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Autor
Isidro F. Aguillo / Begoña Granadino (Laboratorio de Internet CINDOC-CSIC)

Indicios de brecha digital en las sedes Web de las Universidades y Centros de Investigación de la Comunidad de Madrid

En los últimos años se han prodigado numerosas iniciativas destinadas a crear sistemas de indicadores de la llamada Sociedad de la Información o del Conocimiento. Existe preocupación sobre el alcance real y el impacto social y económico de las nuevas tecnologías de la información en general y en Internet en particular, lo que ha generado el interés por disponer de estadísticas adecuadas sobre su <a href="?id=22578&amp;amp;sec=2&amp;amp;tip" target="_blank">implantación</a>.
La demanda se ha satisfecho razonablemente en lo que respecta a datos de infraestructura (ordenadores, servidores, teléfonos móviles, líneas de banda ancha), variables demográficas (caracterización y comportamiento de usuarios) o sobre flujos de comercio electrónico, pero se ha prestado muy poca atención a los contenidos y en especial a la información disponible en la Web.

Comparativamente con otros países del entorno de la Unión Europea, los indicadores tecnológicos españoles muestran retrasos o diferencias más o menos notables, pero no difieren significativamente de los proporcionados por otras estadísticas socioeconómicas, y que en general colocan a nuestro país por debajo de la media europea. Pocos expertos tienden a calificar dicha situación de "brecha digital", un término acuñado originalmente para definir las diferencias entre países desarrollados y los que están en vías de desarrollo. Sin embargo, este término ha empezado a ser utilizado también para describir situaciones donde las barreras al desarrollo de las telecomunicaciones y los servicios de información no son sólo de carácter macro-económico, sino que tienen que ver con actitudes y compromisos de sectores o individuos específicos.

En el mundo académico y científico la comunicación de los resultados de su actividad ocupa un lugar destacado, hasta tal punto que los procesos de evaluación de los investigadores se centran en el análisis de sus publicaciones en revistas científicas como principal medida de su productividad. El lema "publicar o perecer" guía buena parte de la práctica en este sector y ha ayudado significativamente al incremento del volumen de conocimiento científico en circulación. Hay que admitir, sin embargo, que las publicaciones académicas tienen tiradas muy cortas, su precio se ha disparado en los últimos años, sus plazos de publicación son dilatados en exceso y los formatos son demasiado rígidos, lo que, por ejemplo, impide discusiones más detalladas o el acceso a los datos originales.

Las revistas electrónicas, y en especial las que publican en abierto bajo la iniciativa "Open Access" han ayudado a superar alguna de las limitaciones citadas, incluyendo el aumento significativo de la audiencia potencial de estas publicaciones, no más en el orden de los pocos miles sino ya en el rango de los cientos de millones. La facilidad y economía del acceso y publicación favorece las contribuciones de investigadores latinoamericanos, asiáticos o africanos. Los artículos son más densos y ricos en contenidos admitiendo gráficos interactivos o ficheros multimedia.

Pero los recursos documentales en la Web exceden ampliamente lo ofertado por las revistas electrónicas. Además de la comunicación formal, las universidades y centros de investigación proveen de información institucional variada, detallando las actividades de cada uno de sus departamentos o grupos, en cuyas páginas aparecen vita con enlaces a los documentos en texto completo, presentaciones de cursos o comunicaciones a congresos en formato Powerpoint, ficheros con datos en bruto o bases de datos ya indizadas, informes, tesis o memorias consideradas hasta ese momento como literatura gris y colecciones de ficheros y software, entre otros contenidos. En este sentido, la Web refleja de forma más amplia el conjunto y la diversidad de actividades que desarrolla una institución, mucho más allá de lo presentado en las listas de artículos publicados en revistas de prestigio. Esto es especialmente importante en lo que se refiere a tecnólogos, humanistas o científicos sociales que pocas veces recurren a las publicaciones periódicas para publicar sus resultados y que han sido injustamente infravalorados en las evaluaciones basadas en criterios bibliométricos tradicionales.

El Laboratorio de Internet del CINDOC-CSIC ha desarrollado unos indicadores Web que permiten valorar la contribución diferencial de universidades y centros de investigación, teniendo en cuenta no sólo el volumen de información publicada en la Web sino su impacto real entre sus pares. Se trata de un desarrollo dentro de una nueva disciplina llamada Cibermetría o Webmetría, dedicada al estudio cuantitativo de los contenidos y procesos de comunicación en la Red y que valora especialmente el fenómeno del enlace hipertextual como medida tanto de relación institucional o semántica como de reconocimiento.

Con objetivos, en un primer momento, descriptivos se identificaron los dominios Web institucionales de unas 14.000 universidades y centros de investigación de todo el mundo. Teniendo en cuenta que los motores de búsqueda (Google, Yahoo, MSN, Teoma) son los principales intermediarios de la comunicación a través del Web, se interrogó a cada uno de ellos para extraer el número de páginas Web (S), de ficheros documentales (R) o ricos (doc, pdf, ps, ppt) y enlaces externos recibidos (V) para cada una de las instituciones consideradas. El indicador combinado llamado Webometrics Rank (WR) otorga pesos diferentes a la visibilidad hipertextual y al tamaño web y documental y permite establecer un listado ordenado de instituciones de acuerdo a dichos criterios.

WR=2*S+4*V+R


El resultado es el Webometrics Ranking of World Universities (www.webometrics.info), que apareció publicado por primera vez en 2004 y que se actualiza semestralmente o cuando los cambios de cobertura de los motores de búsqueda así lo aconsejan. El cuerpo central de la sede Web lo constituyen dos listados de 3000 universidades y 500 centros de investigación de todo el mundo ordenados de acuerdo a su valor de WR. Una inspección somera de los resultados muestra, como cabría esperar, que las grandes universidades estadounidenses (Berkeley, Stanford, MIT o Harvard) ocupan las primeras posiciones, mientras que igualmente la NASA o el NIH aparecen encabezando los listados de centros de investigación. En Europa, Cambridge y Oxford lideran los listados, y Sao Paulo y la UNAM hacen lo propio en Latinoamérica.

Un análisis más detallado empieza a mostrar algunos resultados inquietantes. Entre las 50 primeras universidades, todas excepto siete son norteamericanas y seis de estas son anglosajonas (Reino Unido y Canadá). Las 100 primeras no incluyen entradas de Francia, Italia o Alemania y sólo una de Japón. Esto es, países con una fuerte tradición académica e investigadora no aparecen en las posiciones que cabría esperar. Este es el nuevo significado del concepto de "brecha digital", ya que los condicionantes no son económicos sino de política científica, gestión de la investigación y actitudes y comportamientos personales. La situación es aún más grave que lo que el Ranking describe pues las cifras absolutas son aún más dispares, con diferencias en número de páginas incluso de órdenes de magnitud. El docente y el investigador anglosajón publican sin remilgos toda su producción en abierto en la Web, describen sus actividades en detalle, dan acceso a las herramientas que desarrollan y hacen lo posible para difundir el conocimiento que generan.

Las consecuencias a medio y largo plazo de esta brecha son profundas ya que la ausencia de contenidos específicamente propios y la incapacidad de nuestros investigadores de comunicar globalmente sus resultados a través de la Web pueden dar lugar a un colonialismo cultural y científico sobrevenido y dificultar los procesos de innovación con el impacto industrial y económico que ello conlleva. Puesto que los motores de búsqueda ya ocupan una posición central en la recuperación de información a todos los niveles, las consecuencias no sólo ciñen al ámbito cerrado académico sino que tiempo impacto global.

Sorprendentemente la situación española no es tan mala como la francesa (31 universidades entre las mil primeras frente a sólo 16 francesas), ya que aunque la Universidad Complutense, la mejor clasificada, no aparece hasta la posición 278 mundial (90 entre las europeas), hay 14 universidades españolas entre las 500 primeras.

Estudiando la situación en la Comunidad de Madrid, se comprueba que las universidades públicas, incluyendo la UNED, ocupan las primeras posiciones. La Universidad Politécnica es la más enlazada, es decir cuenta con la visibilidad más alta, aunque es la Autónoma la que más contenidos publica en la Web. Hay que señalar que a ello contribuyen significativamente los Centros Mixtos del CSIC que firman bajo el dominio uam.es. Los importantes depósitos de documentos y tesis que la biblioteca de la UCM mantiene en la Web explican su excepcional posición a nivel mundial en lo que respecta a ficheros ricos.

Las universidades privadas ocupan posiciones muy retrasadas más allá del nivel de 2000 en la mayoría de los indicadores.

WR UNIVERSIDADES EN LA CAM TAMAÑO VISIBILIDAD FICHEROS RICOS
278 UNIVERSIDAD COMPLUTENSE 180 421 113
316 UNIVERSIDAD POLITECNICA DE MADRID 368 339 329
355 UNIVERSIDAD AUTONOMA DE MADRID 89 588 210
705 UNIVERSIDAD CARLOS III 707 901 356
756 UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACION A DISTANCIA 885 861 400
1,162 UNIVERSIDAD DE ALCALA 1,260 1,419 461
1,197 UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS 1,109 1,439 880
2,161 UNIVERSIDAD SAN PABLO CEU 2,718 2,251 1,544
2,391 UNIVERSIDAD EUROPEA DE MADRID 2,967 2,202 2,961
3,773 UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE COMILLAS 3,995 3,926 3,629
Clasificación de las 10 primeras Universidades madrileñas de acuerdo a indicadores Web
(Valores de posición relativa a nivel mundial obtenidos en Enero de 2006)


Tres centros con sede central en Madrid aparecen entre los cien primeros, aunque hay que indicar que en todos los casos se trata de instituciones con cobertura nacional o incluso internacional: Consejo Superior de Investigaciones Científicas (45), RedIris (65) e Instituto Cervantes (93). La posición del CSIC está aún lejos de las de sus equivalentes europeos (Max Planck, CNRS o CNR), que se podría explicar en parte por la no existencia de un gran depósito de documentos centralizado.

En resumen, la presencia de las instituciones españolas y madrileñas es manifiestamente mejorable. Exige no sólo un esfuerzo informático, sino sobre todo un cambio de mentalidad y la aceptación de iniciativas Open Access y otras similares. La brecha en la Web es sustancialmente mayor que la que muestran los indicadores académicos tradicionales y ha pasado notablemente inadvertida hasta la fecha. El predominio de contenidos producidos en el mundo anglosajón pone en peligro no sólo nuestra cultura e identidad sino la continuidad de un sistema español independiente de I+D+i.

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