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SINC
Autor
Eva Rodríguez

El ‘Homo sapiens’ más antiguo del este de África vivió hace unos 230.000 años

El paleoantropólogo Richard Leakey, fallecido recientemente, descubrió en 1967 en el sur de Etiopía los restos de Omo Kibish, un integrante de nuestra especie de las poblaciones más ancestrales

En 1987, Rebecca Cann, Mark Stoneking y Allan Wilson publicaron en la revista Nature un estudio sobre el ADN mitocondrial que indicaba que la población ancestral del Homo sapiens actual probablemente procedía de África oriental. 

Además de las pruebas indirectas, esto se explica porque los fósiles de los primeros Homo sapiens más convincentes (es decir, Omo I u Omo Kibish y los homínidos de Herto), también se han encontrado en esta región.

Sin embargo, estudios recientes, tanto en genética como en paleoantropología, han empezado a cuestionar este punto de vista. De esta forma, el consenso emergente en cuanto a la localización del origen de nuestra especie se inclina hacia procesos evolutivos más complejos, que incluyen la mezcla entre diferentes poblaciones, procedentes de distintas regiones de África, por ejemplo, las poblaciones del sur y del este del continente.

El fósil del Omo I, descubierto por el paleoantropólogo keniano Richard Leakey, posee las principales características morfológicas específicas del Homo sapiens –es decir, una bóveda craneal alta y globular, un mentón en la mandíbula–, lo que convierte al espécimen en un miembro incuestionable de nuestra especie.

Un equipo de científicos, liderados por la Universidad de Cambridge (Reino Unido), ha datado una enorme erupción volcánica en Etiopía que revela ahora que este individuo vivió mucho antes de lo que se pensaba.

“Antes de este estudio, se creía que estos fósiles podían tener una antigüedad de 198.000 años. Las nuevas estimaciones son de más de 200.000 años y posiblemente más de 230.000, con lo que se retrasa la primera aparición incuestionable de un miembro de nuestra especie en el registro fósil”, apunta Aurélien Mounier, científico del Museo del Hombre de París y coautor del estudio que publica la revista Nature.

Omo I se encontró bajo una capa de ceniza muy gruesa que es demasiado fina como para obtener datos mediante técnicas de datación directa. “La única manera que había era analizar su composición química para obtener su huella dactilar y luego tratar de correlacionarla con otras capas de ceniza de la región e, idealmente, con el volcán que produjo la erupción. Algo muy complejo, porque Etiopía alberga numerosos volcanes. Cada erupción tiene una huella química única”, apunta Celine Vidal, autora principal del trabajo e investigadora de la Universidad de Cambridge.

Una colosal erupción fue la clave

Hasta ahora, varios estudios que habían intentado esta datación anteriormente, habían sugerido algunas correlaciones, pero había mucha incertidumbre. Lo que ha logrado este equipo ahora, al estudiar las grandes erupciones que se produjeron en Etiopía durante este periodo de tiempo (hace entre 300.000 y 60.000 años), es identificar una que fue colosal, la del volcán Shala hace 233.000 años.

Los investigadores recogieron muestras de roca de los depósitos volcánicos y las molieron hasta un tamaño submilimétrico. “Una vez que se ha triturado la roca, se liberan los minerales de su interior, y entonces se pueden datar e identificar la firma química del vidrio volcánico que mantiene unidos a los minerales”, explica Vidal.

La huella de esta erupción resultó ser idéntica a la de la ceniza encontrada sobre el Omo I, en la formación Omo Kibish. Esto implica que los fósiles son más antiguos que 233.000 años.

El valle que revela el pasado de la evolución humana

Esta región de Etiopía es una zona de gran actividad volcánica y una rica fuente de restos humanos primitivos y artefactos como herramientas de piedra.

“Como paleoantropólogo que trabaja en África oriental, veo lo mucho que me baso en los logros y el legado de Leakey para llevar a cabo mis propias investigaciones. África oriental sigue proporcionando numerosos fósiles extremadamente importantes. Pero no son tanto los fósiles en sí, como las particularidades de esta zona lo que la hacen importante, ya que los restos se conservan mejor que en otras regiones y, en concreto, el Valle del Rift ofrece una oportunidad única al dejar al descubierto sedimentos más antiguos y hacerlos más fácilmente accesibles a los arqueólogos”, reflexiona Mounier.

Este estudio es especialmente importante porque apoya la hipótesis de las investigaciones genéticas que señalan que la divergencia de genes de las primeras poblaciones de Homo sapiens podría haber ocurrido hace unos 300.000 años.

"Hay muchas otras capas de ceniza que estamos tratando de correlacionar con las erupciones del Rift etíope y con los depósitos de ceniza de otras formaciones sedimentarias. Con el tiempo, esperamos acotar mejor la edad de otros fósiles de la región", afirma Vidal.

En busca de la edad tope de nuestra especie

Los investigadores afirman que, aunque este estudio muestra una nueva edad mínima para el Homo sapiens en el este de África, es posible que nuevos hallazgos y estudios amplíen la edad aún más atrás en el tiempo.

“Solo podemos datar a la humanidad basándonos en los fósiles que tenemos, así que es imposible decir que esta es la edad definitiva de nuestra especie. El estudio de la evolución humana está siempre en movimiento: los límites y las líneas de tiempo cambian a medida que mejora nuestra comprensión. Pero estos fósiles muestran lo resistentes que son los humanos: que sobrevivimos, prosperamos y emigramos en una zona tan propensa a los desastres naturales", continúa la investigadora.

“Nuestro enfoque forense proporciona una nueva edad mínima para el Homo sapiens en el este de África, pero el reto sigue siendo aportar un límite, una edad máxima, para su aparición”, concluye la coautora Christine Lane, directora del Laboratorio de Tefra de Cambridge.


Referencia bibliográfica:

Céline M. Vidal et al. “Age of the oldest known Homo sapiens from eastern Africa”. Nature

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