La investigación sobre ondas gravitacionales acaba de ganar el premio <a href="https://www.fpa.es/es/premios-princesa-de-asturias/" title="Princesa de Asturias de Investigación" alt="Princesa de Asturias de Investigación" target="_blank">Princesa de Asturias de Investigación</a>. Los galardonados: Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish y la colaboración científica de <a href="https://www.ligo.caltech.edu/" title="LIGO" alt="LIGO" target="_blank">LIGO</a>, Laser Inferferometer Gravitational-Wave Observatory.
La investigación sobre ondas gravitacionales ha gando el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica dotado con 50.000 euros. El químico y experto estadounidense en nanomedicina Chad Mirkin y los bioquímicos españoles Carlos López Otín y María Blasco eran algunos de los 39 candidatos de 17 países que optaban al Premio que se falló en Oviedo. El premio se lo lleva este año los científicos Rainer Weiss, Kip Thorne y Barry Barish y la colaboración científica de LIGO por su contribución al estudio de las ondas gravitacionales.
La colaboración científica de una veintena de países en el Laboratorio LIGO y tres de los físicos que la impulsaron, Rainer Weiss, Kip S. Thorne y Barry C. Barish, han sido los distinguidos este año con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica por sus aportaciones en la detección directa de ondas gravitacionales, en las que se basa la nueva astronomía. Se trata de ondulaciones del espacio-tiempo anticipadas por Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad General hace ahora un siglo.
El Laboratorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser (LIGO, en sus siglas en inglés) cuenta con la colaboración de un millar de científicos de docenas de instituciones y universidades de una veintena de países que trabajan en la detección de ondas gravitacionales que puedan ser empleadas en la exploración de las leyes fundamentales de la gravedad.
El físico estadounidense nacido en Alemania Rainer Weiss (Berlín, 1932) fue el inventor de la técnica interferométrica láser en la que se basa el LIGO, que cofundó en los años ochenta junto a sus compatriotas Ronald Drever (fallecido el pasado mes de marzo) y Kip Thorne, conocido por defender la teoría de los "agujeros de gusano" para viajar en el tiempo. El también físico estadounidense Barry Barish dirigió este observatorio entre 1997 y 2006 y fue quien propuso en 1997 la puesta en marcha de la colaboración científica LIGO.
El jurado del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica ha destacado hoy el "reto de tecnológico de primera magnitud" que representa el proyecto LIGO, que ha logrado la detección directa de las ondas gravitacionales, "uno de los desafíos más importantes de la física en toda su historia". El proyecto LIGO y sus instrumentos técnicos ha permitido observar colisiones de agujeros negros muy masivos que ocurrieron hace más de mil millones de años.
La detección de ondas gravitacionales abre una nueva ventana para el estudio del universo, que permitirá descubrir nuevos fenómenos y alcanzar regiones del espacio-tiempo no accesibles con las técnicas actuales, concluye el acta. “Se abre una ventana que no teníamos hasta el momento y que nos permitirá estudiar el origen mismo del universo”, explicaba a Teknautas el año pasado el investigador del Instituto de Física Teórica Juan García-Bellido. "Es el propio espacio-tiempo el que fluctúa, no es un sitio donde ocurren los fenómenos sino que es un fenómeno en sí mismo que se estira, curva y mueve". Uno de esos movimientos son las ondas gravitacionales.
Mientras que las ondas electromagnéticas viajan por el espacio-tiempo, las ondas gravitacionales 'son' distorsiones en el espacio-tiempo. Podemos imaginar el espacio-tiempo, el modelo que añade el tiempo como una cuarta dimensión indisoluble del espacio, como la superficie de un estanque en el que se arroja una piedra. García-Bellido compara la diferencia entre los fotones y estas ondulaciones con un médico que pasa de ver la piel de un paciente a penetrar en el corazón. La información que nos permitirían obtener del universo es, por lo tanto, mayor.
El pasado año fue merecedor del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica el ingeniero mecánico y biofísico estadounidense Hugh Herr, conocido como el hombre biónico, por su contribución al desarrollo y diseño de extremidades y prótesis robóticas.