La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa autoinmune que padecen cerca de 2,3 millones de personas en todo el mundo y más de 47.000 españoles, principalmente mujeres. / jill111 (PIXABAY)
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Autor
M. López

Las verduras previenen los brotes de esclerosis múltiple en niños con la enfermedad

El consumo de dietas ricas en grasas insaturadas puede llegar a triplicar el riesgo de brotes en los pacientes pediátricos con esclerosis múltiple remitente-recurrente.

La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa autoinmune que padecen cerca de 2,3 millones de personas en todo el mundo y más de 47.000 españoles, principalmente mujeres. Una enfermedad de la que solo en nuestro país se diagnostican cada año más de 1.800 nuevos casos y cuyo origen permanece, aún a día de hoy, desconocido. De hecho, y con la excepción algunos genes y factores ambientales -entre otros, el tabaco y la carencia de vitamina D- ya identificados, poco se sabe de las causas que provocan la aparición y desarrollo de la enfermedad. Sin embargo, parece que la dieta juega un papel muy importante en su progresión. De hecho, y según un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), la ingesta de grasas parece aumentar mucho la frecuencia de brotes en la esclerosis múltiple, mientras que las verduras llegan a reducir hasta la mitad su incidencia. O así sucede, cuando menos, en menores con la enfermedad, en los que la frecuencia de los brotes es mucho mayor que en los adultos.

Como explica Emmanuelle Waubant, directora de esta investigación publicada en la revista Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry, "si bien nuestro trabajo es de tipo observacional y, por tanto, no se pueden extraer conclusiones firmes del tipo 'causa y efecto', nuestros hallazgos ofrecen una evidencia preliminar para el establecimiento de recomendaciones dietéticas para los pacientes con esclerosis múltiple".

VERDURAS SÍ, GRASAS NO

En el estudio, los autores analizaron los hábitos dietéticos de 219 menores y jóvenes que habían sido diagnosticados de esclerosis múltiple 'recurrente-remitente' -esto es, la forma de la enfermedad caracterizada por la alternancia de brotes y de periodos sin ninguna sintomatología- antes de alcanzar la mayoría de edad. Para ello, todos los participantes contestaron a un cuestionario en el que especificaron la cantidad y frecuencia de consumo de distintos alimentos y bebidas a lo largo de una semana.

Concluidos los cerca de dos años de seguimiento del estudio, 93 de los participantes -o lo que es lo mismo, el 42,5% del total- habían experimentado al menos un nuevo brote de la enfermedad.

Los resultados mostraron que cada incremento del 10% en la ingesta de calorías derivadas de las grasas se asoció con un aumento del 56% en el riesgo de sufrir un brote de la enfermedad, explicándose principalmente este efecto negativo por el consumo de grasas insaturadas. De hecho, cada aumento del 10% en la ingesta de calorías procedentes de las grasas saturadas llegó hasta triplicar la probabilidad de padecer un nuevo brote de esclerosis múltiple.

Por el contrario, y con independencia de las grasas ingeridas, cada porción adicional de verduras redujo en hasta la mitad la probabilidad de padecer un brote. Un efecto que, además y de manera similar a como ocurre con las grasas, es independiente de otros factores potencialmente asociados a la esclerosis múltiple, caso de los niveles de vitamina D, la edad, el sexo, la etnia, el índice de masa corporal (IMC) y los tratamientos farmacológicos.

Pero además de las verduras y las grasas -sobre todo insaturadas-, ¿hay algún otro alimento o bebida que influya en el riesgo de sufrir un brote? Pues según este estudio, no. De hecho, el resto de nutrientes analizados, caso del azúcar, las frutas o la fibra, no se asociaron con el riesgo de recurrencia de la enfermedad.

Como indican los autores, "las dietas ricas en grasas aceleran el metabolismo celular, incluida la liberación de moléculas inflamatorias y la alteración de la flora intestinal y la inmunidad asociada. Además, la grasa animal suele asociarse a una mayor ingesta de calorías, lo que por sí mismo es un factor implicado en distintas enfermedades inflamatorias. Por su parte, las dietas ricas en verduras tienen el efecto contrario".

HACEN FALTA MÁS ESTUDIOS

En definitiva, parece que los pacientes con esclerosis múltiple, o por lo menos los niños, adolescentes y jóvenes con la enfermedad, deben evitar las grasas y comer más verduras. Y es que como apunta Emmanuelle Waubant, "nuestro trabajo sugiere que en los niños con esclerosis múltiple, las dietas ricas en grasas, especialmente en grasas saturadas, podrían incrementar el riesgo de recurrencia, mientas que el consumo de verduras puede tener un efecto protector independiente".

Sin embargo, deben realizarse más estudios para confirmar estos resultados. Como concluye Kathryn Fitzgerald, de la Faculta de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE.UU.), en un editorial en el mismo número de la revista, "el papel de la dieta en la esclerosis múltiple es un área de investigación en franca evolución que se enriquecerá por la evidencia complementaria derivada de una combinación de estudios intervencionistas y de investigaciones observacionales de alta calidad".

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