verte
a través de la nube en polvareda
que te envuelve y oculta, en absoluto,
tu luminosidad e incertidumbre
- oh imprecisa distancia a que te encuentras -
sin poder comprobar tu más interna
temperatura, sin poder siquiera
la búsqueda iniciar de los Masivos
Asteroides, los astros monstruosos
de algo más de dos mil masas solares.
Así eres tú, prendida de los cielos
que tus ojos reflejan la posible
energía de Dios: la hacen visible.