Influenza Aviar
Una enfermedad transmisible de las aves identificada hace más de 100 años, nuevamente responsable en nuestros días de una epizootia que se ha cobrado la vida de millones de aves ocasionando incalculables pérdidas económicas.
La Gripe o Influenza Aviar (IA) es una enfermedad causada por virus de la familia Orthomyxoviridae, género Influenzavirus tipo A, que afectan a las aves, aunque también puede causar enfermedad en mamíferos como el cerdo o el hombre.
Los Influenzavirus tipo A se dividen en subtipos dependiendo de la estructura antigénica de dos glicoproteínas insertadas en su envoltura lipídica: la Hemaglutinina (HA) y la Neuraminidasa (NA). Hasta el momento se han descrito 16 subtipos diferentes de Hemaglutinina (H1 hasta H16) y 9 subtipos diferentes de la Neuraminidasa (N1 hasta N9). De la combinación de ambas proteínas obtenemos la denominación de los subtipos de virus. Por ejemplo, H9N2 designa el virus influenza A con HA del subtipo H9 y NA del subtipo N2.
El ARN monocatenario del virus influenza está dividido en 8 segmentos. Es característico en ellos que cuando una misma célula es coinfectada por dos virus de influenza distintos (de tipo aviar y humano, por ejemplo), los segmentos de ARN puedan reagruparse al azar resultando un subtipo de virus influenza diferente.
Además, dentro de los subtipos citados, existen también variabilidades genéticas que determinan diferencias en características del virus como su patogenicidad, existiendo cepas de baja (IABP o LPAI en su notación inglesa) y cepas de alta patogenicidad (IAAP o HPAI).
Las cepas de baja patogenicidad suelen cursar con procesos respiratorios y entéricos de mayor o menor gravedad dependiendo de la cepa de virus, pero siempre con muy baja mortalidad. Los de alta patogenicidad cursan con procesos sistémicos que producen, normalmente aunque no en todas las especies de aves, una elevada mortalidad (de hasta el 100%). Por el momento se ha comprobado que son sólo dos los subtipos asociados a cuadros propios de virus IAAP en una infección natural: el H5 y el H7, mientras que en los cuadros correspondientes a las cepas IABP pueden verse implicados virus con cualquiera de los tipos de Hemoaglutinina.
Se considera que todas las aves son susceptibles de ser infectadas por los virus causantes de la IA, aunque en algunas especies (como ciertos tipos de aves acuáticas) la infección puede cursar de modo inaparente o como enfermedad subclínica. Así, las aves acuáticas migratorias y en particular las anátidas, constituyen el reservorio natural de los virus de la IA, encontrándose también entre las aves más resistentes a la enfermedad.
Las aves domésticas (pollos y pavos sobre todo) son por contra especialmente sensibles al virus de la IA. Así, las cepas de IAAP derivan de cepas IABP, comúnmente presentes en las aves acuáticas y que al infectar aves de corral van aumentando su patogenicidad a medida que se adaptan al nuevo hospedador.
Las cepas de baja patogenicidad pueden, después de estar circulando durante periodos de tiempo (a veces relativamente breves) en una población de aves de producción, mutar y transformarse en virus de alta patogenicidad. Así durante la epidemia de los EE.UU. (1983-1984) con cepa del subtipo H5N2, o la de Italia (1999-2001) con cepa H7N7, el virus se caracterizó inicialmente por una baja mortalidad, pero en pocos meses adquirió una alta capacidad patógena, con una mortalidad muy elevada.
La IAAP es una Enfermedad de Declaración Obligatoria, incluida en las listas de la OIE (y en su antigua lista A integrada por las enfermedades de muy alta capacidad de diseminación), del sistema EMPRES (Sistema de Prevención de Emergencia para enfermedades transfronterizas) de la FAO y de los sistemas de alerta de la UE. Su llamativa sintomatología, no resulta sin embargo patognomónica, debiendo recurrir para su diagnóstico a métodos laboratoriales como el aislamiento y tipificación del virus, la detección de secuencias específicas del genoma o a la detección de antígeno mediante sistemas de diagnóstico de base inmunológica.
El contacto directo o indirecto de las aves domésticas con heces de las aves silvestres ha sido descrito como la causa principal de la aparición de brotes, sin descartar la relevancia de la importación de aves infectadas desde zonas endémicas o con brotes en curso. En un comercio cada vez más globalizado, los mercados de aves vivas, en los que se concentran animales de diversos orígenes y el tráfico ilícito de aves infectadas constituyen factores importantes en la propagación de esta enfermedad. En estos mercados, no es extraño hallar animales que han sido transportados vivos y en condiciones de bioseguridad casi nulas, desde cientos de kilómetros.
La ausencia de las adecuadas medidas de vigilancia y control así como de su rápida instauración, facilitan la aparición de brotes y prolongan la duración de estas epizootias.
Las medidas urgentes de control (tales como la eutanasia, control de movimientos, vacunación de emergencia, etc.) una vez que el virus de la IA entra en una explotación deben ser establecidas inmediatamente para evitar, en la medida de lo posible, la propagación a otras granjas. Esta propagación se ve facilitada así mismo por medios mecánicos como calzado/ropa, vehículos o pienso contaminados, pudiendo sobrevivir durante periodos relativamente prolongados en el medio ambiente a temperaturas bajas, con humedad y en presencia de materia orgánica.
La actual epizootia por H5N1 comenzó en 2003 en la República de Corea y se han ido sucediendo brotes en el sudeste asiático. Actualmente el virus circula también por Europa y África habiéndose detectado en aves silvestres y domesticas, caninos y felinos.
Las tan temidas pandemias de esta enfermedad son originadas a partir de la aparición de nuevos subtipos de virus, caracterizados por mantener una alta capacidad patogénica a lo que añaden la de transmitirse de forma directa entre humanos, y frente a los cuales la población general carece de inmunidad ni vacuna efectiva. Estos nuevos subtipos pueden surgir del acumulo de las frecuentes mutaciones menores que tienen lugar durante las replicaciones del virus (deriva antigénica) o de la recombinación amplia del material genético de dos virus originales en un nuevo subtipo (cambio antigénico). En este sentido, los cerdos han sido considerados como hospedadores de una posible recombinación entre material genético de virus humano y aviar, debido a su susceptibilidad a la infección por los virus de ambas especies (el famoso "vaso de mezclas").
Sin embargo, los casos de mortalidad humana en el presente brote de IA no han sido originados por un nuevo subtipo adaptado al hombre, sino por el mismo virus H5N1 de alta patogenicidad que afecta a las aves. Estas infecciones tienen lugar en general a partir del contacto muy estrecho (casi íntimo) con aves infectadas, a través de aerosoles contaminados con sus heces o durante el faenado de animales en fase virémica, no habiéndose producido la transmisión entre personas excepto en un caso aislado y no repetido. Debido a todo lo anterior, y a pesar de la muerte de más de 150 personas de casi 260 infectadas, en el escenario actual, la Influenza aviar debe considerarse como un serio problema de Sanidad Animal y de Salud Pública, es decir como la importante y extendida zoonosis que es. Pero en ningún caso es, hoy, una pandemia frente a la que tanta alarma se ha querido crear.